La garganta de Claudio O’Connor es uno de los símbolos más representativos del metal nacional. Aunque por estos años él prefiera hablar de rock porque «une más de lo que divide». Su registro chirriante redondeó la identidad de Hermética y marcó la suya para siempre. Desde entonces mucha agua pasó bajo el puente. El nacimiento de Malón, su alejamiento que determinó la disolución de la banda, el nacimiento de Oconnor, la vuelta de Malón, el impasse de Oconnor y ahora el regreso con «La grieta».

«Cuando volvió Malón la idea no era que se hiciera tan largo (risas) Habíamos calculado otra cosa. Empezamos en 2011, flasheamos nosotros, la gente y no paramos más. Oconnor entró en un paréntesis, nos quedamos sin mánager y se complicó. Cuando Pablo (Naydón, batería) publicó una pseudo renuncia pública pensé que ya se había terminado todo. Primero me enojé, después me olvidé y al poco tiempo empecé a sentir la necesidad de tocar juntos. Extrañaba a Oconnor. Justo Hernán me escribió (García, bajo), le hice el llamado que le debía y al poco tiempo ya estábamos otra vez en marcha. Hubo un desgaste, pero supimos superarlo», explica el cantante.

«La grieta» es el noveno disco de estudio de Oconnor. Después del tembladeral interno que significó el regreso del cantante a Malón, la banda logró reconstituirse y se reencontró con buena parte de los aciertos que marcaron sus últimos trabajos. El grupo suena potente y dinámica. Hernán García (bajo), Pablo Naydón (batería), Iván Iñíguez (guitarra) y Fernando Cosenza (guitarra) tienen mucho oficio y le saben sacar partido. La columna vertebral del disco pasa por el pulso compositivo de García, que incluye referencias de Ozzy Osbourne, Black Sabbath, Alice in Chains, entre otras, pero ante todo las administra con criterio y efectividad. A partir de ahí la voz de O’Connor despliega su histórico carisma y más variantes que nunca. Los mejores momentos pasan por “Diminitudes”, “Hijos del hombre”, “Espejismos en el edén” y “Jinetes del rock”. Algún coro de más –sobre el final de «Tu cosecha»– y la balada folk condescendiente –»Vivimos»– no empañan el resultado final.

–Una vez que hablaron y decidieron volver con Oconnor. ¿Cómo fueron apareciendo las canciones?
C.O.: En realidad hace mucho tiempo que Hernán arma todas las canciones y no pregunta nada (risas). O como mucho consulta por educación (risas). Pero yo ya sé que me va a pasar buen material. Esta vez cuando me mandó los demos me gustaba un solo tema. No entendía. Pensaba: «¿éste qué me quiere hacer cantar?». La única que me gustaba es la que se terminó llamando «Bendecido». ¡Te estás enterando ahora! (risas). Pero para estas cosas soy precavido. Hay que darse un tiempo. Masticar bien los temas, ponerle tu onda, pensarlos como los imaginó Pablo, escribir las letras y que encajen…
Hernán García: Las letras son lo que hace que la canción sea una canción de verdad. En los demos que yo le paso todavía son un proyecto. Cuando las palabras se apoderan de la melodía y aparece la voz de Claudio ya tenemos una canción de Oconnor.

–En Oconnor empezaste a ampliar los registros de tu voz y ahora tenés más variantes que nunca. ¿Cómo lo fuiste trabajando?
C.O.: Eso surgió apenas arrancamos con la banda, allá por 1998. Primero me lo propuse yo y después se lo transmití a Hernán. Quería incluir otros timbres de voz y combinarlos. No encerrarme en la voz histórica. Hernán la llama la rayada (risas). En este disco por momentos parece que hay varios cantantes. Tampoco es que me canto todo, pero pruebo cosas diferentes. También lo puedo hacer porque Hernán compone con eso en mente. El artista está obligado a proponer, sorprender, hacerte poner contento y enojado.

–Hernán se transformó desde el principio en tu mano derecha. ¿Cómo se armó esa relación?
C.O.: Somos una pareja, sí (risas).
H.G.: Es un matrimonio artístico.
C.O.: No tenía experiencias muy lindas con bajistas… (N. del R.: se refiere a cuando trabajó con Ricardo Iorio en Hermética). Aunque es verdad que Iorio también componía pensando en mi voz, lo dijo públicamente. Hernán fue uno de los últimos en entrar a la primera formación. Me dijo que tenía algunos temas y pudo haber quedado ahí. Pero tenían una onda bárbara y a partir de aquel momento se construyó el estilo del grupo. Por eso compone toda la música.
H.G: Respetamos mucho la canción. En algunos géneros la música acompaña a la letra. Acá tiene que sonar bien la música y después vienen las letras. Aunque todo tiene su valor.
C.O.: Claro. Esto es rock. ¿Metaleros? ¿Metalúrgicos? Somos rockeros. Lo demás es poner alambrados. ¿A quién favorece eso? Al sistema, que es un masacrador del pensamiento.

–Bueno, pero con Hermética cantabas “Evitando el ablande” (N. del R.: una crítica a las bandas que adoptabas posiciones más comerciales y «poses de discoteca»).
C.O.: Eh… Pero ojo que hablábamos de la pija (risas). ¿Pero a qué ablande nos referíamos? ¿Al superficial de los estilos musicales? ¿O el espiritual? Lo importante es ser una persona fuerte que ejerce su libertad. O que por lo menos lo intente. Todos queremos que nos acepten, por eso tenemos que aceptar a los demás. Si a alguien le gusta Miranda y a mí me gusta Pantera igualmente podemos disfrutar de un asado y de nuestra existencia.

