Una familia tipo compuesta por un matrimonio y dos hijos pequeños necesitó en mayo $ 30.337,84 para no caer debajo de la línea de pobreza. Ese es el monto estimado para un conjunto de bienes y servicios que cubra sus mínimas necesidades. El valor de esa canasta básica total (CBT) subió 2,9% con relación al mes anterior y 61,1% con respecto a un año atrás.

El dato fue publicado este martes por el Indec. La cifra es la que el organismo toma como referencia para definir la situación de una familia. Si sus ingresos mensuales no alcanzan al valor de esa canasta de referencia, todos sus integrantes son considerados pobres.

De la misma manera, en mayo la línea de indigencia para una familia tipo quedó en $ 12.086,78. Ese es el costo de los bienes considerados imprescindibles para cumplir las necesidades alimentarias de sus integrantes. Esa canasta básica alimentaria (CBA) se encareció 2% en comparación con abril y 61,7% sobre lo que costaba un año atrás.

La variación interanual refleja que la inflación afectó con más fuerza a los sectores más necesitados de la población, ya que el índice de precios minoristas subió en promedio 57,3% en los últimos 12 meses, unos cuatro puntos menos. Así y todo, en el caso específico de mayo la suba de las dos canastas bajo estudio fue inferior a la del promedio (3,1%).

El número es preocupante, no sólo porque quebró la barrera de los $ 30.000 sino porque cerca de la mitad de los trabajadores registrados en el sector privado (franja que se supone es el empleo de mayor calidad, ya que no están en negro ni dependen del Estado) tiene dificultades para superar ese monto. Según las estadísticas del Ministerio de Trabajo, que tienen cierto retraso en relación a las del Indec, en marzo la mediana (el valor que corresponde al individuo que está justo en la mitad de la serie analizada) era de $ 31.093, apenas por encima de la línea de pobreza actualizada.

Según la estimación oficial, en el segundo semestre del año pasado la pobreza afectaba al 32% de la población, mientras que la indigencia alcanzaba al 6,7%. La persistencia de las altas tasas de inflación, sumada a la falta de recuperación en el poder adquisitivo de los trabajadores (la mayoría de las paritarias se están actualizando con niveles por debajo de la inflación) y la presunción de que el próximo informe revelará una suba del desempleo, hacen suponer que la pobreza, lejos de bajar, sigue en alza. El dato oficial correspondiente al primer semestre de 2019 recién se conocerá a fines de septiembre, un mes antes de las elecciones presidenciales.