Nunca en 71 años de historia del Festival de Cannes había ocurrido que un argentino abriera la manifestación y tal honor le ha cabido a Ricardo Darín, coprotagonista de «Todos lo saben» junto a Penélope Cruz y Javier Bardem del primer film en castellano del iraní pluripremiado Asghar Farhadi, que abre el fuego del concurso el 8 de mayo para cerrarlo el 19 con la entrega de premios.

Y Darín no estará solo en la Croisette. También llegará su hijo Chino, coprotagonista con Cecilia Roth de «El ángel» de Luis Ortega, único film latinoamericano de todo el concurso oficial pero en la sección paralela «Una cierta mirada», con jurado propio presidido por Benicio del Toro.

Existe gran curiosidad por el nuevo documental de Wim Wenders centrado en la figura de Papa Francisco, «Pope Francis – A Man of His Word», que se
anuncia no como una simple biografía sino como un viaje personal del director alemán a través de las ideas y el mensaje reformista del pontífice
argentino, y de su actitud ante los principales problemas de la actualidad.

El plato ofrecido por el seleccionador Thierry Frémaux, anunciado hoy en una concurrida conferencia de prensa en París, es suculento pero podría
serlo más aún si él no estuviese empeñado en una batalla sin posibilidad de éxito contra las plataformas de Netflix, Amazon y Cía. ya anunciada el
año pasado y que excluía toda posibilidad de invitar a un film que no tuviese distribución fijada en cines en Francia.

Y así «Roma» del mexicano Alfonso Cuarón y otros cuatro títulos de Netflix volarán hacia otros festivales, si es que ningún otro seguirá los
pasos de Frémaux y si antes no se estrenarán en la plataforma, como es más que probable.

Otro título Netflix que en cambio hubiera podido participar en el festival era «The Other Side of Wind», el mítico film que Orson Welles filmó pero
nunca montó por problemas con los productores iraníes y que ha sido resucitado después de más de 30 años por su gran amigo Peter Bogdanovich
con la ayuda financiera de la plataforma.

En efecto, la prohibición impuesta por Frémaux no se extiende a los films fuera de concurso pero el jefe de la Netplix Ted Sarandos decidió él
boicotear al festival, esperando que todos los cineastas que trabajan para él se unan, pidiendo a coro el fin de tal medida.

Este año, Frémaux parece haber renuciado a su añeja política de invitar a viejos amigos del festival en favor de nuevos venidos o de directores poco conocidos. Y así aparte del infaltable Godard con su «Livre d’images» que se anuncia como eso mismo, un film de una hora y media hecho solo de imágenes, mudo pero con una canción revolucionaria como fondo musical, y de los muchas veces invitados Farhadi (Premio ecuménico por «El pasado», mejor guión por «El cliente»), el italiano Matteo Garrone (con «Dogman» sobre la terrible venganza de un peluquero de perros contra el hombre que lo humillaba, inspirado en un famoso hecho policial ocurrido en Roma a finales del siglo pasado), el norteamericano Spike Lee (con «Blackklansman» sobre un policía que se infiltra en el Ku Klux Klan hasta ser un importante dirigente) o el japonés Kore-eda Hirokazu (con «Shoplifters») que no falta nunca desde «Padre e hijo» del 2013, hay otros que han estado ya aquí pero sin ganar premios importantes.

Entre estos está la libanesa Nadine Labaki, que entra en concurso por primera vez después del éxito de su ópera prima «Caramel» y de la segunda
«Y ahora adónde vamos», con «Cafarnaum» la ciudad en la que Jesús hizo muchos milagros, el chino Jia Zhang-ke a su tercera aparición consecutiva en
Cannes después de su León de oro veneciano por «Naturaleza muerta» en 2006, que con «La ceniza es blanca pura» cuenta una historia de amor violento entre 2001 y 2017, el sudcoreano Lee Chang-dong, parsimonioso autor de solo cuatro films en lo que va del siglo, tres de los cuales en Cannes con este «Burning»y premiado por la FIPRESCI en Venecia en 2002 por «Oasis», mientras la joven italiana Alice Rohrwacher, hermana de la más talentosa actriz del momento, Alba Rohrwacher, se confirma como abonada exclusiva de Cannes con su tercer largometraje, «Lazzaro Felice», después de haber ganado exageradamente el Gran Premio Especial de Jurado con su segundo, «Le meraviglie», en 2014.

El polaco Pawel Pawlikowski, por ejemplo, con cinco films en su haber, entre los cuales el premio Oscar «Ida», nunca había estado en Cannes y ahora
trae «Guerra fría», historia de amores desencontrados detrás de la cortina de hierro, mientras el norteamericano David Robert Mitchell había debido
conformarse con dos invitaciones a la Semana de la Crítica, reservada a primeras y segundas obras, y es con la tercera, «Under the Silver Lake»,
historia de una obsesión, que entra en la liga mayor. 

Pero el concurso en Cannes es también un llamado al mundo entero para que abogue por la libertad de dos cineastas encarcelados en su propio país y su
presencia estará seguramente representada por una silla vacía: se trata del iraní Jafar Panahi (León de oro en Berlín 2015 por «Taxi») que trae «Tres
caras», salido clandestinamente del país, y el ucraniano Kirill Serebrennikov, que conquistó con su debut en Cannes en 2016 con «El
estudiante», sobre un extremista cristiano-ortodoxo, y que ha logrado sacar del país a su último film, «Verano», del que nadie sabe nada.