Aunque las próximas elecciones sean en diciembre de 2019, el presidente de Boca, Daniel Angelici, comenzó a bendecir como su sucesor a Christian Gribaudo, secretario general del club, ya que, por estatuto, no podrá ir en busca de un nuevo mandato. Gribaudo –44 años, presidente del Instituto de Previsión Social de la provincia de Buenos Aires, jefe de campaña de la reelección de Angelici en 2015– salió a escena en los últimos meses como nunca antes: suele caminar con Angelici y viajar con el plantel al interior del país, lo que despertó resquemor entre los dirigentes de largos años en el club. «No viene casi nunca», dice un funcionario del Instituto de Previsión Social del gobierno de María Eugenia Vidal. Ocurre que ya empezó el plan para que sea el presidente de Boca, que incluyó en julio una gira por Europa con visitas a los directores deportivos de Real Madrid, Barcelona, Inter y Roma.

«Fue a traer a (Gary) Medel y vendió al pibe Colidio», ironiza un dirigente de Boca acerca de Gribaudo. A mitad de año, Medel pasó al Beşiktaş de Turquía y Facundo Colidio, goleador de la categoría 2000, fue vendido a Inter por más de 6 millones de euros. Los socios de Boca, tiempo atrás, recibieron un llamado con la consulta de a quién veían como próximo presidente de Boca. Además de Gribaudo, los otros que aparecieron fueron Francisco Quintana, presidente de la Asamblea de Representantes del club y, al mismo tiempo, del bloque PRO en la Legislatura porteña, y los tradicionales Juan Carlos Crespi y Jorge Amor Ameal. «No lo conozco, y no es chicana –dice a Tiempo Amor Ameal, presidente de Boca de 2008 a 2011 y titular de la agrupación Juntos por Boca–. No lo ninguneo. Escuché que lo están fogoneando a este fenómeno de Gribaudo. No sé si trabaja, qué hizo. En el mundo Boca, que parece grande pero es chico, no lo conoce nadie. Pero con prensa y plata lo conoce todo el mundo».

«Lo de River contra Wilstermann no fue ninguna hazaña; hazaña es otra cosa. Fue un partido raro. Los jugadores de Wilstermann parecían estatuas», dijo Gribaudo en una entrevista radial, en línea con Angelici, y en referencia al 8-0 de River en la vuelta de los cuartos de final de la Copa Libertadores. Sin nombrarlos, Marcelo Gallardo les respondió: «Todo aquel que se sume al eco de la desconfianza y no quiera reconocer la superioridad de un equipo sobre otro es de una mediocridad absoluta». No fue la primera vez que Gribaudo fue noticia por palabras subidas de tono. «El Patrón Bermúdez, militante camporista, ahora hace lobby por su amigo Román. No les alcanza con voltear a Falcioni? #Bocaesmasgrande», tuiteó Gribaudo el 10 de diciembre de 2012. El mensaje, luego, fue borrado. En abril, cuando Guillermo Madero, director nacional de Seguridad en Eventos Futbolísticos, comenzó a aplicarles el derecho de admisión a Rafael Di Zeo, Mauro Martín y la jerarquía de la barra brava, el encargado de cruzarlo habría sido el propio Gribaudo.

«Es uno de los tantos paracaidistas que cayeron en el club por la política. No tiene vida en la política interna, y eso no habla muy bien de él. Hay que ver qué dice Mauricio, porque si dice que no, no creo que se le haga tan fácil ser presidente de Boca», sostiene Claudio Giardino, presidente de la agrupación Boca es Nuestro. El 21 de septiembre, Día de la Primavera, Angelici y Gribaudo visitaron junto a los jugadores Darío Benedetto, Frank Fabra y Agustín Rossi el Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez. En una de las fotos que difundió el club, se miran y ríen. Comparten el origen radical con militancia en Franja Morada y la pasión por Boca. «En el mundo Boca se habla mucho de todo porque somos el más grande –dijo Gribaudo cuando le consultaron por su futuro–. Es un honor que me haya convocado el presidente Angelici para ser secretario general. Lo mejor para cumplir una función es concentrarse en el día a día. Gustar me gustaría, pero más jugar en Boca. Si me da diez minutos Guillermo…».

La Selección no hizo goles, pero La Doce ganó igual

El empate 0-0 entre Argentina y Perú por las Eliminatorias en La Bombonera tuvo un ganador: La Doce. Para la barra brava de Boca fue una semana especial. Que la Selección no haya metido un gol no alteró el negocio. «Messi: el más grande del mundo. Bienvenido a La Bombonera. Jugador N° 12», decía la bandera que se colgó detrás del arco que da a Casa Amarilla. Arriba, en el corazón de la segunda bandeja, otro trapo llevaba esta leyenda: «Homenaje al mejor jugador del siglo». Fue una de las tantas maneras de decir presente de la barra brava: también se vieron muchas camisetas que llevaban el 12 en la espalda. Debajo del número se podía leer: «Los dueños de la historia». En La Boca también se vio a Rafael Di Zeo, uno de los líderes de La Doce sobre quien pesa el derecho de admisión, moverse con soltura escoltado por un grupo de 20 personas.

La barra recibió entradas para la reventa a través de la dirigencia de Boca. Entre ellas, incluso, hubo entradas destinadas para discapacitados, de costo cero. El viernes 22, en Palermo, cuando se debían entregar el 2% de los tickets que se destinan por el artículo 4 de la Ley Nº 3546/10 de la Ciudad de Buenos Aires a las personas con discapacidades, hubo unos 50 infiltrados que rompieron la cola con disturbios. «Seis y media de la mañana llegué con mi carnet de discapacidad y no había casi nadie a esa hora. Alrededor de las 10, cuando se abrieron las ventanillas, la fila empezó a avanzar y se fue metiendo gente adelante. Y se empezó a meter gente a hacer quilombo», contó a Tiempo un discapacitado que prefiere el anonimato y que se quedó sin su entrada. Para los negocios alrededor del fútbol también hace falta suerte, pero no es necesario que la pelota entre.