¿Hay brotes verdes? Si al común de los argentinos les resulta difícil identificar las pequeñas manchas verdes en el suelo, en el mundo de los economistas esa búsqueda se tiñe muchas veces del color de la bandera que porta. La falta de acuerdo entre ellos se da en la interpretación de los datos que proveen el Indec, su símil porteño y las distintas oficinas que proveen de información oficial.

Un veloz repaso de lo informado por el Indec en el último mes indica que la actividad económica de agosto cayó un 2,6% respecto del mismo mes del año pasado, el menor nivel del año. Aunque el dato de septiembre lo va a dar a conocer en la segunda mitad de noviembre, ya se puede prever algo. La actividad económica es la suma del aporte de las partes: la inversión, el comercio interior, la industria, los servicios financieros, las exportaciones, la construcción y el agro, entre otros.

Durante septiembre, la industria se derrumbó un 7,3% interanual, según informó el Indec el mes pasado, con un bajón pronunciado en el rubro alimentos y bebidas, que perdió un 5,9%, y dentro de este sector, fuertes caídas en la producción de carne (8,8% menos interanual), lácteos (12% menor) y harinas (menos 7,7 por ciento).

La construcción también tuvo un septiembre negro, con un derrumbe del 13,1% y una pérdida de puestos de trabajo respecto de un año atrás, del 13,5 por ciento.

En el rubro inversiones, un dato muy seguido por empresarios, asesores y académicos es el que provee el estudio del economista Orlando Ferreres. Para septiembre pasado, indicó que la caída era del 5,7%, un guarismo que sigue siendo elevado auqnue no el mayor de este año.
Respecto del comercio interno, el dato de septiembre sobre consumo o ventas –según desde qué lado se vea el tema– que proporcionó CAME (cámara que agrupa a empresas pequeñas y medianas) fue contundente: cayó un 7,7% comparado con un año atrás.

Por último, el comercio exterior de septiembre arrojó un resultado positivo: superávit de 361 millones de dólares, en línea con lo que sucedió en el año. Pero bien mirado, no arroja un elemento de esperanza ya que no se produjo por una expansión de las exportaciones sino porque estas cayeron menos que las importaciones. Las ventas al exterior perdieron un 3%, pero ese nivel fue la consecuencia de fuerzas contrapuestas: la cantidad de manufacturas de origen agropecuario retrocedió un 3% mientras que la de los combustibles y energía creció un 18,6 por ciento. De no haber este tipo de contrapesos, la baja de las exportaciones habría sido mayor. Del lado de las importaciones, queda resaltado un dato: las compras de bienes de consumo crecen, en septiembre un 8,7%, contra una baja de las de combustibles del 32,4 por ciento. Si la importación de bienes de consumo acompañara al resto, la baja general sería aun mayor y el saldo comercial más elevado.

También del lado del superávit, datos de los últimos días indican un reverdecer de los créditos personales, lo que hace al aporte de la actividad financiera al crecimiento de la actividad económica.

En relación con la actividad agrícola, aunque no hay datos consolidados del movimiento económico que genera mes a mes, hay coincidencia con que se encuentra entre un 15% y 20% arriba que el año pasado.

En el cóctel que surge al mezclar todos estos elementos no aparece el brote verde en septiembre. Por el contrario, algunos economistas creen que el dato de actividad de ese mes será negativo con fuerza.

El problema es que para octubre tampoco habrá brotes verdes a la vista. El Indec realiuza dos encuestas a empresarios, una entre constructores y la otra entre industriales en general. En esta última, las respuesta negativas respecto de la evolución del cuarto trimestre superan a las positivas en todos los aspectos relevantes (demanda interna, uso de capacidad instalada, empleo) salvo en una: la mayoría piensa tomar un crédito. «