Dicen que todo surgió por el éxito de la saga Millenium (2005), del sueco Stieg Larsson, cuyo primer libro, Los hombres que no amaban a las mujeres, tuvo dos versiones cinematográficas. La original, sueca, es de 2009. En medio de ambos éxitos, la danesa Forbrydelsen (también conocida como The Killing, 2007). Veinte episodios que llamaron la atención de un mundo que aún no conocía el whatsapp, y al que los teléfonos inteligentes le parecían una excentricidad. Mientras al otro lado del Atlántico finalizaba la serie que junto con 24 habían cambiado la narrativa de las series para dar inicio a su época dorada, los europeos encontraban el tono para contar lo suyo en sus países nórdicos: Dinamarca y Suecia encabezaban los cambios para hablar de sus realidades, dando nacimiento, sin saberlo, a lo que hoy se conoce como nordic noir.

Sin entrar en muchos detalles, aquí algunas características de lo que se conoce como un subgénero del cine negro (algunos incluso lo consideran un género en sí). El punto de vista narrativo es siempre policial, nunca de los perpetradores de los crímenes; se trata de crímenes altamente sofisticados que alteran de manera abrupta y con amplia onda expansiva (llegando a la política) la calma de una sociedad que parece tener todos los problemas resueltos; la estética se mimetiza con los paisajes de la región (el frío y la falta de luz hace que la mayor parte del año sea oscuro, inhóspito, desolado) a través de la utilización de una paleta de colores y tonalidades que le dan un tono lúgubre al relato; el ciclo narrativo comienza totalmente inconexo, para ir siendo conectado de a poco por la sagacidad de la/el protagonista, quien por lo general tampoco está muy adaptado a esa forma de vida que parece conformar a todo los habitantes del país que trata (y provocar la envidia del resto del mundo); la participación de personajes femeninos es alta (en algunos casos mayor que la de los hombres). Por último, algo no buscado pero que suele suceder: las temporadas no aparecen en años sucesivos, a veces hay uno o dos años entre cada una.

Actualmente el esquema pasó a otros países de Europa y sufrió las adaptaciones y modificaciones que esos traspasos conllevan. Se pueden ver relatos similares en Noruega, Gran Bretaña (país fundamental en su popularización, ya que sus emisoras de televisión fueron los primeras en subtitularlas al inglés y ampliar su espectro de difusión), Alemania, Francia y Bélgica. Y lo que nació como un estilo para temas estrictamente contemporáneos ya tiene su veta histórica y de época. Para quienes quieren familiarizarse con el subgénero, aquí cinco series representativas del estilo, disponibles en Netflix, el streaming más popular en la Argentina.

Sorjonen. Uno de los mejores detectives de Helsinki decide trasladarse a la ciudad fronteriza con Rusia, Lappeenranta, de donde es oriunda su mujer: ella acaba de superar un cáncer cerebral. Allí, mientras ven cómo continuar la vida en familia (tienen una hija), sigue su trabajo en la policía de la ciudad, que tiene la peculiaridad de quedar a mitad de camino entre Helsinki y San Petersburgo. Con los mejores condimentos del género, que incluyen grandes organizaciones criminales y un detective con varios tics de freak, que le permiten ver evidencia donde los demás siguen de largo.

Nobel. Uno más político y menos policial. Un soldado noruego en Afganistán toma, durante un operativo, una decisión que lo compromete, tanto personal como políticamente a su país. El juego que comienza ahí casi por azar -no deja de cuestionarse la decisión que tomó en el terreno del conflicto- lo llevan a entrar en una trama de conspiración internacional.

Trapped. Un cuerpo mutilado aparece en la superficie de un fiordo en la ciudad de Seydisfjordur, justo después de llegar el ferry que comunica a Islandia con Dinamarca. La policía local decide cerrar la ciudad para impedir la salida de cualquier personas. Amores pasados, negociados presentes y mucho, mucho alcohol en la noche de Islandia, con alguna que otra referencia a la crisis económica provocada por el colapso financiero de 2008. Todo debajo de la blanca nieve nórdica.

Babylon Berlín. La más histórica del quinteto. En la Berlín que se resiste a la debacle que se avecina, con sus fiestas y ese jolgorio que sueña ser antídoto ante lo inevitable, el inspector de la policía de Colonia, Gereon Rath, se incorpora a la unidad antivicio de Berlín, donde investiga una red de pornografía en el cine, relacionada con la mafia rusa. En el medio, el flechazo con una chica pobre que se debate entre prostituirse un poco e ingresar en la administración pública a fin de sobrevivir, y todo con el trasfondo de un cargamento clandestino de oro a fin de financiar movimientos políticos revolucionarios. La más luminosa y glamorosa derivada de este subgénero.

La Trêve. En esta serie belga se mezcla un poco Occidente, con su clásico detective atribulado (Yoann Peeters, interpretado por Yoann Blanc), bastante más pasional que el acético cientificismo de otros nórdicos. Quienes vieron el cine de los hermanos Dardenne encontrarán reminiscencias, en especial en cuanto a los misterios que se esconden en sus bosques. Para ellos y el resto queda la oscuridad que se esconde tras el crimen que el héroe de la trama descubrirá incluso apelando a métodos poco convencionales. En el medio, el fútbol, con todo los negocios que despierta, en especial a partir de la gran migración proveniente de países africanos. <