Nueva comedia sobre uno de los temas centrales del cine italiano de los últimos años: la brecha generacional, que pone a los aún vigentes adultos mayores en disonancia, cuando no abiertamente en contra, de las nuevas generaciones. En este caso, más que de ellas, de lo que representan, aunque el escenario es el de ellos: una escuela secundaria.

 

Ellos son Ernesto (Marco Giallini) y Filippo (Alessandro Gassman), dos profesores de un secundario en el que reviven sus viejas batallas de juventud -como si vivieran una remake de ella-: el primero intelectual (como tal, muy leído y severo), el segundo, su reverso: laxo, más creyente de lo que indica en el momento el corazón que la cabeza a cierta distancia. Ambos son igual de manipulables por sus alumnos, porque ya sea por desconfiar de Internet y las redes sociales, Ernesto, o por creer que las domina cual adolescente, Filippo, caen en la ilusión de que están igual de preparados para los tiempos que corren que las nuevas generaciones.

La película se inscribe en el tono tradicional de la comedia italiana con el tema central del paso del tiempo y la pérdida de la propia vigencia a medida que uno se aleja de esos años, algo que, por lo menos de Nos habíamos amado tanto a la fecha, mantuvo un espacio constante en la filmografía italiana. Casi se puede decir que la nostalgia es un atributo intrínseco de esa cinematografía. Y acá, con sus desniveles, está presente.

Que sea en tono de comedia no le quita seriedad. Aunque, en este caso, no alcanza para profundizar la reflexión sobre los tiempos que tocan vivir.

Beata ignoranza (Italia/2017). Dirección: Massimiliano Bruno. Con: Marco Giallini, Alessandro Gassmann, Valeria Bilello, Carolina Crescentini, Teresa Romagnoli, Giuseppe Ragonej y Malvina Ruggiano. Guión: Massimiliano Bruno, Gianni Corsi y Herbert Simone Paragnani. 102 minutos. Apta para mayores de 13 años con reservas.