Se va el último aliento de 2017 en un clima tórrido, casi asfixiante. Leyes antipopulares aprobadas con fórceps, represión en las calles, muertes a las que no se les da justicia, despidos masivos y mucho más. La fantasía de que la llegada de un nuevo año resolverá todos los males de este mundo está desactivada antes del primer brindis. Las consecuencias de la estampida del dólar y las promesas de más leyes antipopulares desafían hasta a los negadores más anabolizados. Diego Capusotto se para frente a estos tiempos con ineludible desasosiego. Pero también con la necesidad de hacer, el compromiso de reflexionar y decir, y esa singularísima capacidad para observar, parodiar y articular múltiples registros. No alcanza un Capusotto para enfrentar tanta oscuridad. Aunque las construcciones de su psiquis reconfortan y alumbran otro tono para la resistencia.  

Su nuevo proyecto es 27, el club de los malditos, la película de Nicanor Loreti (Diablo, Kryptonita) que se estrenará este jueves. El film funciona casi como un thriller-psicodélico-rockero-costumbrista y avanza con estética de video clip. La historia comienza con el aparente suicidio del cantante punk Leandro De La Torre. La investigación del caso quedará en manos del policía Martín Lombardo, quien descubrirá que dicha muerte está asociada a la de míticas figuras del rock como Jimi Hendrix, Janis Joplin, Amy Winehouse y Sid Vicious. Lombardo es un agente propenso a los excesos, en conflicto con la fuerza y muy hincha de Racing.  Lombardo es Capusotto. 

–¿Cómo decidiste participar en 27, el club de los malditos?

–Yo ya había trabajado con Nicanor (Loreti) en Kryptonita (2015) y en la serie Nafta Súper (2016). Esas experiencias me impulsaron a participar de esta película. Después se armó una banda muy linda con (Daniel) Aráoz, Yayo, Sofía Gala y Willy Toledo. Participar de una película que me interesa es ganar un espacio de introspección con respecto al personaje y al oficio. Me permite poner la cabeza en un espacio de concentración y disciplina. Para mí actuar es una forma de sentirse menos agobiado. Más todavía en estos tiempos. Los resultados finales ya son más un misterio y tienen directamente que ver con la mirada del director y montajista.

–¿Hacer de policía fue un desafío extra?

–He hecho de cana más de una vez. Pero satíricamente, lo que de alguna manera es más cómodo. Cuando hacés de un policía que cree lo que está haciendo es un poco más complejo. Igualmente, acá también hay cierto juego con la realidad. No es una película testimonial ni interpreto a un cana de un grupo de tareas de los ’70. Esta, en definitiva, es una película de rockeros y eso es un interés que compartimos con Loreti. Y con respecto a mi personaje, a veces es mejor hacer de policía que de rockero (risas). Sobre todo por cómo se ponen algunos rockeros después de los 50.

–Algunos actores expresan que se sienten encasillados porque los convocan para determinado tipo de películas. ¿Te preocupa ese tema?

–No. No tengo predilección por géneros. Hice algunos papeles dramáticos en televisión, en Sol negro y Tiempo final, por ejemplo. Pero es cierto que la gente no me relaciona tanto con ese perfil. En eso influye qué le llega más en términos de difusión y con qué se identifica más. Hasta ahora participé de 14 películas y no tengo desesperación de que me vean hacer tal o cual cosa. Hay proyectos dando vueltas y en algún momento se concretará alguno de esos que se corren de lo que se espera de uno. Esos que generan los «¡Ah, mirá vos!» Pero no tengo necesidad de demostrar que puedo ser un actor dramático. De la misma manera que no le reclamaría a un actor dramático la obligatoriedad de hacer reír para que se reciba de actor.

–Este año Peter Capusotto y sus videos salió por Canal 9, pero con capítulos de 2016. ¿Tendremos una temporada con material nuevo en 2018?

–Con Pedro (Saborido) tenemos muchas ganas. La idea es hacer unos diez capítulos de 30 minutos. Construimos una relación afectiva muy profunda con el programa y queremos continuarla. No tenemos intención de hacer otro formato. Vivimos tiempos muy movilizantes y hacer el programa es una forma de luchar contra la angustia y dejar algo. Padecemos un relato muy obsceno y frente a eso uno se activa más. No sabemos por dónde, quizás por Internet, pero queremos hacer otra temporada de Peter Capusotto y sus videos.

