Hacer un disco en 2019 que suene a hoy -que se siente, se percibe, es posible imaginar hoy- ya es para destacar. Si además el disco, al mismo tiempo, suena como hace 70 años y encima es tango, qué se puede decir: Analía Goldberg logra la alquimia de condensar la herencia y mezclarla con la dosis precisa de su impronta compositora e interpretativa como para relanzarla al futuro, el futuro que ya llegó porque con él se tiene que lidiar hoy. No hay título mejor para su disco que el que le puso: Tan Goldberg.

“La herencia del tango la tengo aplicada por intravenosa –sonríe–. Creo que de chica me dieron una inyección y se quedó ahí. Corre por mi sangre y no la puedo evitar. Cuando empecé a escribir el disco me olvidé de todo: que salga la música que tiene que salir. No tuve prejuicios. Simplemente quería plasmar mis temas. Y cuando lo escucho es totalmente escuchable la herencia; es muy fuerte. No es algo de lo que pueda decidir demasiado. Pero mi historia, haber tocado con Color Tango tantos años, haber tocado con tantos maestros, como que lo viví muy de cerca. Aparte mi papá baila tango, y cuando tenía 13 años estaba comiendo pizza Pugliese en la pizzería San Miguel, en Gascón y Corrientes; y mi papá me acerca y le dice: ‘Puede bendecir a mi hija con un beso’. Así que en un punto me siento bendecida. Está muy arraigado en mí. Y aunque quiera irme, viene.”

Con tantos discos grabados como intérprete (diez) o arregladora de trabajos de Ojos de Tango y de otros compositores, la curiosidad es por qué ahora: “Sucede mucho que en el tango que el público y la tierra donde se mueve, donde crece, el laburo está amarrado al tango viejo. O por lo menos cundo empecé a tocar tango. Entonces despegarse de eso a veces significa perder otros trabajos. Está cambiando, pero seguimos viviendo de la industria cultural que hubo en los ‘40. Todavía seguimos en ese plano a nivel laboral, lo mismo que las casas de tango; los lugares ‘más comerciales’ hacen que uno se incline por grabar covers de tangos conocidos. Ponerse a hacer tangos propios por ahí consigue mejores laburos pero es muy incierto.” Visto el resultado de Tan Goldberg aparece la tentación de agradecer las duras  condiciones de posibilidad que reinaron en los últimos años.

“Este disco es mi barco, mi balsa, con esto voy a cruzar el océano, estoy segura”, asegura. Y lo hace porque antes no lo estuvo, y luego de grabar seis temas, abandonó. “Lo grabé hace dos años y no me gustó como sonaba. Tuve algunos errores de producción. No era una cuestión de grabación, era una de ensamble de sonido grupal. Lo di vuelta de acá para allá y no me movía un pelo, y sino me lo movía a mí, imaginate a la gente.” Una gran frustración que al año se transformó en una tremenda alegría: “Creo que mejor no podría haber salido. Era como mi carta de presentación, así que si no estaba conforme, no servía”. 

-¿Sos igual de exigente con tus alumnos?

-No, las Orquestas infantiles y juveniles son muy creativas, es un trabajo hermoso.

Comenta como directora del proyecto del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. “Una es exigente hasta donde se puede con los chicos, es otra pedagogía. Me hacen muchos chistes que no te voy a contar, y me llevo muy bien con ellos. Se piensa que hay que mostrarlas fast food (musical) por decirlo de algún modo; que sólo les gusta el reggaeton y el hip hop, pero no es verdad. Podés tomar la decisión de mostrarles otras cosas y se enganchan, como con el tango, que están chochos, les encanta. No hace falta ponerle una máquina de humo.”

“No me gusta mezclar la militancia de género con la música”, dice esta reconocida feminista dentro del colectivo. “Me fijo cómo toca cada uno en función de la formación que armo o lo que estoy haciendo. Sí considero que hay que militar los derechos y más la horizontalidad, no la verticalidad; hay muchas mujeres que son muy verticalistas también, y yo voy más por la horizontalidad y la igualdad de derechos”. Eso no quita que le parezca una gran idea la ley de cupos en el ámbito artístico, en especial el musical. Y lo sostiene con un argumento eficaz belleza. “Es la posibilidad de generar historia y cultura dentro de las mujeres. Es difícil que una mujer se identifique con Troilo, por ejemplo. Al no haber estos modelos, la cantidad de tiempo respecto a inserción laboral y productiva lleva más tiempo, porque hace que la mujer tenga menos experiencia vivida, y eso hace que cueste más llegar a determinados logros. Y además el tango es macho y durante mucho tiempo se creyó que había que tener hasta una gestualidad masculina para cantarlo. La ley de cupos hace que estemos más insertadas, tener nuestros modelos y así ir creciendo.”


-Tan Goldberg. 8 y 9 de noviembre, 21:30 hs, Oliverio Girondo, Vera 574, CABA. Doce músicos en escena, entre ellos Horacio Romo (bandoneón), Pablo Agri (violín) y Walter «Chino» Laborde (voz).Cantantes invitados: Hernán «Cucuza» Castiello y Osvaldo Peredo.