El Banco Central decidió mantener sin cambios su tasa de política monetaria. El centro del corredor de pases a 7 días, utilizado como referencia por todo el sistema financiero, se mantendrá en 27,25%, según informó la entidad este martes.

Lo jugoso del comunicado del Consejo de Política Monetaria del organismo, que integran su presidente Federico Sturzenegger, dos de sus vicepresidentes y otros tres gerentes, no es la resolución final sino los argumentos en que se basó, que revelan un criterio bastante diferente al del resto del equipo económico. Más aún, parece un pase de facturas a quienes hace dos meses le torcieron el brazo al titular del BCRA y lo obligaron a cambiar su meta de inflación.

El texto oficial admite que “la inflación de febrero, tanto el nivel general como el componente núcleo (los precios de los bienes y servicios no regulados ni afectados por la estacionalidad), se ubican por encima de los valores de enero y del último trimestre de 2017”. En otras palabras, el Central pone en relieve con toda claridad que la inflación, lejos de bajar, está subiendo, con un índice interanual de 25%.

El análisis no se detiene en los precios al consumidor sino que se extiende a los mayoristas, que en enero, en sus tres variantes de medición, subieron entre 4,6% y 5%. Para el Consejo, una de las causales de ese salto fue la devaluación, que desde el cambio en las metas de inflación llevó el dólar de $ 18,70 a $ 20,50: “(Los registros) estuvieron impulsados por los productos primarios e importados, sobre los que impactaron la depreciación del peso y el aumento en los precios internacionales del agro y del petróleo”. La nueva cotización del billete, se sabe (aunque nadie lo dice en voz alta), es bien mirada por una parte del gobierno que con ese nivel espera darle competitividad a las economías regionales y achicar el déficit comercial récord.

Con ese panorama, la entidad monetaria resolvió mantener sin cambios la tasa y advirtió que “extremará la cautela, aguardando señales de desinflación compatibles con el sendero buscado antes de relajar su política monetaria”. Es la ratificación del pensamiento de Sturzenegger, partidario de dejar las tasas muy altas para quitar liquidez al mercado y bajar la inflación a 10% en 2018. La cúpula del gobierno, temerosa de que la economía volviera a caer producto de tanta dureza monetaria, lo obligó a flexibilizar ese objetivo tan estricto y el 28 de diciembre pasado el jefe de gabinete, Marcos Peña, el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne y el de Finanzas, Luis Caputo, junto con el propio titular del BCRA, anunciaron en conferencia de prensa que la meta de inflación pasaría a ser del 15% este año. Aunque el ala política del Ejecutivo tenía la esperanza de que ya no fuera necesario un tipo de interés tan elevado, desde entonces la rebaja fue de apenas un punto. Y tardará bastante en volver a disminuir, por lo que avisan desde la calle Reconquista.