El 3 de junio de 1970 Deep Purple publicó “Deep Purple in Rock”, su cuarto álbum de estudio. El primero con la formación más representativa del grupo: el cantante Ian Gillan y el bajista Roger Glover se sumaron a los históricos Jon Lord en teclados, Ritchie Blackmore en guitarra e Ian Paice en batería. Con una anticipación asombrosa, desde el arte de tapa ya anunciaban que serían eternos: emulando al estadounidense Monte Rushmore, los cinco británicos aparecen esculpidos en piedra en el lugar que homenajea nada más ni nada menos que a George Washington, Thomas Jefferson, Theodore Roosevelt y Abraham Lincoln.

Luego de los dos primeros discos lanzados al mercado en 1968 (“Shades of Deep Purple” y “Books of Taliesyn”) orientados a la música psicodélica y del tercero del año siguiente (titulado de forma homónima al grupo) en el que el sonido comenzó a virar hacia el hard rock, “Deep Purple in Rock” confirmó esa decisión estética y definió el estilo del grupo, que continuaría con “Fireball”, “Machine Head” y “Who do We Think We Are”, publicados en 1971, 1972 y 1973 respectivamente.

Estos discos respondían a un clima de época en el cual la psicodelia dejaba paso al rock progresivo, que caería por su propio peso frente al estallido punk. Mientras tanto, Deep Purple cimentaba, junto a Black Sabbath y Led Zeppelin, las piedras fundamentales (como las del Monte Rushmore) de uno de los movimientos artísticos más relevantes de cultura rock: el heavy metal. Mientras que en los ’60 la contracultura británica estaba encarnada en las melodías cuidadas de The Beatles, Pink Floyd y The Incredible String Band, entre otras, los ’70 pedían a gritos, justamente, más gritos, y acompañados de distorsión de guitarras, machaques de bajos y baterías estruendosas.

Conocido popularmente como «In Rock”, el disco es una muestra cabal de este movimiento, cuyas canciones ya desde sus títulos no dejan lugar a dudas del sentir de las juventudes populares británicas de la época. El lado A del disco se compone de los clásicos “Speedking”, “Bloodsucker” y “Child in time”, canción de 10’14’’ de duración que incluye uno de los mejores desempeños vocales de la historia del género. La cara B, por su parte, cuenta con “Flight of the Rat”, “Into the Fire”, “Living Wreck” y “Hard lovin’ Man”. En total, el álbum dura casi 42 minutos y, en algunos países, incluyó un octavo track: “Black Night”.

El tiempo fue pasando y la formación de Purple tuvo múltiples cambios. El reconocido MK2 (Gillan-Blackmore-Lord-Glover-Paice) se reencontró para grabar “Perfect Strangers” y “The House of Blue Light” durante los ’80; y “The Battle Rages On» en los ’90, peor las tensiones entre Blackmore y Gillan imposibilitaron nuevos proyectos conjuntos. El grupo sigue activo hasta el día de hoy, con Gillan en voc, Steve Morse en guitarra, Roger Glover en bajo, Ian Paice en batería y Don Airey en teclados.

La producción de Deep Purple que cumple medio siglo canalizó gran parte de la ira encarnada por el Schizoid Man que ilustra la tapa de “In the Court of theCrimson King” de King Crimson, publicado un año antes, que tendría como continuación el arte de tapa del single de “Sanctuary” de Iron Maiden, que salió a la luz (o, mejor dicho, a la oscuridad) una década después: allí presenciamos el asesinato ficticio de Margaret Thatcher a manos de Eddie, la mascota del grupo. El mundo había cambiado para siempre, y “Deep Purple in Rock” constituye, cincuenta años después, un fabuloso testimonio que nos ayuda a comprenderlo.