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Desde el inicio el cine dio cuenta de las revoluciones y levantamientos populares. Después de todo es lo que hace cualquier expresión que quiere adquirir la categoría de arte: ofrecer una visión de los temas de su tiempo que vaya más allá del análisis político y del histórico. Aquí apenas un puñado de ellas para marcar distintos momentos históricos de esas manifestaciones tan singulares de los últimos dos siglos. Desde prácticamente su inauguración dando una visión sobre los prolegómenos de la Revolución Rusa (Acorazado Potemkin) hasta las que explican las modalidades y características de las revueltas más modernas. Para completar, dos casos particulares. El primero ayuda a entender bien de qué se habla cuando se habla del Chile que dejó Pinochet. El segundo, proveniente de Ucrania, para mostrar que pese a sus peculiaridades, lo que parece motorizar las protestas es una ciudadanía cansada de postergaciones y de que cada vez que pide pan, no le dan, y si levanta la voz por sus derechos, le responden con balas.

El Acorazado Potemkin (Sergei Eisenstein, Rusia, 1925)

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El inventor del montaje cinematográfico moderno regala esta joya sobre el alzamiento de la tripulación de un acorazado por comida en mal estado, justo cuando se dirigen a la ciudad de Odesa donde los obreros habían declarado una huelga general. Son los días de la revolución de 1905. El film es de una intensidad y emotividad que lo hacen vibrar igual a casi cien años de su estreno. Fundamental para entender el cine moderno y las revoluciones y sus avatares.

Los Edukadores (Hans Weingarther, Alemania, 2004)

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La película que anticipa todas y cada una de las manifestaciones que el mundo conoció en las últimas dos décadas (exceptuando la de 2001 en Argentina, que sucedió antes y resultó toda una novedad en el panorama). Ganadora de La Palma de Oro en Cannes 2004, el título en alemán de Los edukadores es Die fetten Jahre sind vorbei («Los años de abundancia han pasado»). Y funciona anticipando -ficcionalmente- el principio del fin de la tranquila acumulación sin fin de las elites capitalistas mundiales. Se trata de tres activistas anticapitalistas, Jule, Peter y Jan, que terminan secuestrando a un nuevo rico de hoy y revolucionario de izquierda en los 70, aunque no por su trayectoria ideológica. Lo hacen por lo siguiente. Peter y Jan se dedican a entrar en casas de gente rica y dejar signos de su intromisión para hacerlos sentir inseguros (de ahí lo de Edukadores); un día Jan se va unos días a España y Peter tiene unas salidas con Jule, y le cuenta lo que hacen con su novio Peter; ella aprovecha para pedirle venganza contra Hardenberg, el nuevo rico en cuestión que está esquilmando a Jule por una demanda que le impuso por un choque. El círculo perfecto en el que se mueven las sociedades modernas hasta que la chispa más inesperada los hace estallar por el aire: chicas y chicos de clase media cada vez con menos poder adquisitivo que terminan “asaltando” a los poderosos. Completa en YouTube con subtítulos

V de Venganza (James McTeigue, Estados Unidos, 2005)

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La película que inaugura la estética y modalidad de la protestas y revueltas del Siglo XXI: máscaras para ocultar a los líderes (que copió la exitosa La Casa de Papel y que luego sería usada en las protestas de Egipto y Brasil), medios digitales de comunicación (aún sin teléfonos inteligentes) y horizontalidad como premisa para no reproducir movimientos jerarquizados como los que se critican. Su culto a la clandestinidad lo llena de glamour pero le resta “enseñanza” si de lo que se trata de “ganar la calle”.

No (Pedro Larraín, Chile, 2012)

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Si se quiere entender cuál fue el Chile que dejó Pinochet, pocas películas lo hacen de manera tan didáctica y elocuente. Gael García Bernal es un ejecutivo publicitario chileno formado en el exterior contratado por las fuerzas políticas opositoras a Pinochet para el plebiscito en el que se define la continuidad en el gobierno del dictador. Con el fin de jugar a la democracia pero dejársela bien difícil, Pinochet indica que el NO es la opción de sus opositores. Hoy es sabido que los mensajes electorales basados en términos negativos no son muy bien recibidos por los electores. Imaginar entonces esa dificultad en 1988 y encima en un país que por quince años no había votado y ni siquiera se había podido manifestar porque era reprimido por las fuerzas armadas pinochetistas. A eso se enfrenta la oposición al régimen, y encima teniendo que hacer un curso de modernización veloz (y casi feroz) de comunicación política. Fundamental para entender mucho mejor las actuales protestas del pueblo chileno.

Winter on Fire: Ukraine’s Fight for Freedom (Evgeny Afineevsky, Estados Unidos, Ucrania, Reino Unido. 2015):

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El documental que se encuentra en Netflix cuenta los 93 días que pasaron desde el inicio de una protesta estudiantil, su radicalización violenta para voltear al gobierno y la posterior represión que resultó en una masacre. Más de tres del invierno de 2013 a 2014 en que se sucedieron numerosas movilizaciones comenzadas por los estudiantes y a las que se fueron sumando distintos actores de la sociedad civil en busca de una mayor autonomía de su país respecto a la influencia rusa y en pos de la incorporación a la Unión Europea. Una primavera de participación popular en pleno invierno, que terminó a sangre y fuego.