Presentarse en el Teatro Cervantes con una tragedia griega de Sófocles es un viejo anhelo que, afortunadamente, se transformó en realidad. El lugar donde se desarrolla la obra suma un teatro nacional de prestigio, pero es la potencia de ese texto y la audacia de la apropiación que hizo de él Alberto Ure lo que termina conformando una ecuación única. La actriz y directora Cristina Banegas está orgullosa y feliz. Edipo rey pone en carne y hueso un proyecto que comenzó hace más de 30 años, pero que ahora les devolvió la vida a decenas y decenas de páginas amarillentas. A sus 71 años, el tesón y la determinación de Banegas siguen dando frutos de gran relevancia.

Más de tres décadas atrás, Alberto Ure (fallecido en 2017) y Elisa Carnelli hicieron una traducción de Antígona de Sófocles y la presentaron en El Excéntrico de la 18º, la sala de teatro de Banegas, y luego en la sala Casacuberta del Teatro San  Martín. Pero el prolífico Ure y Carnelli también habían hecho una versión de Edipo rey que nunca lograron presentar en Buenos Aires y sólo registró unas pocas funciones en Rosario. En esta ciudad santafesina, años después y gracias al dramaturgo y amigo Rody Bertol, Banegas pudo dar con esa obra clásica pasada por el tamiz de Ure y decidió llevarla a escena. Convocó al doctor en filosofía Esteban Bieda para intervenir en esos textos y darle nuevos matices. Trabajaron más de dos años: quitaron, dejaron, reescribieron e incorporaron fragmentos de otras tragedias para encarnar un Edipo rey, ahora dirigido por Cristina Banegas, que representa una vuelta a los fundamentos esenciales de las personas.

La actriz y directora enaltece la figura de Ure como un engranaje fundamental del teatro nacional y por eso necesitó llevar a las tablas esta pieza. «Su mirada siempre era acertada. Tenía una manera de armar las obras que era muy singular e interesante. Siempre lo digo: creía que en los gestos y las palabras que pronunciamos persisten todos los gestos y las palabras que vimos y escuchamos de nuestros padres, nuestros abuelos, del teatro que vimos y otras influencias artísticas. Eso caló hondo, desde los últimos años ’60, para ser parte de la sensibilidad de nuestro teatro nacional, sobre todo sus rincones más vociferantes, agitadores y radicales. Por eso, entre otras cosas, quise hacer Edipo rey. Pero lo importante se transmite sin importar el modo. Es interesante cómo algo dicho hace tanto tiempo sigue siendo tan certero como este tipo de textos. Comprobarlo es un placer que te da el teatro», revela Banegas.


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(Foto: Mauricio Cáceres)


«Apenas logré reencontrarme con aquella tragedia que no pudimos hacer en su momento me puse a buscar la manera de concretarla hoy, un poco por el enorme placer que supone y también a modo de homenaje al talento de Ure, gran amigo y gran artista. Por suerte el Cervantes me abrió las puertas y ayudó para producirla, algo que en estos tiempos no es tan fácil de conseguir», reflexiona Banegas, quien también recuerda que el autor decía que para que una obra salga bien hay que organizarla como un asalto a un banco: hay que conseguir una buena banda y un buen plan. La actriz y directora siempre sigue esa máxima y apuesta a una preparación exhaustiva. Edipo rey demandó mucho trabajo de mesa y análisis de texto antes, y luego unos tres meses de ensayo.

El motor de la desdicha

«No es una obra fácil –reconoce la directora–. Da cuenta sobre ese imperativo que exige vivir bien a toda costa y termina siendo el motor de la desdicha. Edipo rey pone en escena las consecuencias de quien se empecina en desoír el mandato que le ordena sufrir, de quien se obstina por evitar el mal y, así, lo agiganta hasta extremos lindantes con lo humanamente soportable, cavando su propia tumba. Eso será siempre actual con esta humanidad».

Banegas dirige esta obra y la considera una de las más perfectas por su estructura dramática. «Estos textos siempre se resignifican y se actualizan. Hablan de un pueblo apestado por todo lo vinculado con los poderes reinantes. No es algo que no podamos ver ahora… Además, Edipo es una pieza que hace referencia a la identidad y la búsqueda de la verdad», puntualiza. Es una obra extraordinaria reinterpretada, pero sin sobreactuaciones o solemnidades. «No hay improvisaciones, fuimos encontrando con los actores el corazón de cada escena, el conflicto y la clave de las relaciones entre los personajes, con sus tensiones y todo lo que da forma a la trama por donde va la acción de la obra», destaca.

