Un silencio de incomprensión recibió el film inaugural del Festival de Cannes, “Les fantômes d’ismaël” del francés Arnaud Desplechin, lo que no promete nada bueno para la cita más importante de la industria cinematográfica mundial que este año festeja su 70º aniversario.

Desplechin es un viejo conocido de la Croisette, de donde pasó de las reseñas paralelas como “La Quincena de Realizadores” con su segundo largometraje, “La sentinelle” (1992), al concurso oficial en 2015 con “Trois souvenirs de ma jeunesse”. con el que había comenzado una suerte de autobiografía.

Esta vez, Desplechin abandona esa mirada nostálgica hacia sus amores de juventud, vividos durante el mayo francés de 1968, para afrontar los problemas de un director en crisis debido al retorno de una esposa creída muerta y desaparecida desde hacía 20 años que vuelve para reconquistarlo.

Con una trama muy complicada, que motivó la frialdad con la que fue recibido hoy el film en la proyección anticipada para la prensa pero en la que reside gran parte de su fascinación, donde se mezcla realidad y ficción, fantasía y vida cotidiana, “Los fantasmas de Ismael” se distingue sobre todo por una actuación colectiva de primer orden, donde aparte del protagonista-fetiche del director, Mathieu Amalric, descuellan Marion Cotillard, Charlotte Gainsbourg, Louis Garrel e Hippolyte Girardot secundados por la italiana Alba Rohrwacher y un viejo león de la Nueva Ola, un redivivo Laszlo Szabo.

Este año, el cine latinoamericano está representado en el concurso oficial solo por dos intérpretes argentinos, Bérénice Bejo, que vuelve por tercera vez a Cannes del brazo de su marido Michel Hazavinicius, con “Le redoutable”, sobre los amores de Jean-Luc Godard con su actriz Anne Wiazemsky, y Nahuel Pérez Biscayart, nuevo astro naciente del cine francés, protagonista de “120 battements par minute” de Robin Campillo, sobre la lucha contra el SIDA en Francia en los años 90 del siglo pasado.

Para escuchar castellano y portugués con acento latinoamericano hay que llegarse hasta la reseña paralela oficial de “Una cierta mirada”, donde se apuntan a los premios del jurado presidido por Uma Thurman los argentinos “La cordillera” de Santiago Mitre y “La novia del desierto” de las debutantes Cecilia Atán y Valeria Pivato y el mexicano “Las hijas de abril” de Michel Franco.

O a la 56º Semana de la Crítica, la más antigua reseña paralela no oficial de Cannes, reservada a primeras y segundas obras, donde compiten por el favor del jurado, presidido por el cineasta brasileño Kleber Mendoça Filho, su compatriota Fellipe Gamarano Barbosa con “Gabriel e a montanha”, la chilena Marcela Said con “Los perros” y el venezolano Gustavo Rondón Córdova con “La familia”, además de la argentina Sofía Quirós Ubeda con el corto costarriqueño “Selva”.

Más parca la Quincena de Realizadores que no encontró nada mejor para representar al cine latinoamericano que el colombiano “La defensa del dragón” de la debutante Natalia Santa y los cortos “La bouche” del colombiano afincado en París Camilo Restrepo y “Nada” del brasileño Gabriel Martins.