«Nos está costando», fue la admisión de Federico Sturzenegger sobre el resultado de su programa de metas de inflación. El 1,9% que arrojó el índice de precios al consumidor de septiembre llevó al presidente del Banco Central a reconocer que el número «no fue el esperado», aunque se esperanzó con que «en el tercer trimestre hubo una leve baja de la inflación núcleo, que leemos como el preludio de nuevas bajas». Lo dijo el miércoles, al presentar el Informe de Política Monetaria del organismo, un día después de la licitación en que se renovaron Lebacs por $ 333 mil millones.

La subasta de esos títulos para retirar circulante del mercado y quitarles presión a los precios es el corazón de la estrategia de desinflación, término que gusta usar el ortodoxo titular del BCRA. Claro que ese método tiene sus costos. Los intereses convalidados en la operación de esta semana, en la que se reiteró la tasa de interés del 26,5%, significarán, al menos, $ 19.500 millones, con lo que el total comprometido por el organismo en el año sólo en pago de intereses ya supera los $ 280 mil millones. Si se suman los $ 157 mil millones de intereses abonados en 2016, el total por ese ítem se acerca a los $ 440 mil millones desde la asunción de Cambiemos.

El cálculo fue realizado por el Centro de Economía Política Argentina (CEPA), que computó los intereses generados en las 13 licitaciones de Lebacs realizadas durante 2017 (semanales hasta el 31 de enero y mensuales desde febrero en adelante), con un costo total de $ 134.611 millones. A ello se le suman otros $ 107.964 millones por los intereses de las intervenciones en el mercado secundario y $ 19.380 millones por los pases colocados en entidades financieras. Ese parcial de $ 261.955 millones incluía las operaciones realizadas hasta el 11 de este mes, a los que corresponde agregar los intereses por la licitación del último martes.

Esta última cifra, que supera por mucho el presupuesto nacional destinado a educación y cultura para 2018 y casi triplica el reservado para salud pública, es el déficit cuasifiscal o resultado financiero de las operaciones del BCRA. Si bien contablemente no corresponde cargárselo al gobierno, ya que no se origina en su accionar, está íntimamente emparentado con él porque esos títulos tienen como propósito absorber el dinero emitido, entre otros motivos, para comprar los dólares pedidos en el exterior para solventar el déficit fiscal. También para cubrir ese bache el Central transferirá este año $ 150 mil millones como adelantos de utilidades. Si al poco más del 3% del PBI que se proyecta como rojo fiscal para este año se agrega el 2% del déficit financiero, originado en los intereses de la deuda pública, y casi el 3% al que se disparó el cuasifiscal, el desequilibrio global rondaría el 8% del producto.

A pesar de la bola de nieve que representan las Lebac, que ya totalizan $ 1,127 billones, superando en 28% la totalidad de billetes y monedas en poder del público y en cuentas bancarias, el Central se defiende. Dice que si del volumen absorbido se descuenta el destinado a hacer crecer las reservas internacionales, que ya trepan a los U$S 52.800 millones, la relación entre títulos y PBI se mantiene en la misma proporción (7,2%) que en marzo de 2016.

Esos multimillonarios desembolsos en favor de los bonistas, en su mayoría bancos y fondos de inversión (muchos de ellos extranjeros), que apostaron a una renta fácil, segura y positiva en términos reales, no sirvieron para bajar la inflación. La meta del 17% que Sturzenegger se había fijado para este año se agotó en nueve meses. Para 2018, el objetivo es de 10%, con una tolerancia de dos puntos hacia arriba y hacia abajo, pero para conseguirlo los precios tendrían que vencer su inercia y crecer no más de 0,6 o 0,7% mensual hacia fin de año. El mercado no está convencido de que así sea: el relevamiento de expectativas hecho por el propio BCRA entre consultoras y analistas de mercado apunta al 15,8%. Además, lejos de reducir la cantidad de circulante, como es el propósito inicial de las letras, la base monetaria creció en el último año un 24,4%, producto de que en cada licitación una parte de los títulos no se renueva. «Tenemos un gap de credibilidad», admitió el que es considerado por muchos el verdadero ministro de Economía de Mauricio Macri, aunque ni siquiera pertenezca formalmente al Ejecutivo.  

Bajo CFK, para paliar el déficit fiscal

La absorción de dinero a través de títulos rentados es un recurso que también fue utilizado por el kirchnerismo, aunque con el foco puesto en financiar el déficit fiscal sin apelar al endeudamiento externo. En diciembre de 2015 la masa de Lebac alcanzaba los $ 305 millones, la cuarta parte de la que ahora está en circulación. El alineamiento del Banco Central con el Ejecutivo le costó a la ex presidenta Cristina Kirchner una causa penal: el juez Claudio Bonadío entiende que defraudó a la administración pública por exigir al BCRA en 2015 que vendiera dólares a futuro a un precio artificialmente bajo para evitar una devaluación, algo que no consiguió. Esa maniobra, estimó Bonadío, le provocó al BCRA pérdidas por $ 77 mil millones, la quinta parte de lo que causó la política monetaria de la actual gestión en dos años.

En el caso de Sturzenegger, el juez Daniel Rafecas desestimó una denuncia en su contra formulada por diputados del FpV que también alcanzaba al presidente Mauricio Macri y al ex ministro de Economía, Alfonso Prat Gay. Rafecas consideró que las emisiones de Lebac «se circunscriben a una esfera de decisión que hace a la propia administración de los actos gobierno». «