Las protestas en Estados Unidos por el asesinato de George Floyd crecieron a límites impredecibles y están asombrando al mundo. Tal vez entre los más sorprendidos estén los artistas negros norteamericanos (entre ellos muchos cineastas) comprometidos con las luchas históricas que su pueblo ha emprendido por lo igualdad: pocos como ellos intentaron generar la empatía del público en general y de los blancos en particular para ver si de una vez por todas podían no sólo entender su problemática, sino también participar de la lucha por su definitiva igualdad. Y no sólo de derecho, sino de hecho. Mientras el mundo se pregunta por el derrotero final de este verdadero estallido social -que ya dejó en claro que va mucho más allá del racismo- y sus jóvenes protagonistas intentan construir una conducción política que los aleje del fantasma de la neutralización y cooptación de su fuerza, aquí, en orden cronológico, cinco títulos cinematográficos que toman los levantamiento por temas raciales como una continuidad, una marca constitutiva del nacimiento de una nación.


Mississippi en llamas (1988, de Alan Parker)

Un año antes de que estallara el movimiento por la igualdad de derechos, en un pequeño pueblo del Mississippi profundo -donde el racismo no sólo es hecho, sino también derecho-, tres activistas por los derechos civiles de lo negros desaparecen. Dos son judíos blancos y otro afroamericano. El FBI envía a dos agentes a investigar. Uno, Alan Ward (Willem Dafoe), un liberal del norte; el otro, Rupert Anderson (Gene Hackman), ex sheriff de otro pueblo de Mississippi. Las típicas desavenencias de las parejas policiales del cine norteamericano que muestran también la disimilitud de los puntos de vista sobre el asunto,  de a poco se van transformando a medida que se encuentran con una comunidad atemorizada por el Ku Klux Klan. Pero mientras ellos intentan la salida que “conforme a todos” que siempre es la que no perjudica a los blancos, crece el clima de un estallido que costará vidas y conseguirá algo de justicia y una mejora en los derechos. prensa hace sobre este caso.


Selma: El poder de un sueño (2014, de  Ava DuVernay)

Basada en las marchas por el derecho a voto de los negros que insistentemente iban de  Selma a Montgomery, Alabama, encabezadas por James Bevel, Hosea Williams y Martin Luther King, representa, también, la primera nominación de una directora negra al Oscar. Clásica película épica, sin embargo su relato no es grandilocuente ni busca misericordia, sino que está sostenido en el orgullo de una lucha que, como acaba de verse, aún tiene un largo camino por recorrer. En esa oportunidad, esas marchas obligaron al presidente Lyndon B. Johnson a aprobar la ley sobre el derecho al voto de los ciudadanos negros.


El nacimiento de una nación (2016, de Nate Parker)

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Tomando el nombre de la mítica película a la que muchos especialistas atribuyen valores fundantes de Estados Unidos como potencia mundial, Nate Parker reconstruye una historia real en el sur de Estados Unidos treinta años antes de la Guerra de Secesión. El mismo Parker hace de Nat Turner, un instruido esclavo y predicador -caso excepcional para su tiempo- que, antes las dificultades económicas de su propietario Samuel Turner, se ofrece a ayudarlo para mantener la sumisión y el orden de los suyos. Pero en esa participación activa en el latifundio de Turner, empieza a descubrir la naturaleza de la relación de los blancos con los negros y en esa toma de conciencia organiza el levantamiento con la esperanza de llevar a su pueblo a la libertad. Un buen reflejo de la importancia que la creencia religiosa tuvo para la sobrevivencia y la resistencia de la comunidad.


Enmienda 13 (2016, de Ava DuVernay)

Otra de Ava (una militante de la causa) para explicar todo (o casi todo) lo que le sucede a los negros en Estados Unidos, y por qué. Se trata de un documental que explica que la famosa Enmienda del título, que es la que libera a los negros de la esclavitud, en realidad fue una trampa para continuar con ella pero de una manera más engañosa. La Enmienda abole la esclavitud para cualquier persona excepto para los condenados por un delito. Como luego de la liberación los negros se quedaron sin trabajo (por eso de la libertad de contratación) y entre otras cosas eso los llevó a la bebida cuando no al vandalismo, el paso siguiente fue una batería de leyes y ordenanzas que dispusieran de la prisión de aquellas personas que cometían las faltas que, oh casualidad, cometían los negros ahora liberados. Pero ojo, eso es sólo el principio. Luego hay un montón de vericuetos y huecos legales que el sistema institucional estadounidense explotó para segregar a los negros. Y todo eso lo explica con claridad y elocuencia este maravilloso documental que recorre la historia desde 1865, con todos sus levantamientos y represiones. Y permite entender en buena medida la frase de Barack Obama que abre el film: Estados Unidos tiene el 5 por ciento de la población mundial, y el 25 por ciento de los presos del mundo.


Detroit: Zona de conflicto (2017; Kathryn Bigelow)

Basada en los levantamientos en Detroit en el verano de 1967, el film de la gran Bigelow tiene el acierto de no enfocarse tanto en el afuera como en el adentro. Sin dejar de seguir el conflicto que desata la revuelta (la policía disparó a tres hombres desarmados), el film se ocupa de mostrar y transmitir el terror que atrapa a los que, por decirlo de algún modo, no están directamente involucrados. Son parte no por elección, sino por una estructura que los obliga al enfrentamiento en el peor de los casos, y al silencio cómplice en el mejor. Un buen reflejo de ese cartel que se vio en las protestas de estos días: White silence is violence.