En su segunda visita a la Argentina, Patti Smith ofreció dos presentaciones en la Sala Sinfónica del Centro Cultura Kirchner. La del miércoles incluyó un reportaje público, lectura de poesía, acompañamiento audiovisual y un puñado de canciones. El jueves fue un show de rock que conmovió a propios y extraños. A continuación, algunas claves para entender una noche única.

Pasado & presente: Patti Smith no sólo tuvo una enorme influencia en la cultura rock y dejó un puñado de discos emblemáticos. Hoy, a sus 71 años, también ofrece un potente ejemplo de cómo envejecer dentro del género, esa materia todavía pendiente para un imaginario que siempre se soñó joven. Con autoridad como para eludir las postales sepia pero sin caer en la impostación aeróbica, Patti se planta y canta, cuenta historias, reflexiona y articula lo feo y lo bello, la esperanza y el desasosiego. Conmueve desde la música, sus posturas políticas –el apoyo al aborto legal, seguro y gratuito– y hasta desde los gestual –cuando escupió en “Because the Night” fue una declaración de principios más allá de las palabras–.

Un show artesanal: Las megagiras y los éxitos masivos suelen darle al rock una impronta industrial y mecánica. La repetición constante impone a los shows un tono de representación que conspira contra la frescura necesaria que exige el género. Nada de eso pasó el jueves en el CCK. Patti comandó la noche con su histórico cómplice de aventuras Tony Shanahan (guitarra, piano, bajo), y se sumaron compañeros de ocasión como Jimmy Rip (guitarra eléctrica), Patricio Villarejo (cello) y Matías Sagreras (órgano). Hubo algunos desajustes producto de que no son una banda que funcione como tal y el órgano casi no se escuchó, pero todo lo que pasó sobre el escenario fue real. Patti se hizo escuchar y escuchó, conmovió y disfrutó.

Las canciones: La cantante armó un recorrido breve pero sentido de su historia, influencias y obsesiones. Los momentos más movilizantes de la noche incluyeron la intimidad atrapante de «Dancing Barefoot»; la conmovedora «Beneath the Southern Cross» –inspirada en la muerte de su hermano y de su esposo–;el paso de himno de «For What It’s Worth» (Buffalo Springfield); la emotiva «A Hard Rain’s A-Gonna Fall» –el clásico de Dylan con el que protagonizo una fallida presentación en la entrega de los premios Nobel de 2016–; la sorpresa extática de la versión de «Perfect Day » (Lou Reed); la épica «Pissing in the River» y su mayor hit, «Because the Night» (que compuso con Bruce Springsteen).

La voz de Patti: Fue un show corto y amenizado con presentaciones de temas y diálogos con el público. Incluso en el bis se notó que no le sobraba la nafta. Pero que madura y atrapante sonó la voz de Patti. Los años quitan, pero la sabiduría pueda ganar la partida y con unos pocos recursos pero usados de la mejor manera no dejó de encantar y sorprender. Sí, a los 71 años, cuando la mayoría de los humanos deja el rock para darle de comer a las palomas de la plaza.

Calor y color: Fueron noches de emoción arriba y abajo del escenario. Patti Smith generó días de devoción y empatía. Ese clima se expresó en la noche del miércoles y del jueves. La cantante se hizo eco y exhibió la mejor onda imaginable. No ahorró entrega, pero tampoco comentarios, chistes y más, para el público de la sala y para quienes miraban el show desde la pantalla instalada en la explanada del CCK. La ebullición popular también se sintió antes de comenzar el concierto, cuando parte del público entonó con esmero el hit de verano contra el presidente Mauricio Macri.

Lista de temas: «Wing», «My Blakean Year», «Dancing Barefoot», «Ghost Dance», «For What it’s Worth,» «The End of the World», «Beneath The Southern Cross», «A Hard Rain’s A-Gonna Fall», «Perfect rain», «Pissing in a River», «Because The Night». Bis: «People Have the Power».