«Este es el comienzo del telesindicalismo». El teletrabajo se impone en medio de la crisis sanitaria y los principales dirigentes sindicales del país comenzaron a debatir el tema. Ámbito de aplicación, principio de igualdad, reversibilidad, identidad, protección de datos personales, desconexión, herramientas de trabajo, seguridad e higiene. La diputada Vanesa Siley, presidenta de la Comisión de Legislación del Trabajo de la Cámara de Diputados, convocó y coordinó una videoconferencia con una docena de sindicatos y con las principales centrales obreras, con el fin de abordar el piso de derechos que debría tenr una ley específica. En el Congreso, hoy en día, hay 14 proyectos de ley relativos al home office.

Héctor Daer, secretario general de la CGT, fue el primero en hablar y marcó algunos puntos centrales. Por un lado, manifestó estar «de acuerdo con que es una modalidad y no una actividad». Para Daer, es también importante que las compensaciones brindadas por las empresas a los teletrabajadores en concepto de pago de servicios de internet y electricidad «deben ser excluidas del cálculo de impuesto a las Ganancias». Además, advirtió que «muchas empresas trasladan sus servicios de teletrabajo a otras latitudes, buscando menores salarios y menores condiciones laborales, así que se debería ponerse de una manera más imperativa que los trabajos se realicen en el país».

Muchos secretarios generales que hablaron después de Daer estuvieron de acuerdo con estas posiciones.

Hugo Yasky, secretario general de la CTA de los Trabajadores, apuntó: «Los tiempos se modificaron con la aparición de la pandemia. Estamos en excelentes condiciones para llegar a un acuerdo con amplio consenso. Hay que tratar de garantizar esa presencia del sindicato de lo colectivo en el teletrabajo».

Claudio Marín, secretario gremial de la misma organización, alertó sobre la posibilidad de que el teletrabajo aumente el trabajo en negro. «El punto central es la registración; tiene que haber participación de los sindicatos en ella y de la Superintendencia de Riesgos de Trabajo, además del Ministerio de Trabajo. Sino, corremos un riesgo cierto de que el trabajo no registrado se multiplique».

Otra preocupación manifestada por Marín y acompañada por el resto de los oradores fue la presencia sindical. «Los sindicatos tienen capilaridad en los lugares de trabajo, en las secciones, en los turnos. Está hecho para lo presencial. Debemos garantizar la participación sindical. Debemos anticiparnos a las avivadas del empresariado».

En ese sentido, Walter Franzone, de ATACC (nuclea a los trabajadores de call center), propuso: «El sindicato debe tener la facultad de contralor. El punto fundamental es el de fiscalizador de las empresas. Hemos incorporado la figura del teledelegado, que debe tener una planilla con todos los horarios de trabajo y de descanso de cada trabajador y controlar que se cumplan».

Ricardo Peidró, secretario general de la CTA Autónoma, recomendó: «El teletrabajo pone en riesgo derechos que hemos conquistado. Debe haber derecho a la acción y organización colectiva. Por tanto, un determinado porcentaje de la jornada de trabajo debe ser presencial».

Todos coincidieron en que se debe establecer que el empleador debe hacerse cargo de la totalidad de los equipos y herramientas necesarios para la tarea, así como también garantizar la conexión a la red. También, compensar los mayores gastos como artículos de higiene, limpieza, consumos de servicios públicos, amortización de bienes muebles, etc. Del mismo modo, coincidieron en respetar los conceptos de reversibilidad y de derechos a la privacidad.

Horacio Arreceygor, secretario general de Satsaid (televisión), alertó sobre «la cantidad de denuncias espeluznante por parte de los trabajadores, por la cantidad de horas que deben trabajar o por perder fines de semana». Al respecto, propuso: «Hay que acentuar las penalidades para cuando las empresas incumplan, lo cual no está muy detallado en los proyectos. Lo trasnacional también es un tema importante. Para nosotros, es muy importante la defensa del trabajo nacional y que esté reglamentado el porcentaje de trabajadores argentinos».

Osvaldo Iadarola, de Foetra (telefónicos, rubro con mayor experiencia en la modalidad), remarcó: «Si no está perfectamente regulada, puede ser un problema porque cambia el statu quo del trabajador. Se pasa de un modelo industrial a un modelo digital», analizó y agregó: «Nuestra propuesta es que las empresas tengan la obligación de armar una plataforma compartida con cada trabajador, a la que tenga acceso el gremio, que permita individualizar y tener relación entre los trabajadores y el gremio».

Ignacio Lonzieme, secretario general de Unión Informática, contó que «más del 70% de los teletrabajadores utiliza sus propios dispositivos» y que hoy en día «se trabaja sin ningún tipo de protección»

Fabián Boccella, del Personal Jerárquico Empresas Telecomunicaciones, definió: «Comienza el telesindicalismo» y, en ese marco, «se debe garantizar el acceso a las redes porque sin redes, no hay desarrollo, no hay inclusión, no hay igualdad, no hay revolución 4.0 y no habrá teletrabajo. Bien regulado, el teletrabajo seguro será posible».