Una pandemia anticipadora del Covid 19, pero que no afecta a los pulmones sino a la memoria de la gente, es el tema del film griego “Mila” (Manzanas) del debutante en el largometraje Christos Nicou, que inauguró la sección oficial “Horizontes”, que cuenta con jurado propio presidido por la realizadora francesa Claire Denis, además de un premio del público.

Nicou tiene 36 años y a los 28 dirigió en 2012 su corto “Km”, exhibido y premiado en 2012 en más de 40 festivales internacionales, luego de lo cual se acogió a la sombra de cineastas de gran valía como su compatriota Yorgos Lanthimos, del que fue asistente en “Diente de perro”, y de Richard Linklater.

Estamos en un país indefinido donde se ha desatado una pandemia de amnesia irreversible aprovechada por los médicos y el gobierno para imbuir en los contagiados una memoria standard perfectamente manipulable.

El único recuerdo del protagonista es el gusto de su fruto preferido, la manzana, que de alguna manera lo conectará con recuerdos aislados de su vida y le permitirá, único de sus semejantes, recuperar su identidad.

Parábola de una sociedad dispuesta a renunciar a sus derechos y a su individualidad en aras de una normalidad colectiva piloteada, “Manzanas” no es sin embargo un panfleto ni fue inspirado por la pandemia actual, dado que el film fue terminado mucho antes de la crisis mundial del Covid19. En la misma sección fue seleccionada una verdadera joyita: “Gaza mon amour”, historia de amor contrastado de un maduro solterón por una viuda, ambientada en el enclave palestino de Gaza, donde el asedio ha provocado miseria y expatriación de masa.

Obra de dos hermanos mellizos (la última moda del cine mundial), Tarzan y Arab Nasser, “Gaza mon amour” desliza en esta simple historia de amor una serie de notaciones críticas sobre la situación política y económica del enclave, razón por la cual ha debido filmarse en Jordania y Portugal mientras la postproducción fue hecha en Francia.

Entre las muchas virtudes del film cabe señalar la magistral actuación de Hiam Abbas, la Anna Magnani palestina. Este primer festival de clase A con participación física de público y de crítica desde que se declaró mundialmente la pandemia en marzo pasado, fue también la ocasión para un congreso al más alto nivel de directores de festivales en el que se plantearon una serie de puntos de encuentro, solidaridad y de participación.

Convocados por los directores de Venecia y Cannes, Alberto Barbera y Thierry Frémaux, José Luis Rebordinos de San Sebastián, Carlo Chatrian de Berlín, Karel Ocho de Karlovy Vary, Lili Hinstin de Locarno y Vanja Kaludjerchic de Rotterdam convinieron en unir fuerzas para afrontar esta pandemia que amenaza con socavar los mismos cimientos de la industria cinematográfica y por ende la misma existencia de los festivales.

“La labor de un festival es descubrir, alimentar y desarrollar talentos y profesionalidades” y es deber de sus directores es “instar a las instituciones para un apoyo a los festivales qu deben afrontar este difícil reto futuro” afirmaron los congresistas.

Frémaux, que es además director de la Cinemateca de Lyon, expresó palabras de sostén a la Cinemateca Brasileña por la difícil situación por la que está atravesando.