Un show de rock. Un repaso por lo mejor de su carrera. El artista y sus circunstancias. Una presentación de Charly García hoy –más que nunca– trasciende buena parte de las expresiones de uso corriente para el resto de los músicos. Charly es un artista enorme, sus circunstancias y un legado que atraviesa buena parte de la historia emotiva de la Argentina moderna. Lo del lunes en el teatro Gran Rex fue un show de rock, pero también una expresión de compromiso afectivo casi inédita. El público cantó, agitó y casi arropó el eterno retorno de su ídolo. Y hubo un repaso por lo mejor de su carrera solista, claro, aunque nunca alcanzará un show para darle lugar a todo lo mejor de la carrera de García.

Poco antes de las 21 se abrió el telón y Charly ya estaba sentado frente a un arsenal de teclados y su micrófono, listo para encabezar una noche de emociones intensas. Lo acompañaban Fabián “El Zorrito” Quintiero (teclados), Kuige Hayashida (guitarra), Carlos González (bajo), Toño Silva (batería) y Rosario Ortega (coros). Casi inmediatamente comenzó a sonar «No soy un extraño» y su melancolía sublime. «Los carceleros de la humanidad no me atraparán dos veces con la misma red», cantaba Charly y a todos les temblaron las piernas. Las pantallas en el fondo del escenario disparaban imágenes sin descanso y una torre de energía capturaba rayos en forma cíclica. El segundo tema sorprendió a muchos: «Instituciones» (Sui Generis), en plan Charly de los 80, cautivó hasta a los más jóvenes.

El sonido tuvo algunas dificultades, la banda se mostró sólida aunque sin el brillo de otros grupos de García, y la voz de Charly parecía algo fatigada. Pero nada fue capaz de vencer un repertorio armado con canciones que hace rato trascendieron el concepto de hit para llegar a una relación mucho más profunda con la gente. De a poco fueron apareciendo “Cerca de la revolución”, «Yendo de la cama al living» –»con este tema empezó mi decadencia», ironizó Charly–, «Promesas sobre el bidet», «Demoliendo hoteles», «Cerca de la revolución» y «Rezo por vos». ¿Cuánto más se podía pedir? También hubo lugar para composiciones menos esperadas, como «In the city that never sleeps» de “Kill Gil” (2010) –»este es mi primer éxito en los Estados Unidos, aunque todavía no pasó», bromeó–; y paradas recurrentes en “Random” (2017), entre las que tuvieron lugar «La máquina de ser feliz», «Rivalidad», «Otro» y «Lluvia».

El telón se bajó casi llegando a las 22, pero todos sabían que habría más. Los bises empezaron con la versión groovera de “Los dinosaurios” –ilustrada con imágenes de los líderes de la última dictadura militar, lo que despertó chiflidos generales–; “No importa”, –también de “Kill Gil” (2010)–; y la gran sorpresa de la noche, la aparición de Billy Bond para cantar una febril versión de “(Loco) ¿No te sobra una moneda?” –“no saben cómo me ayudó este tipo”, reveló Charly–. Pero todavía faltaba. La alegría sinuosa de “Fanky” y la fuerza dance de «Nos siguen pegando abajo (pecado mortal)» cerraron una velada inolvidable.

Charly no volvió al escenario. Pero el público no se daba por vencido. Las luces ya estaban prendidas y la gente no quería irse a su casa. Sin mayor protocolo ni presentaciones, se pusieron a improvisar versiones multitudinarias de «Inconsciente colectivo», «El fantasma de Canterville» y «El día que apagaron la luz», entre cantos festivos y más. No era un reclamo. Fue una forma más de celebrar el eterno retorno de Charly. En su segundo show en dos meses y medio, García sigue yendo por más.

Lista de temas: “No soy un extraño”, “Instituciones”, “Cerca de la revolución”, “La máquina de ser feliz”, “King Kong”, “Lluvia”, “Rezo por vos”, “Fax U”, “Otro”, “Reloj de plastilina”, “Rivalidad”, “Yendo de la cama al living”, “In the city that never sleeps”, “Asesíname”, “Me siento mucho mejor”, “Promesas sobre el bidet”, “Demoliendo hoteles”. Bises: “Los dinosaurios”, “No importa”, “(Loco) ¿No te sobra una moneda?”, “Fanky”, «Nos siguen pegando abajo (pecado mortal)».