“Estamos muy contentos. Vivimos casi dos años de crisis en los que no tuvimos violinistas estables. En un momento empezamos a sentir el olor de que esto se podía transformar en un kiosco y no nos gustó nada. Pero encontramos a Manuel (Quiroga) y Emanuel (Teper) y desde ese momento otra vez todos compartimos un proyecto artístico”, revela Ignacio Varchausky, contrabajista y uno de los fundadores de la Orquesta El Arranque. Y, casi sin respirar, agrega: “Llegar así a los 20 años me parece espectacular. Hicimos un recorrido casi surrealista, nos sentimos un grupo otra vez y la gente se sigue entusiasmando cuando nos escucha: algo bien debemos haber hecho”.

La alegría de Varchausky no tiene nada de caprichosa. Habla de un presente en movimiento, de un futuro repleto de planes y de un pasado que tuvo bastante de cruce de Los Andes cultural. Allá por principios de los 90 el tango padecía una de sus crisis más profundas. La mayoría de los grandes maestros ya no estaban, los que quedaban sufrían del olvido o de condiciones de trabajo excluyentes y las nuevas generaciones –tan necesarias para la continuidad de cualquier género– brillaban por su ausencia. Hasta que un puñado de músicos se lanzó a recuperar una información maltratada y casi perdida. Varchausky y compañía desplegaron una enorme capacidad y devoción para redescubrir el lenguaje del género y desde ahí construyeron una obra y una carrera distintiva.

En estas dos décadas la Orquesta El Arranque editó siete discos, compartió proyectos con maestros como Leopoldo Federico, Julio Pane, Raúl Garello, Mauricio Marcelli, el Tata Cedrón, Nelly Omar y “extrapartidarios” como Wynton Marsalis, Leo Masliah y Kevin Johansen, entre muchos otros. También tocaron en más de 250 ciudades de Europa, Asia, USA y Latinoamérica.

Varchausky rara vez se detiene. Convocado por Gustavo Santaolalla, ya está trabajando en un libro sobre los mejores cien discos del tango; en breve producirá un álbum de bandoneón solo de el gran Víctor Lavallén; y para el año que viene prepara un disco y una gira conjunta de El Arranque y el propio Lavallén. Los festejos por las dos décadas de la orquesta pasaron por Bélgica, Francia, Luxemburgo y Colombia. Pero el presente inmediato es el ciclo de presentaciones que empieza hoy y el flamante “20 años. En vivo en Café Vinilo”.

–Tardaron seis años en llegar a este disco. ¿Tiene que ver con la crisis de la que hablabas antes?
–Sí. Nosotros históricamente generamos mucho. Cada dos años o un poco más sacábamos un disco o lanzábamos algún espectáculo en vivo con un concepto particular. Pero está vez sufrimos esa crisis o transición a la que me refería antes, en mi caso tuve que superar momentos personales difíciles y las cosas se fueron demorando. Incluso antes habíamos grabado otro disco en vivo, pero no nos terminó de cerrar y no lo editamos. Por eso “20 años. En vivo en Café Vinilo” es una revancha. Una revancha en el buen sentido, una revancha ante las dificultades que impone la vida. Por repertorio y por nuestra situación general este es un disco mucho mejor.

–¿Qué es lo que más te entusiasma del disco?
–Son 16 temas que reflejan todo lo que queremos mostrar, todo lo que somos hoy. Está buena parte del repertorio que hacemos con Juan (Villarreal), que no lo teníamos grabado; arreglos muy lindos como el de “Arrabal”; un par de temas de nuestro repertorio histórico como “Pa’l arranque” y “El Choclo; composiciones propias nuevas, como “Callando nos entendemos” (Martín Vázquez), “A los nuevos milongueros” y “Enigmático” (Camilo Ferrero); una versión de “Milonguero de hoy”, que habíamos grabado con Leopoldo Federico; un tema de Juan Serén muy lindo, “Yuyal”, y las participaciones de Lucas Martí y Fernando Cabrera. Me parece que refleja lo que es hoy el grupo. Siempre nos mostramos como somos, pero ahora estamos en un momento muy pleno. Además, es nuestro disco más gobbiano. No porque suene igual a la orquesta de Gobbi. Me refiero a lo filosófico, eso de manejar muchos recursos estilísticos del género y acomodarlos, en este caso, a nuestro gusto.

