La crisis financiera del 2008, que muchos consideran el origen de la actual situación económica del mundo, también tiene sus referencias cinematográficas. Como buen arte, el cine da cuenta del mundo, y la crisis de ese año, conocida también como de las subprime, dio para varios documentales y algunas ficciones que quisieron mostrar, de otros modos, por qué había ocurrido lo que había ocurrido.

Y lo hizo como lo hace el arte: tratando de develar más motivos que los aparentes, intentando salir de la anécdota, incluso de la moral de quienes tomaron las decisiones que condujeron a una de crisis que dejó un tendal de víctimas que aún hoy se siente. Para eso, tuvo que dar cuenta de una complejidad de la que no había muchos antecedentes. El más clásico -y cercano- era Wall Street (Oliver Stone, 1987). Pero a comparación de lo que estaba sucediendo, lo que se contaba en Wall Street era –sin ningún desmerecimiento– un juego de damas: la sofisticación a la que había llegado la timba financiera requería de otro tipo de explicaciones. Y se puede decir que, al menos en las cinco películas que se enumeran, el cine dio la talla.

Lo ideal es mejor ver todos, pero con uno tal vez alcanza: cada una es suficiente para entender la crisis. Si se quiere transitar las cinco, se recomienda empezar con una ficción: suelen ser ellas las que permiten transmitir el sentido general de un fenómeno, que luego los documentales, con más detalles y otro tipo de precisiones, terminan de dar a luz.


Inside job (Charles Ferguson, 2010; Trabajo confidencial en Argentina). El documental ganador de un Oscar en 2011 pudo dar con más cantidad de personajes involucrados en la crisis, aunque no todos quisieron dar su testimonio, y algunos lo rechazaron de mala manera. Se puede ver en detalle que todos eran conscientes de los daños que causarían las decisiones que tomaban, pero aún así seguían adelante. La ganancia, eso que Karl Marx definió como el motor del capitalismo, guía cada uno de sus actos: ya habrá tiempo de zafar de las consecuencias (al menos las ganancias obtenidas dan buen sustento al deseo de salir impune). Se ve claramente el entramado político que sostiene tamaño desfalco: por ejemplo, a través de todos los que, siendo responsables, luego formaron parte de la administración de Barack Obama.


The Big Short (2015, Adam McKay; La gran apuesta). Puede pensarse como la precuela de la crisis (y una prueba de que cualquiera sin una fe religiosa en el mercado podía prever lo que podía pasar -de hecho está basado en el libro homónimo del periodista financiero Michael Lewis-). Tres años antes de la crisis del 2008, cuatro tipos marginales al sistema financiero ven cómo viene la mano y deciden apostar todo lo que tienen a que, precisamente, el derrumbe será total. La película tiene muy buen ritmo y es didáctica sin entrar en precisiones. Su gran acierto, sin embargo, es mostrar cómo todas las especialidades construyen un microclima que impide ver a quienes viven en él, la realidad que están construyendo. Y eso la hace válida para muchas otras situaciones. Por eso el espectador se sentirá identificado con Christian Bale al ver que es tratado de ignorante, cuando no de tonto, al contarles lo que iba a hacer. Ya se sabe quién rió último.


Capitalism: A Love Story (2009, Michael Moore; Capitalismo: una historia de amor). Con la urgencia y la militancia que caracteriza al documentalista norteamericano, cuando aún se tenía cierta esperanza de que algún tipo de justicia caería sobre los responsables, Moore empieza a desnudar la complicidad del poder político en la trama de la estafa financiera, que con todas sus iniciativas de desregulación de la actividad con el pretexto de hacer crecer el mercado, facilitó la estafa.


Too Big to Fail (2011, Curtis Hanson; Malas noticias en España, no tuvo estreno oficial en la Argentina). La más intelectual de todas, podría decirse, aunque algunos dicen que es una especie de guía para principiantes. De una u otra manera, el film consigue los fines didácticos que busca sin dejar de entretener. Incluso se anima a darle nombres (públicos) propios a sus personajes, como es el caso de Henry Paulson (protagonizado por William Hurt), Secretario del Tesoro del Gobierno de Estados Unidos durante la crisis. También cuenta con detalles cómo y por qué se decidió salvar a la aseguradora A.I.G y de esa manera soltarle la mano a Goldman Sachs, empresa de la que el mismo Paulson había formado parte del directorio. La traducción del nombre del film es Demasiado grande para caer, expresión que se utilizaba antes de la crisis para decir que todo lo que los militantes de la campaña del miedo decían que sucedería, no iba a suceder. Cuenta la leyenda que ahora todos se llaman a prudencia cuando surge la ocasión para usar la expresión.


Master of the Universe (2013, Marc Bauder; Confesiones de un banquero en España, no tiene estreno oficial en la Argentina). Esta se puede considerar la versión europea de la crisis, o cómo Alemania encabezó la troika de la Unión Europea para someter a Grecia a una de sus más profundas crisis y humillaciones históricas. Un documental convencional que convirtió a su protagonista, Rainer Voss, en una especie de nueva estrella mediática financiera que acertó tanto como pifió en cuanto a lo que pasaría en Europa durante la década. Su frialdad es tan creíble como sus afirmaciones: todo está dicho con la misma impunidad.