La economía argentina caerá 2,8% en 2018, según los cálculos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) y será la cuarta más negativa del continente, detrás de países como Venezuela, que caería un 15% este año; Dominica, que tiene un pronóstico negativo del 4,4%; y Nicaragua, que bajaría un 3,1%.

Para 2019 CEPAL prevé que la actividad local caerá un 1,8 por ciento.

Ambas proyecciones complican el panorama que había planteado días atrás el Fondo Monetario Internacional (FMI), que vaticinó una caída del 2,6% para este año y otra del 1,6 por ciento para el ciclo próximo.

Pero empeoran aún más los pronósticos del gobierno nacional que espera una caída del 2,4% para este año y crecimiento cero para el venidero.   

Cepal informó esos datos en el marco de un replanteo de la actividad económica de la región a la baja.

Ahora el horizonte avisora un posible crecimiento promedio del 1,3% en América Latina y el Caribe para este año, levemente inferior a la pronosticada en agosto último (1,5%). En tanto, para 2019 se prevé un salto positivo del 1,8%.

América del Sur podría crecer un 0,7% en el ciclo corriente (menor al resultado de 2018) mientras que en 2019 crecería 1,6% en promedio.

“Las proyecciones para 2019 se dan en un contexto de aumento de la incertidumbre y de los riesgos en el mediano plazo”, apuntó la CEPAL en un comunicado de prensa.

Y agregó: “Un riesgo que subsiste para las economías emergentes en general y, dentro de estas, para América Latina y el Caribe en particular, es el de un mayor deterioro del ambiente financiero internacional. Los altos niveles de deuda corporativa y soberana acumulados a lo largo de años de condiciones financieras globales laxas, constituyen un riesgo para algunas economías más expuestas a los cambios en el escenario financiero (mayores necesidades de financiamiento externo, mayor proporción de la deuda en moneda extranjera, mayor proporción de deuda de corto plazo, entre otros)”.

El informe de CEPAL advierte también sobre la denominada guerra comercial cuyos efectos “suponen un riesgo no solo para el volumen de comercio global y la tasa de crecimiento del mundo a mediano plazo, sino también para los precios de las materias primas y para las propias condiciones financieras globales -que suelen estar vinculadas a la mayor o menor percepción de riesgos”.

Frente a ese panorama internacional, el ente consideró que “la demanda interna jugará un papel importante en el crecimiento de la región” en el ciclo 2019, para el que “se espera un mayor aporte de la inversión y también que el consumo privado siga siendo un motor relevante”.