–La participación de Cabrera y Martí para un sector del tango puede ser casi un sacrilegio.
–Hoy Lucas Marti y Fernando Cabrera son dos de los más exquisitos creadores de canciones en español. Los admiramos desde hace rato y se dio todo en forma muy natural. Porque llamar y convencer a algún músico sólo por el cartel no es tan difícil. Pero nosotros buscamos por otro lado. Creo que la clave pasa por encontrar los puntos de encuentro con esos artistas. Por eso nos parece que “La premisa” (Lucas Martí) y “Críticas” le aportan mucho al disco. También incluimos “Yuyal”, de Juan Serén, un tema hermoso de uno de los compositores de tango más interesantes de este último tiempo. Te cuento una infidencia: contratamos gente para que nos haga dos videos durante los shows. Les dijimos que sean sobre “Milonguero de hoy” (Federico/Requena) y “Amarras” (Marchisio/Santiago). Pero después en la mezcla volvimos a escuchar y nos dijimos: “¡Que poca fe nos tuvimos!”. Hoy elegiríamos “A los nuevos milongueros”, el instrumental de Camilo Ferrero, y “Yuyal”, cantado por Juan Villarreal. A veces uno mismo puede tener prejuicios. Para ya vamos a hacer los videos de esos temas.

–¿A lo largo de estos 20 años tuvieron que superar muchos prejuicios?
–Claro. Propios y ajenos. No nos casamos ni con la mirada más conservadora del género ni con los talibanes rupturistas. Con el tiempo encontramos nuestra estética y nuestro gusto. Desconfiamos de todos los dogmas. Nosotros mismos pasamos muchas etapas. Al principio queríamos pertenecer al tango. Ser los mejores alumnos. Conocer cada detalle del lenguaje, tener el mejor estilo, el mejor repertorio, la camisa justa… No reniego de eso. Pero son momentos. También pasamos la de querer demostrar todo lo aprendido y terminamos tocando y arreglando de más. Es casi inevitable. Creo que con los años fuimos encontrando la síntesis y este disco me deja particularmente conforme. Me parece que tiene los mejores marcatos en cuatro, las mejores sincopas y los mejores arrastres de la historia de El Arranque. Quizás para alguno es una tontería, pero es algo que buscamos siempre.

–Son un septeto, pero pareciera que siempre buscaron la sonoridad de una típica y lo lograron. ¿Lo vivieron así?
–Esta bueno lo que me decís. Nosotros investigamos toda la historia del tango. Somos fanáticos. Con discos, partituras y con la generosidad de muchos maestros. Pero nuestro mayor foco lo pusimos en las típicas de los 40 y 50. Tenemos la misma sonoridad, esa que hace única al tango en todo el mundo, pero con dimensiones mas reducidas. A lo largo de los años más de una vez nos han dicho que no somos una orquesta por la cantidad de músicos. Julio Nudler, que era muy hincha nuestro, también nos lo decía. Yo le respondía que no me gusta la expresión septeto. Me suena a siete individualidades. Orquesta me transmite la idea de equipo. Y además, desde una perspectiva histórica, en los discos de (Julio) De Caro no decía sexteto: decía orquesta u orquesta típica.

–Fueron claves en el despertar del tango de mediados de los 90. ¿Qué tan presente lo tienen?
–Disfrutamos todo lo que vivimos. Recorrimos un largo camino. Nos damos cuenta que tenemos un violinista de gran talento que tiene 22 años y conoce solos de nuestro segundo disco porque los escuchaba antes y le gustaba nuestra música. Esas cosas te dan alegría y te dejan pensando. Cuando dicen que fuimos fundamentales en la nueva movida del tango por una lado me gusta y por el otro no me termino de hacer cargo. Es difícil de analizar estando tan metidos. Pero sí es seguro que hemos contribuido. Pensar que para la mirada más conservadora del tango nosotros seguimos siendo los jóvenes. Pero ya esta claro que hay una o dos generaciones que aparecieron después de nosotros y aportan lo suyo en el tango. Eso es muy bueno para todos.