–El disco habla mucho de la libertad. ¿A qué libertad le cantás?
C.O.: Algunos creen que la libertad te la tienen que dar. Por decreto ley, como dijo Macri de la felicidad. Pero no es así. Uno elige ejercer la libertad o no ejercerla. Ser feliz o no ser feliz. Hay que asumir lo que uno quiere o morir en el intento. A eso me refiero. A veces vienen tipos y nos dicen: «yo era muy rockero, tenía el pelo hasta acá, pero me casé». Ese pibe renunció a su derecho a elegir. No me cuentes cómo eras de joven. ¿Tu mujer no te deja? Es bastante triste. Lo importante es seguir en lo que a uno lo apasiona. Se sufre, se pasan momentos duros, pero en lo que uno quiere. El éxito no es contar billetes. Es hacer lo que uno quiere.
H.G.: El éxito también es la vigencia. Que después de tantos años la gente se interese por lo que hacés. Que venga un pibe y te diga que tal tema nuestro lo escucha desde que nació la hija y nunca se va a olvidar es impagable. Esas historias te alimentan el corazón. O que te digan que tienen una banda porque de alguna manera los inspiramos. Ese es el éxito.

–¿Por qué el título «La grieta»?
C.O.: Escuchaba esa expresión todo el tiempo. Eso influyó. Pero no nos referimos a la grieta de la que hablan los noticieros. Nos referimos a las grietas que tenemos los seres humanos. Por la piel, las religiones, los gustos musicales… Yo tenías tres ideas de títulos. Pero Hernán eligió «La grieta».
H. G.: Me pareció que es un titulo amplio y a la vez oportuno.

–El disco también tiene referencias espirituales. ¿Profesan alguna religión?
C.O.: En este disco Pablo (Naydón) también está muy involucrado en las letras. En realidad es simple. Nos sentimos bendecidos del destino que nos tocó. No profesamos religiones. Pero tampoco estamos para defenestrar a quienes lo hacen. Sí nos motiva lo que predicó Cristo. El sermón de la montaña y otros. Los pájaros no trabajan para comer y Dios les provee comida. Es algo para pensar. Jesús fue el primero en echar a los que querían hacer de la Iglesia un lugar como La Salada. Pateó al carajo todo lo que no era espiritual. Cristo fue el primer rebelde del rock and roll.

–En «Egos en liquidación» se menciona a un líder y se utiliza la expresión «viste de mocasines». Hubo un presidente que usaba mocasines. ¿Se refieren a él?
C.O.: No, no. No va para ese lado. Relacionamos a los mocasines con lo superficial. El tema va contra lo superficial. Como «Diminitudes», que dice «Nací para ser lo que soy. No me dará la muerte un ataúd». Veremos qué viene después de la muerte. Pero no vivimos para un cajón lindo y que nos lloren en un velorio.

–¿Cómo surgió «Jinetes del rock», el homenaje a Black Sabbath?
C.O.: Cuando escuché el demo que me mandó Hernán era un tema muy Sabbath. Cada tanto se me prende la lamparita y pensé en dedicarle la letra a Black Sabbath como una forma de agradecimiento. Por eso nombro temas y títulos de discos. Es una de las canciones que más repercusión generaron.

–Sos fan de Facundo Cabral y Iorio también. ¿Llegaron a compartir eso en la época de Hermética?
C.O.: No, no. De grande le di bola a su poesía y me conmueve. Incluso estuve en Guatemala y pasé por el lugar donde lo asesinaron. Tiene cosas muy fuertes. Por ejemplo, «No voy a transar con la muerte por un sueldo y una casa”.

–¿Nunca más te encontraste con Iorio?
C.O.: Para beneficio de los dos, por suerte no.

–¿Cómo vas a hacer para cantar con Malón y Oconnor?
C.O.: Es una situación nueva para mí. Quiero disfrutar las dos cosas. Quiero darle bola a Oconnor. Pero vamos a hacer shows cuidados. No queremos agarrar cualquier propuesta. Ahora vamos a tocar menos y elegir mejor. El público también merece buenas puestas en los shows.

–Siempre tuviste tu carácter. Alguna vez te fuiste de Malón.
C.O.: Sí, soy el más anarco de los cuatro. Pero no me fui porque estuviera enfrentado con alguno de los chicos. Fueron cuestiones internas mías. En su momento ellos intentaron seguir con otro cantante, pero no funcionó. Un amigo mío que es más malo que Bart Simpson le decía Claudio Oclonor (risas). Está todo bien. Siempre tomé mis decisiones, pero también sé escuchar. En realidad en su momento yo no estaba muy convencido de armar Malón. Me parecía que de alguna manera era repetir lo que pasó después de la separación de V8. Me convenció el Tano (Romano, Malón y ex Hermética). Él me dijo (N. del R.: imitando la voz grave y monocorde del guitarrista): “¿Pero cómo? ¿Entonces vamos a dejar de tocar juntos por el pelotudo este?». Tenía razón. Por suerte le hice caso.

Oconnor presenta «La grieta» hoy a las 20.30 en el Teatro Vorterix (Federico Lacroze y Álvarez Thomas).