Dicen que la luz sólo es visible en la oscuridad. Y es ahí, en un lugar deliberadamente oscuro, donde Agustina San Martín ubica su primer largometraje, Matar a la bestia, que luego de un gran recorrido por festivales se estrena este jueves. Toda una alegoría sobre la adolescencia y el surgimiento de un deseo estrepitoso y potente para el que no se cuenta con la experiencia necesaria para manejarlo.

“La selva me gusta por el caos -comenta San Martín-, es una cosa medio desordenada y que puede ser oscura. Me gusta también el terror en la selva, me parece una imagen muy, muy emocionante. Pero la idea original en verdad era buscar una frontera, y como yo tengo un lindo vínculo con Brasil y con el portugués, me interesaba mucho que fuera una frontera entre Argentina y Brasil.” San Martín encontró allí el ambiente propicio para este momento que, sin rito pese a lo alegórico, igual es de pasaje. “Me gustaba para hablar del proceso de la protagonista, ya que es una peli en la que hay cosas que no están planteadas de una forma tan clásica en la narrativa, sino que todo más bien alude a lo simbólico. Entonces me parecía muy importante prestar mucha atención a los detalles, y en ese sentido, a la frontera como un lugar que no es ni una cosa ni otra, me parecía fundamental para construir este despertar sexual”.

A ese lugar llega Emilia, de 17, buscando a su hermano. Se conecta con su tía Inés, dueña de una posada, y allí se aloja. En esos días el pueblo no habla de otra cosa que de la aparición de una bestia. Según dicen, la bestia es el espíritu de un hombre malo que habita el cuerpo de distintos animales, y tiene preferencia por atacar mujeres jóvenes.

“El horror está en todo”, resume San Martín. “Algo de ver el mundo teñido como con esa monstruosidad, de esta chica sola que mira por la ventana y hay tinieblas; me parece más una sensación. Ella igual está un poco inmovilizada y un poco pasiva, y es un poco como una pared. Está en un lugar y como que no puede realmente dialogar con su entorno, porque le teme”.

Y vaya si la adolescencia es el momento más incierto de la vida. Sin embargo, es una incertidumbre que no impide tomar un rumbo: por omisión -dejarse llevar- o por acción -emprender una dirección decidida-, lo cierto es que atravesar la falta de certeza genera cierta sensación de horror. “En el momento de hacer el personaje tomé una decisión que hoy en día no sé si la tomaría, que es que el personaje no sabe ocupar el espacio que ocupa. Es algo que trabajamos mucho con Tamara Rocca (la actriz que encarna a Emilia, N. de R), que es bailarina, para que todo el tiempo su cuerpo esté medio incómodo, sin saber cómo pararse, cómo hablarle al otro. Siento que eso está completamente relacionado con la adolescencia: ya te ves y empezás a tener problemáticas de adulto, pero no tuviste suficiente tiempo en esta tierra como para tener herramientas para lidiar con tu propia existencia y problemas reales; entonces en esta búsqueda se entorpece por no poderle preguntar a la tía cosas, no poder realmente hacer cosas, y recién se empieza a animar más adelante”.

Esa incomodidad que en tantos aspectos de su vida y profesión San Martín dejó de sufrir, lo sigue padeciendo en el montaje. “Me tortura”, ríe. “Es como la última instancia en la que, si tuviste un problema, no lo salvás nunca más. Siento que es un momento en el que te miras al espejo y te enfrentas con tus fantasmas y tus peores errores; es la etapa que siempre sufro”. Y si esta vez también le pasó lo mismo, en Matar a la bestia no hay signo alguno de ello: la película fluye en su recorrido y en el cumplimiento de sus objetivos: el despertar de un deseo, al que se niega a llamar femenino.

“Tengo un poco de conflicto con el concepto de lo femenino, porque no entiendo bien qué es. Y siento que yo misma no me siento una persona femenina ni con mirada femenina. Pero porque no entiendo bien qué; no sé si me identifica realmente. Más allá de que tengo cuerpo femenino y digamos de mujer y demás, siento que a lo sumo la película retrata ciertas perspectivas en torno al deseo, pero tampoco creo que respondan a una universalidad. No hay universalidad en el deseo de las mujeres, para nada. Y tampoco lo pretendo. Nunca se habló de deseo masculino, hasta hace poco. Y en cambio siempre se dice: deseo femenino. Creo que es deseo. No pienso que necesariamente responda a una mirada femenina, conozco cientos de miradas de mujeres que no tienen par”.

Matar a la bestia
 Dirección y guión: Agustina San Martín. Fotografía: Constanza Sandoval. Con Tamara Rocca, Ana Brun, Julieth Micolta y elenco. Del 5 al 12 de mayo en Sala Leopoldo Lugones, Teatro San Martín, Av. Corrientes 1530, y Showcase Haedo.