Se sabe, se escucha y se ve, pero unos cuantos distraídos lo pasan por alto. La música urbana argentina es cosa seria. Más allá de gustos, afinidades y/o fervores, se expande a la velocidad de la Matrix entre las sentencias de los algoritmos, monopoliza todos los rankings de las plataformas y amenaza con convertirse en el nuevo commodity argentino. La proyección internacional casi sin límites de Duki, la presencia de Nicki Nicole en el programa de Jimmy Fallon The Tonight Show y su featuring junto a Cristina Aguilera, y el éxito transversal de Bizarrap –entre muchos otros– hace todavía más visible una movida y una industria en febril expansión, cuyo techo hoy resulta imposible de pronosticar. Dentro de ese colectivo en plena ebullición existen múltiples miradas, formas y personalidades, y una de las más cautivantes es la de Ca7riel (28 años). El cantante, guitarrista y compositor puede entenderse casi como un eslabón perdido. Amante del freestyle, cultor de una biblioteca de gustos que van del jazz al metal, cuenta con un quinto sentido para lo popular y –al mismo tiempo– la vocación para experimentar. El músico nacido como Catriel Guerreiro Fernández Peñaloza construyó una carrera sinuosa que incluye popularidad, la admiración de sus colegas y el reciente El disko, su primer álbum solista, una declaración contante y sonante de sus amplias capacidades y acaso un trampolín para un futuro todavía más auspicioso.

Ca7riel llegó recién a su disco debut, pero está en boca de todos hace rato. Desde sus performances en las batallas de freestyle de El Quinto Escalón hasta su participación como guitarrista en la banda de Wos, pasando por sus EP Povre y Livre, su exitoso dúo con Paco Amoroso –que dejó hits como «Piola», «Jala Jala» y «Mi Sombra»– y su incendiario featuring con Duki –“Muero de fiesta este finde”–. Más allá de los singles, las colaboraciones y los videos, en la música urbana los álbum no son estrictamente necesarios para conquistar a las audiencias, pero sí parecen asociarse a cierta validación simbólica: una prueba de que, si quieren, las nuevas generaciones pueden reproducir la gramática de sus predecesores.

Entusiasmado con este presente, con una saludable sensación de salto al vacío y el vértigo que da un tiempo que nunca para, Ca7triel recibió a Tiempo para hablar de El disko, sus sueños, sus miedos y la necesidad de seguir creando.

–Se supone que hoy no es necesario sacar un disco, pero lo hiciste. ¿Fue una decisión consciente para que te miren de otra forma?

–Salió de manera totalmente natural. Empezamos a hacer música con Tomy (Tomás Sainz, multiinstrumentista) porque lo admiro y necesitaba poner mi cabeza en algo durante la pandemia. Hicimos el tema “Polvo” y era tan deforme, tenía tanta personalidad, que nos pedía más… Era como un hijito que necesitaba hermanitos para ir a jugar (risas). Hicimos tres temas más, teníamos un EP primero, pero rápidamente nos dimos cuenta que queríamos más colores, más canciones. ¡Una familia! Y así llegamos a El disko. Son canciones, pero con un espíritu que las une.

–La idea histórica de un disco.

–Total. Deep Purple, Led Zeppelin… ¡Rock, man! (risas). Nos faltaban algunos temas y pensamos bien qué colores no habíamos usado. Todo disco tiene que tener cierto equilibrio y por ahí fuimos. Estoy muy orgulloso. Queremos mucho al hijo de puta de este disco (risas).

–¿Hasta dónde influyó hacerlo en pandemia?

–Mucho. Yo siempre estoy en la mía y me acuerdo cuando me llamaron mi vieja y mi manager para avisarme que Alberto (Fernández) nos iba a guardar a todos porque se venía la pandemia. Me sentí incómodo al principio, pero rápidamente me di cuenta de que iba a tener un tiempo que hacía mil no tenía y decidí dedicarlo a lo que me apasiona: hacer música. Me comuniqué con Tomy, lo invité a que participara en la grabación del disco y no pude creer cuando me dijo que sí. Lo admiro hace mil, le afané un montón de cosas y no pude creer lo bien que laburamos juntos.

–A veces admirar a alguien dificulta la comunicación.

–Total. Pero conectamos a full. Ya sé cómo actúa su cerebro, es el mejor del mundo. Hablamos el mismo idioma musical, es muy zarpado, nos caemos muy bien. Tenemos mucha data y la intercambiamos con facilidad.

–Alguna vez dijiste que querer tocar muy bien la guitarra puede ser una trampa. ¿A qué te referías?

–Escucho mucha música desde siempre. De metal a jazz, todo lo que se te ocurra. Puedo tocar cosas de discos de Steve Vai, me encanta improvisar… Alguna vez quise ser el mejor de los mejores. Pero me di cuenta que eso te encierra. Te metés en una parte chiquita de la música y no escuchás a los demás. Ahora trato de tener otra mirada. Más libre. Nada está bien o mal. En la música no hay errores ni decisiones fatales. Yo no necesito padrinos, tribus, ni géneros.

