Desde el año 2010 que la Central de Trabajadores Argentinos (CTA) atraviesa una crisis que se agrava año tras año. Ya en las elecciones de aquel año se produjo una primera fractura entre dos líneas internas que hasta aquel momento compartían la conducción de la central desde su conformación a principios de la década del ’90. Allí el sector liderado por Hugo Yasky (con peso en CTERA y referenciado en el kirchnerismo) enfrentó al entonces sector liderado por Pablo Micheli (de ATE con vínculos con Víctor De Gennaro y Claudio Lozano) y ambos se adjudicaron el triunfo con acusaciones cruzadas de fraude. Aquel diferendo se resolvió en un acuerdo sellado en octubre del 2014 cuando, luego de que se realizaran dos elecciones con padrones compartidos, ambos dirigentes aceptaron constituir ante el Ministerio de Trabajo dos organizaciones por separado, dando lugar a la CTA de los Trabajadores (Yasky) y la CTA Autónoma (Micheli).

Lo que parecía un tema del pasado recobró intensidad en enero de 2017 cuando la CTA Autónoma sufrió una nueva escisión cuando su líder decidió re alinearse con el kirchnerismo y reestablecer vínculos con Hugo Yasky, algo resistido por Hugo «Cachorro» Godoy, secretario general del principal sindicato de esa central, ATE Nacional. Así las cosas se fundó la CTA Perón (por la calle de la nueva sede) que ostenta una mayoría en la comisión directiva de la CTA-A y que, en rigor, es la que estará en disputa en esta elección.

De esta forma, mientras que la CTA de los Trabajadores realizará sus comicios en septiembre, la CTA-A de Micheli tendrá elecciones el 28 de junio (donde a la vez plebiscitará su fusión con la CTA-T), y la CTA-A (Perón), el 8 de agosto. «