–Por la orquesta pasaron muchos músicos y algunos como Ariel Ardit y Ramiro Gallo hicieron carreras solistas importantes. ¿Cómo viviste esas  experiencias?
–Con mucha felicidad. También mencionaría a Ramiro Boero y a Guillermo Rubino. Nos da mucho orgullo que les vaya bien porque son grandes artistas y dejaron una contribución real en El Arranque. Algunos de ellos incluso se formaron con nosotros. Así que ahora festejamos sus éxitos y también nos sentimos un poco parte de sus logros.

El Arranque presenta “20 años. En vivo en Café Vinilo” los viernes 7 y 14 de octubre, y los sábados 8 y 15 a las 21hs., en Café Vinilo (Gorriti 3780). Invitados: Lidia Borda (viernes 7), Lucas Martí y Rodrigo Perelsztein (sábado 8), Víctor Lavallén (viernes 14), y Lucas Martí y Noelia Moncada (sábado 15).

Orquesta El Arranque: Camilo Ferrero (primer bandoneón y arreglos), Marco Antonio Fernández (segundo bandoneón), Manuel Quiroga (primer violín), Emanuel Teper (segundo violín), Martín Vázquez (guitarra eléctrica y arreglos), Ignacio Varchausky (contrabajo), Ariel Rodríguez (piano y arreglos) y Juan Pablo Villarreal (voz).

La opinión de los colegas

Por Sonia Possetti (pianista, compositora y arregladora).

El Arranque sin duda reinstaló el formato orquestal en la escena musical de los 90, donde las orquestas que había eran muy pocas y estaban lideradas por los grandes maestros del género, tales como Julián Plaza, Leopoldo Federico y Osvaldo Piro, entre otros. La particularidad que se empezaba a instalar a mediados de esa década era que la orquesta estaba formada por músicos muy jóvenes y a la vez pares, sin director. Este formato, casi sin darnos cuenta en todos esto años, se multiplicó y lo que era una rareza hoy ya no lo es. Esa piedra basal la puso El Arranque. Aunque se iniciaron como quinteto (fui testigo de esos comienzos entre compañeros y colegas de la Empa) fue con el formato orquestal cuando lograron su propia identidad. Celebro todos estos años de trabajo y desafíos recorridos. ¡Salud, colegas! ¡Y que sean muchos más!!

Por Andrés Linetzky (pianista, compositor y arreglador)
El Arranque es ante todo un grupo de amigos. Gente que conozco desde hace más de 20 años. Recuerdo cuando vi por primera vez en la Empa un cartel de El Arranque, por entonces un quinteto, que iba a debutar. Creo que fue en el 95 o 96. Desde ahí conocí rápidamente a Ignacio y viví en paralelo el crecimiento de El Arranque. También tuve el gusto de escribir varios arreglos para ellos. Admiro mucho la versatilidad que han tenido para mantener el grupo durante 20 años. Creo que en un conjunto es fundamental el sentido de pertenencia y de proyecto, y El Arranque siempre ha tenido esas cualidades. Por eso siguen haciendo cosas y seguirán. Todos tiran para el mismo lado. De ahí el éxito que tienen y la música tan buena que hacen. Es una alegría que un grupo así siga en movimiento. Ojalá continúen 20 años más.

Por Lidia Borda (cantora)
Me acuerdo cuando me convocaron por primera vez para cantar con ellos. Creo que fue en el 2000. Ensayamos “Fruta amarga” en la Casa del Tango vacía y no lo podía creer. Toda esa masa sonora llena de fuerza y belleza me conmovió. Era la primera vez que cantaba con una orquesta y me tocó una muy especial. Escuchar ese sonido era reencontrase con un legado que parecía extinguido. Tenían un entusiasmo revolucionario y un profundo amor y conocimiento del género. Fueron precursores y muy influyentes. También innovadores. Y tienen una gran capacidad para gestar y concretar ideas. De su formación salieron músicos muy importantes como Ariel Ardit y Ramiro Gallo. También es muy valioso el aporte de los músicos de El Arranque para la creación de la Orquesta Escuela Emilio Balcarce.