Los medios han sido invadidos por el crecimiento de distintas variables de la economía. Sin embargo, si caminamos la Ciudad encontraremos negocios casi vacíos y gran cantidad de carteles de «se alquila». Similar situación en las provincias. La mayoría de la gente comenta lo mal que lo está pasando, de cómo los aumentos de tarifas redujeron su nivel de consumo o están ahogando a las pymes comerciales e industriales. ¿Cómo entendemos esta aparente contradicción? 

Los números positivos pueden analizarse a través de tres enfoques: desde lo comunicacional, a partir de su cálculo en relación a los magros resultados del año pasado, y examinados en el contexto más amplio de la actividad económica.

Comencemos por la andanada de datos positivos que ha lanzado el gobierno. El mejor ejemplo es el «Monitor de la economía real», que es de «uso interno» del Ministerio de Producción pero llega a todos los medios periodísticos. Es una serie de datos sueltos de las más variadas fuentes: de los 25 datos informados en la edición de julio, solo dos indican caídas (papel y textil, cuyo derrumbe es imposible de obviar). Este monitor hace una selección arbitraria. Por ejemplo, indica el aumento interanual de las exportaciones de manufacturas industriales en mayo (+25%) pero no muestra la caída en productos primarios (-5,7%) o en las manufacturas agropecuarias (-8,5 por ciento). 

Este es un ejemplo de la inconsistencia de gran cantidad de datos exhibidos por el gobierno nacional y sus funcionarios.

Otra cuestión esencial es que la mayoría de estos «brotes verdes» se calculan en relación con el año pasado, un período de fuerte caída de la producción. Ya comenté el domingo pasado que el EMAE está algo por debajo de los niveles de noviembre de 2015.

El caso de las cifras del Estimador Mensual Industrial es ejemplificador: en junio de este año creció un 6,6% interanual, pero en junio del año pasado había caído un -6,3%, con lo cual apenas se recuperó lo perdido en 2016. Pero con una gran diferencia entre sectores. Comparados con junio de 2015, de los 12 rubros encuestados, tres crecen fuerte, dos muestran variación cero y siete están en terreno negativo. Si bien aumentan los relacionados con la inversión pública, caen sectores como textiles e incluso alimentos, que muestra una reducción del -3,4 por ciento.

El otro enfoque para analizar los datos es el correspondiente al entorno más amplio de la actividad económica. La situación de la producción automotriz es paradigmática en este aspecto. Las ventas de automotores crecieron el 38% en julio (un dato muy difundido). Pero las ventas de autos nacionales cayeron un 3,7% en el mismo período, mientras que las ventas de los importados aumentaron un 67,5%. Un claro ejemplo de cómo las importaciones impactan en los diversos sectores. Como resultado de todo esto, y de unas exportaciones que se están recuperando levemente, la producción de autos subió un 1,2% interanual en julio, un escaso aumento comparado con la caída del 16,7% un año atrás (julio de 2016).

Y aquí aparece un gran problema que trata de ser invisibilizado desde el gobierno nacional: el elevado crecimiento de las importaciones. El mes de junio de este año arrojó un déficit comercial que no se veía desde hace 23 años, en la época de los «dorados» noventa. Y todo indica (incluidos los pronósticos de los especialistas) que se va a profundizar.

Pero si bien el gobierno y los medios amigos están tratando de ensalzar cualquier posible «brote verde» que aparezca, los datos de las verdaderas dificultades de la economía se cuelan en la prensa. 

Listemos algunos de los títulos que han surcado los periódicos esta semana:

l Crecen 48% las importaciones y es récord el rojo comercial con Brasil

l Industriales advierten que con el actual nivel de tasas no despegará la inversión

l Crece la venta de naftas pero no repunta el diésel para la actividad productiva

l Se mantiene expectativa positiva (aunque está bajando) pero la mayoría ni ve aún una reactivación 

l Cae la producción de gas y la de petróleo baja al nivel de hace 36 años

l El costo logístico tuvo la mayor alza en los últimos 15 meses y presiona a la inflación 

Este breve resumen de titulares indica con elocuencia los problemas que atraviesan la economía. 

¿Quién recibirá la goleada?

Nicolás Dujovne, el ministro de Hacienda ha dicho sin ruborizarse: «Este año los salarios le van a ganar por goleada a la inflación». En mi opinión, los salarios no logran siquiera un empate. 

En su «Informe de Política Monetaria» de julio de 2017 el BCRA indica que «van entrando en vigencia nuevos acuerdos que contemplan la inflación esperada por los agentes económicos para los próximos 12 meses». Y reflexiona que «en este contexto, es esperable observar una progresiva baja en el ritmo de expansión nominal de los salarios durante los próximos 12 meses». Si se espera que la inflación siga sostenida, debido a los aumentos ya anunciados en tarifas y el traslado a precios del mayor valor del dólar, los salarios reales se deteriorarán fuertemente en los próximos meses.

Con respecto a la inflación, los funcionarios del gobierno sostienen que el aumento del dólar no se trasladará a precios. Cabe recordar a Alfonso Prat-Gay, quien antes de asumir como ministro afirmó que los precios ya tenían incorporado el valor del dólar marginal, y que por lo tanto una devaluación no tendría gran efecto. La realidad se encargó de demostrar lo contrario. La inflación subió hasta el 47% (IPC CABA) luego de la devaluación de diciembre de 2015. 

Existe un comportamiento estructural que lleva a trasladar los aumentos del dólar a los precios, y no resolverá en el marco de estas políticas. De allí que la desconexión de los precios internos respecto del valor del dólar no es más que otra «posverdad» de este gobierno.

El modelo manda

Lo expuesto hasta el momento, con la brevedad necesaria para la columna, indica que resulta muy aventurado hablar de «recuperación» o «brotes verdes» y que a lo sumo se está dando un «rebote» desde la fuerte caída del año pasado. Pero también señala la cuestión principal que desvela al gobierno nacional en términos electorales: que la economía está creciendo (según su visión) pero que la gente no lo siente. Y es que, más allá de la fortaleza del rebote, más allá de que pueda producirse un crecimiento de la producción, el modelo económico aplicado significa una fuerte transferencia de ingresos desde las clases pobres y medias hacia los sectores más concentrados. Parece una proposición abstracta pero es fácil de demostrar: a pesar de las necesidades electorales, ya se han aplicado varios aumentos a sectores regulados, como las naftas y las prepagas, y a partir de octubre se aplicará una serie de amentos en luz, gas, transporte, agua, «fútbol para pocos», etc.

Pero además, todos los proyectos que están en la agenda del gobierno erosionarán derechos adquiridos y reducirán poder adquisitivo. Es el caso de los acuerdos de productividad (que encubren una fuerte flexibilización laboral) o las modificaciones en el sistema de seguridad social (por ejemplo, una reducción de los niveles reales de las jubilaciones), pedidas a gritos por los organismos internacionales.

En este último caso, las evasivas palabras del presidente son contundentes: la reforma jubilatoria «no será nada raro». ¿Qué significa «raro»? Creo que es una metáfora para evitar referirse al fuerte impacto negativo que seguramente tendrá en los jubilados y pensionados.

Mientras se anuncian los supuestos brotes verdes, el ajuste poselecciones viene marchando. «