Mitai es el vocablo guaraní que los adultos utilizan para llamar tanto a los niños como a las niñas; un vocablo común en Chaco y Formosa, tierras originales de Charo Bogarín y Diego Pérez, los creadores de Tonolec.

“No es la primera vez que hacemos canciones para chicos, pero sí la primera que grabamos un disco entero”, cuenta Pérez. “Ya habíamos grabado temas infantiles en el segundo disco (Plegaria del árbol negro): So Caayolec (Mi Caballito) y Ishiyipiolec (Bestiario), con un corito toba de allá, en Resistencia. Pero no era apuntar a un público infantil, sino dentro del repertorio para tener algo más lúdico y divertido.”

El contacto Tonolec con el universo de la infancia es bien tempranero: desde sus inicios los niños van a sus shows, y como esas canciones tienen “algo de transmitir la lengua, desde las escuelas llegaron pedidos de canciones y videitos con los chicos cantando”, apunta Pérez. Y ya en Cantos de la tierra sin mar hay participaciones de coros guaraníes y tobas. Lo que se dice un crecimiento orgánico, que después de todo ese es el tipo de vida que se desarrolló en la Tierra, a la que los pueblos originarios tanto respetan y aman.

 

“El año pasado mirando todo nuestro repertorio nos dimos cuenta de que ya teníamos diez temas que eran bien infantiles, que se podía hacer un álbum todo para ellos”, completa Pérez. A eso se sumó la “animadora ucraniana Kati Egely, que hace animación con figuras recortadas”, que estaba interesada en trabajar con el grupo: así que se cantó bingo y Egely e hizo el video de Oreru. Pero como buenos ganadores que saben ser, pensaron que debían “empezar a devolver algo de eso”.

¿A quién?

-Uno nunca sabe bien a quién. Aunque uno quiera direccionarlo siempre sale para otro lado. Pero por un lado nos gusta mucho que la sociedad urbana occidentalizada -por decirlo de alguna manera- pueda cantar en modo originario. Eso nos parece genial y pasó naturalmente, entonces siempre quisimos profundizarlo o acentuarlo. Y después la Abuela Zuni, del coro Chelaalapi (Bandada de zorzales), que es el coro en donde nos enseñaron los primeros cantos en lengua qom, nos decía que era interesante nuestro trabajo porque los niños o adolescentes de la comunidad que se querían diferenciar de los padres y los abuelos porque vieron lo mal que les habíua ido siendo qom, volvían a interesarse en su cultura; que alguien de afuera valoraba su cultura y su lengua, y así ellos también volvían a cantar esos cantos y escuchar esas música.

 

En ese sentido el disco funciona como un puente entre culturas, ya que no sólo contiene canciones de la tradición originaria, sino de la ya occidentalizada. Ahí está una versión de Manuelita, de María Elena Walsh cantada en Guaraní y Canción de cuna, cantada en Toba. Y si a alguien le queda alguna duda de esa especie de puente que funciona tanto para un lado como para el otro de los distintos sectores culturales, ahí están los niños, que “lo toman de una manera muy natural, como aprender a cantar un tema en inglés que pasan por la radio; entonces se aprenden Cinco siglos igual en lengua qom”, dice Pérez. “Y a nosotros aprender una estrofa nos costó una semana”, ríe.

De todas maneras los Tonolec tienen algunas preocupaciones en cuanto al el modo de presentarlo en vivo, ya que por primera vez su público principal serán los niños. Por eso una cosa que ahí llama la atención es que se lo haga un sábado en horario nocturno. “El foco está puesto en los niños de espíritu también -aclara Pérez-. De alguna manera nosotros somos niños al aprender de nuestros pueblos originarios. Cuando nos sentamos con Charo con las comunidades nos enseñaron las palabras a hablarlas como niños; y se reían cuando las pronunciábamos raro y todo. Nosotros como sociedad somos niños aprendiendo de nuestros pueblos originarios.”

 

Luego están pensando en la puesta en escena, en hacer “una especie de VIP de niños” para que los chicos estén delante de todos. “Tonolec se concibe como una obra musical, pero cuando es hora de salir a mostrarlo es un obra conceptual en la que varias disciplinas interactúan -se suma Bogarín, que algo de puesta en escena algo sabe-. Y estas disciplinas justamente tienen que ver con la imagen, con esa otra impresión que uno deja aparte la sonora. Con Diego siempre hemos tenido esa concepción global de lo que es Tonolec y lo que es la música ancestral. Por eso nuestra música es como paisajes sonoros, una imagen pictórica de lo que estamos logrando con el sonido.”

“A nosotros nos cambió la concepción de la música desde el contacto con los pueblos originarios -aporta Pérez-. Empezar a entender que un concierto tiene que ver con una ceremonia, un encuentro, y ponerte el atuendo para ese momento especial que va a compartir toda esa gente. Todo esa influencia que fuimos a buscar a las comunidades, buscamos que sea parte de lo que hacemos en el escenario.” Porque como dice Bogarín: “Mostramos la cultura qom y guaraní desde lo soberbio de su música, sus conocimientos, su estampa. Que cuando ecuches la música qom, la música guaraní, te remitas a esas grandes hazañas, esa grandes civilizaciones que fueron y no a esa imagen que desde hace cinco siglos nos siguen metiendo en la cabeza: barbarie, verlos con taparrabos, en una actitud denostada. Es revertir la historia a través de la música y de lo pictórico; porque entonces ves una guerrera, un guerrero que estamos mostrando lo que son nuestras civilizaciones pero desde ese orgullo. Ahí creo que es donde termina de cerrar esto que queremos mostrar: el orgullo de tener sangre originaria, poder sobrevivir a los años y años de invisibilización; sentirnos poderosos, Poder en su concepción más colectiva e integral: poder accionar, expresarse, expandirse, comunicarse. Creo que hay que empezar a impregnar de nuevas acepciones a nuestras palabras.”

Y así, orgánicamente, Tonolec, a través de Bogarín, concluye: “En este disco estamos profundizando el concepto de hacer patria; hacer patria desde la cultura, generar una identidad cultural desde la música, porque lo que uno aprende de chico no se lo olvida jamás. Y van a ser generaciones que después nos gobiernen o nos bajen línea pero ya desde un lugar totalmente diferente al nuestro. Integrados en lo cultural, en lo sanguíneo, y eso nos va a volar la cabeza a todos. Cuando estos niños en 20 años escuchen de nuevo estas canciones los va a remitir a un lugar precioso, la infancia, el lugar donde todo se puede. Vamos a tener revolucionarios en potencia”, hace estallar la risa.