«Los actores son un espejo y un testimonio que ayuda a pensar, más allá del género o la temática de las que se nutren esas representaciones. Cada sociedad tiene personas que cumplen ese rol, sus teatristas o sus artistas en general. En otras artes es similar: somos gente de mucha capacidad de resistencia y no nos detenemos. Buscamos siempre algo que decirnos, por amor a la profesión y para reflejar lo que somos de la manera que nos nace.  Y en ese acto también invitamos a los otros a pensar en aquello que ponemos a su disposición», señala Banegas. Y luego agrega: «En todo lo que hago estoy atenta a mi deseo y a lo que la sociedad  pide, afortunadamente mis compañeros estén dispuestos a acompañarme».

Banegas es actriz, directora y maestra de actores. Viene de familia de artistas: su madre, Nelly Prince, fue pionera en la televisión y su padre era productor. A los diez años escribía poemas, pero actuar fue algo que llegó de manera natural a su vida y abrazó con un compromiso sin fisuras. «Jamás lo hice por el dinero o el prestigio –confiesa–. Mucho menos por sentirme que tengo mayor capacidad de análisis o lectura de la realidad que otros. Quien piense a los artistas como alguien diferente está equivocado. Simplemente somos personas a las que nos gusta ser parte de una expresión. Los actores no somos intelectuales. Algunos pueden ser, pero la mayoría no. Hay gente más culta que otra, pero hay otros tipos de talentos que se pueden ver en un actor. También hay sabidurías extremas que vienen de culturas milenarias y no desde lo académico. Depende. Podés ser un intelectual en el sentido más estricto de la palabra y no saber nada porque el saber, el conocimiento, es otra cosa. Lo importante es ser dedicado para aprender a transmitir en cada cosa que hagas». «

Una lucha que no debe detenerse

El Excéntrico de las 18º, la sala de teatro de Cristina Banegas, fue fundada hace 33 años pero nunca vivió una crisis  como esta. «Todas las salas estamos en problemas serios. Pero seguimos en la batalla. Soportamos una política cultural inexistente, por eso somos enemigos naturales de este gobierno. Firmaré toda las solicitadas que sean necesarias, voy a ir a todo acto o marcha que se haga y participaré de los videos que se necesiten para que entiendan que no nos vamos a entregar. Pero no sólo por nuestra tarea, por todo lo que yo crea que puede mejorar la vida de todos. Ellos seguramente estarán en contra porque sólo cuidan a unos pocos privilegiados», señala Banegas.

La actriz y directora no duda. Se compromete con sus espacios de trabajo, pero también con diversos conflictos sindicales, de las organizaciones sociales y de Derechos Humanos en general. «No detenerse es la clave, la lucha siempre continúa. Hay cosas que dan bronca, indignación, angustia, hasta furia. Pero siempre hay que buscar la justicia y la equidad», asegura. Una de sus frases de cabecera es: «Si la realidad te desanima, hay que volver a animarse».

«Está claro que nunca seremos como aquellos que sólo piensan en su bienestar y los que más tienen, como este gente que está en el gobierno –reflexiona–. Han desmantelado toda la política cultural, y perjudicado la educación y salud de manera insólita. Es una locura lo que están haciendo. Hay que resistir e involucrarse para que no nos saquen todo.»

Banegas también es una activa militante por el derecho al aborto seguro, legal y gratuito: «Pienso que vivimos un cambio de paradigma muy importante. Es una enorme alegría ver chicas de 14 o 15 años con tanta lucidez y con un empoderamiento tan importante. Espero que esta ola verde sea imparable y que la ley salga este año».

Dirección: Cristina Banegas. Actúan: Guillermo Angelelli, Raquel Ameri, Liza Casullo, Carlos Defeo, Alberto Fernández de Rosa, Hernán Franco, Elvira Onetto y Pablo Seijo. De jueves a domingos a las 20 en el Teatro Nacional Cervantes, Libertad 815.