El complejo tablero mundial de la industria del entretenimiento parece en permanente movimiento. Desde hace años el streaming y los sistemas on demand complementarios cambiaron para siempre –o al menos por mucho tiempo– cómo, cuándo y dónde vemos series. Ese impacto resultó mucho menor en las películas. La transformación sólo golpeó a los videoclubs, que se extinguieron ante la tentación de ver películas (mucho después del cine), pero a un par de clics de distancia. Este último universo también parece que cambiará. Con los lanzamientos de “Roma”, “El Irlandés” y ahora «Los dos Papas», Netflix produce cine, lo lleva por pocas semanas a las salas y lo estrena en su plataforma, casi inmediatamente, para un público que se cuenta en millones.

“Los dos Papas” llega este jueves a los cines y el 20 al menú de Netflix. Recrea la historia de la relación entre el cardenal Jorge Bergoglio (Jonathan Pryce) y el Papa Benedicto XVI (Anthony Hopkins). Se trata de recorridos y encerronas apasionantes. Eclesiásticas, políticas y humanas. Pero la película arrastra un “pecado original” que, como todo pecado, atrae y pone distancias. El “basada en hechos reales” dispara controversias y disputas varias. ¿Qué tan exacto es el relato? ¿Hasta qué punto opera a favor o en desmedro de uno u otro? Son preguntas que permiten múltiples respuestas y ninguna totalmente concluyente. Pero como producto cinematográfico, “Los dos Papas” se planta como una crónica rica y atractiva, que se desarrolla en un ámbito desconocido para la mayoría de los mortales: las intrigas del Vaticano. Que encuentra su máximo atractivo en cómo esa historia entre debates eclesiásticos desnuda asuntos de poder, diferencias casi antagónicas, culpas y la necesidad del autoperdón.

La importancia de este estreno para Netflix se manifiesta en la visita al país de Jonathan Pryce, Fernando Meirelles (dirección) y Anthony McCarten (guión), a quienes se le sumó Juan Minujín (que encarna a un joven Bergoglio). Tiempo Argentino pudo dialogar con ellos sobre esta película que rápidamente se transformó en un gran desafío.

Pryce es una figura muy respetada en el mundo del cine y particularmente conocida para los argentinos, sobre todo porque interpretó a Perón en la polémica «Evita» (Alan Parker). Pryce destaca: “Con ‘Los dos Papas’ viví una de mis mejores experiencias en la filmación de una película. Por el proyecto en sí, por el equipo de gente que participó, por el guión y por haber podido trabajar con Anthony Hopkins, mi talentoso compatriota galés. Me sentí muy cómodo filmando en la Argentina. Las escenas en la Villa 31 fueron muy emocionantes, por la historia y porque pude estar en contacto con quienes viven allí y resultó una experiencia conmovedora. Esos muros que apartan a los muy pobres son terribles”.

En cuanto a la creación de su personaje, el cardenal Bergoglio y luego el Papa Francisco, Pryce asegura: “No tuve que construir un personaje. El guión lo decía todo. Su carácter, de dónde viene, los años oscuros de la Dictadura y luego su camino hasta convertirse en Papa. Yo realmente sólo tuve que seguir ese camino. Creo que Fernando (Meirelles) tenía muy claro que, si confiábamos en el guión, todo iba a salir bien. Igualmente, miré muchos videos de Francisco. Él fue el primer Papa que seguí y escuché, a pesar que yo no soy católico. Siempre me interesó lo que dice no tanto por su carácter de Papa, sino por su lucidez como líder político y su voluntad de cambio. Es un aspecto que en la película está muy presente. Interpretar a Bergoglio muchas veces fue sencillo porque me veo un poco como él. Y él camina como yo: tengo mal una rodilla, entonces me voy un poco hacia un lado. Fernando pensó que hice un trabajo extraordinario con la forma de caminar y simplemente es así como camino (risas). En cuanto al material que vi antes de filmar, fue muy enriquecedor un video de cuando él era obispo aquí y era entrevistado, casi interrogado, por otros obispos sobre su posible colaboración durante la Dictadura. Se lo veía muy enojado, ofendido, impaciente. Fue una forma de conocerlo más, es un costado muy alejado al Papa sonriente que uno suele ver.”

Juan Minujín interpreta al Bergoglio joven. Aquel que estuvo a punto de casarse y optó por la Iglesia, el que atravesó los años más oscuros de la Argentina con actitudes duras y consecuencias gravísimas. “Tuve más libertad para armar el personaje porque hay poco y nada registrado del Bergoglio joven. En YouTube prácticamente no se encuentran registros. Nos hicimos una idea de cómo fue a partir de muchos testimonios de gente muy cercana. Había una total coincidencia de que rara vez sonreía y que como maestro era serio, estricto, autoritario. Trabajé mucho en esa línea. La transición en Córdoba es clave para el desarrollo de la historia. De ahí sale un nuevo Bergoglio, el que posibilitó que apareciera Francisco.»

La película –casi inevitablemente– obliga a reflexionar sobre las enormes cargas que exige ser Papa. Más de una vez, parece más una condena que una bendición. «Es inevitable no ponerse a pensar: ¡Es una locura ser Papa, un desastre! (risas) Sí, debe ser muy exigente. Creo que transmitir eso es uno de los hallazgos de la película. Está todo eso y también la idea de Fernando de filmarlos como si fueran dos tíos discutiendo. Uno desesperado por irse y otro no muy convencido de ser Papa, pero con una voluntad de cambio. Y detrás un telón de fondo de muchos siglos de tradición. Creo que ser Papa es casi un martirio, pero también una oportunidad para ser una voz global valiosa”, destaca Minujín.

El director brasileño Fernando Meirelles (“Ciudad de Dios”, “El jardinero fiel”), por su parte, asegura que lo que más lo atrajo para filmar esta historia fue “lo humano y la agenda política. Francisco empezó a entusiasmarme como Papa porque se transformó en un líder distinto. Nosotros estamos consumiendo y destruyendo el planeta, creando una sociedad distópica. Él lucha contra eso, contra la desigualdad y aboga por los puentes en lugar de los muros. Concuerdo con esas ideas de Francisco. Pero la película también muestra otras cosas de su vida”.

En ese rubro, Meirelles puntualiza: «La película también muestra el lado oscuro de Bergoglio. Su accionar en tiempos de la Dictadura y sus cambios posteriores, que creo que fueron los que lo llevaron a ser un Papa distinto. Me gusta esa dimensión humana en él y en Benedicto XVI. Al principio el guión me parecía para una película de un Papa bueno y otro malo. Pero es mucho más que eso”.

Anthony McCarten es un guionista reconocido en la industria y especialista en biopics (aunque no le gusta mucho que se lo digan). Su máximo éxito es la reciente “Bohemian Rhapsody”. “El guión empezó como todos mis proyectos: una mezcla de curiosidad e ignorancia –confiesa McCarten–. Suele decirse ‘uno tiene que escribir acerca de lo que conoce’. Pero yo escribo sobre aquello de lo que quiero saber. Fui criado como católico por lo que sabía alguna que otra cosa acerca de la Iglesia. Pero me di cuenta que lo de Ratzinger era extraordinario: el último Papa que había renunciado fue hace 700 años. Eso me interesó mucho, me empujó a investigar y recrear una historia que tiene múltiples aristas”.

-“Los dos Papas”. Director: Fernando Meirelles. Elenco: Con: Jonathan Pryce, Anthony Hopkins y Juan Minujín, entre otras. Estreno: 5 de diciembre en cines y 20 de diciembre en Netflix.