–No sos un cirujano.

–Exacto, man. Con la música no matás a nadie. Las reglas están para conocerlas y romperlas. En la música podés fallar y hasta es discutible si fallaste o no. Un cirujano no puede improvisar cuando opera y un ingeniero tampoco. La música te da libertad y hay que animarse a disfrutarla. Es algo más lúdico, generá otro vínculo. Ojalá mi música se disfrute como una droga.

–¿Quiénes son los enemigos de la libertad en la música?

–No sé si enemigos, pero hay que cuidarse mucho de los likes. Puede transformar tu forma de pensar y cambia tu forma de crear. No es natural que tanta gente te mire y opine. Es un riesgo engancharte. Porque la mayoría son positivos y esa quizás tampoco es la verdad. Y los comentarios negativos te pueden amargar. Tener repercusión cambia un montón de cosas. No soy Wos, pero tengo mucha respuesta de la gente. Nadie te enseña a vivir y menos a estar tan expuesto. Pero ya no me engancho. Ya no, mi ciela.

–¿Te preocupa o te da miedo dar un paso en falso?

–Miedos siempre hay. Pero yo me mando igual. Sin regalarme, obvio. Este disco me encanta, es deforme, tiene variantes, me representa más que nunca. Es sanador, lo más honesto que hice. No pensé en otra cosa que no fuera dejar lo mejor de mí, expresarme. No metí ni un featuring. No me importa nada. No soy de pensar mucho en el pasado ni en el futuro. Ahora quiero disfrutar esto, compartirlo con la gente y el resto se verá. Siempre fui igual. Veo sobre el momento. El aburrimiento me hizo ser creativo.

–¿Sos el rapero que más quieren los rockeros?

–¡Obvio! Porque soy fanático de la guitarra, Me gustaba mucho Steve Vai, todavía puedo tocar partes del disco Passion and Warfare y me encantaba como cantaba Devin Townsend en el disco Sex and Religion, eso de alternar melodía y sonidos guturales, pero afinados. Se dan cuenta que soy un melómano, que escucho de todo… Entonces puedo hablar con casi todo el mundo. Pero por sobre todo me quieren porque tiro buenos chistes (risas).

Foto: Mariano Martino


¿Cuándo?

Ca7riel presenta El disko. 18 y 19 de diciembre desde las 19 en Complejo Art Media, Corrientes 6271.



Influencias y un sonido propio

A Ca7riel lo apasiona hablar de música y su costado de melómano decididamente llega a sus composiciones.
–Hablabas de metal, de jazz, de música urbana, pero se nota que también escuchás soul y R&B.
–Me encanta. Me gusta mucho cantar y esa música te nutre, te da ganas e inspiración. Antes de hacer música hay que tener ganas de escuchar, ser curioso. Sino, para mí, es imposible.
–¿Y el funk?
–En una época iba a ver shows de funk todos los domingos. Eran fiestas donde no siempre estaban las mismas bandas, pero la onda era siempre la misma. Disfrutaba mucho de la música y bajaba data como loco. Siempre hay que estar atento al groove. Es una herramienta fundamental de la música.
–Qué es más importante para vos, ¿las influencias o el sonido?
–Todo. A mí me gusta mucho trabajar el sonido. Me gusta tener data y tirarla, pero tiene que salir de una forma propia. Meterle un filtro. Uno tiene que apropiarse de lo que le gusta para que salga algo diferente. No me interesa ser sólo un intérprete.
–El disco no tiene featurings. ¿Hoy eso es una blasfemia?
–(Risas) Intenté incluir alguno muy al principio del proceso de armado de las canciones, pero la pandemia no lo favorecía. Y a medida que avanzábamos me di cuenta de que no era necesario. No quise forzar nada. Creo que este es un disco abrepuertas. Tira muchas opciones, se le puede entrar por muchos lugares diferentes. El tiempo dirá hasta dónde me lleva. Pero estoy tranquilo. No me hago la cabeza.


Hallazgos, groove y gancho
Ca7riel llegó a su primer larga duración solista con una madurez que no deja de sorprender. El disko es mucho más que una sucesión de canciones que ofician de carta de presentación formal para un rapero en ascenso. Articula climas, géneros y gancho. Ca7triel se las arregla para rapear, cantar, tocar y agitar, casi siempre en el momento justo. En ese contexto se destaca el aire cool de «Muy bien» (con referencias a «Lucy in the Sky with Diamonds» –The Beatles– y «Luna de miel» –Virus–), el ritmo arrasador de “U.U.”, el fervor casi industrial de “Keyhole”, el groove trepidante de “Bad Bitch”, el himno de humo dulce «Chanel maconha» y la balada “Souvenir”. Con audacias pero sin sacar los pies del plato, Ca7riel construyó uno de los mejores discos de música urbana argentina del año. El futuro parece al alcance de sus sueños.