Sin especulaciones 

La era menemista puso en evidencia extrañas figuras morales. Una de las más curiosas eran los indignados de los últimos 15 minutos. Aquellos actores y músicos que de la noche a la mañana descubrían las consecuencias del modelo y los denunciaban con entusiasmo, acompañando el humor social y ya lejos de pagar cualquier tipo de costo. Nadie está obligado a nada. Pero en tiempos de tantos retrocesos económicos, de derechos sociales cercenados y de libertades coartadas, algunos silencios “prudentes” no dejan de llamar la atención. Capusotto no mide consecuencias: «No me gusta esa actitud de no hablar de política por miedo a que determinada gente no mire un programa, una película o lo que sea. Me parece una actitud muy miserable. Yo digo lo que pienso y que cada cual haga lo que quiera». 

–¿Cómo viviste la sanción de la ley de reforma jubilatoria? 

–Fue muy fuerte. Vivimos un escenario complejo con un Gobierno que tiene una dirección muy clara y va para adelante. No se trata de un Gobierno que gobierna para los ricos: son los ricos gobernando para ellos mismos. Adentro del Congreso están ellos y los que les son funcionales, como un sector del PJ. Y afuera estaba la gente reclamando más que legítimamente y un grupo de tirapiedras que no sabemos si están pagados por el PRO, si son troskos funcionales o qué carajo. Desgraciadamente la organización en la calle no pudo aislar esas expresiones que evidentemente ayudan al Gobierno. Porque después lo único que pasan los canales masivos son los piedrazos. Este es el Gobierno de los malos, de los ricos y los socios eternos del imperio. Al lado de estos, cualquier cachivache del kirchnerismo es un Teletubbie (risas). Pero comprendo que López y los bolsos pegan más que los Panamá Papers, entre tantas otras cosas. 

–¿Tu hija fue a manifestarse al Congreso?

–Sí. Tiene 19 años. Militaba en el Movimiento Evita. Ahora se junta en un centro cultural y generan cosas desde ahí. A mí me hubiera gustado ir, pero se me complica un poco. Me encantaría ir como uno más y no se puede. Pero no saco el cuerpo para nada. Cada vez que tengo la oportunidad digo lo que pienso y no escondo nada.

–¿Ves algún punto de inflexión con la salida masiva de la gente a la calle y los cacerolazos?

–No está claro. Parece difícil. Pero hay un sector de votantes que son más volátiles. Que les chupa un huevo lo de (Santiago) Maldonado, el asesinato por la espalda de (Rafael) Nahuel y que no haya respuesta sobre la desaparición del ARA San Juan y sus 44 tripulantes. Veremos cómo evoluciona.  En la dinámica argentina es muy difícil adelantarse. Pero estas políticas dejan a la mitad de la población afuera del modelo y para eso van a estar las fuerzas de seguridad.

–Hasta no hace mucho se decía que Cambiemos encarnaba una derecha moderna. ¿Los hechos del Congreso y otros tantos los muestran más clásicos que nunca?

–De moderno sólo tiene que algunos vienen del rock y sobre todo que leen mucho a Ayn Rand, una rusa nefasta que se fascinó con EE UU y decía que el mundo es de los intelectuales, los empresarios y los ambiciosos. Y los que quedan afuera que se arreglen. Lo que hay que analizar es a sus votantes. Hay tipos que corren a Cristina por izquierda, pero votan a Cambiemos. ¿Qué sentido tiene eso? Ahí uno piensa: «bueno, chicos, cuidado con la medicación» (risas). A la izquierda de Cristina está el Partido Obrero. Y a veces no sé si está a la izquierda (risas). O mirás a los radicales y te querés matar. Vienen de De la Rúa y pasaron a Macri. Evidentemente se esforzaron muchísimo y lograron caer todavía más bajo (risas). «

Fútbol para pocos

Otra de las fabulosas noticias que trajo 2017 fue la desaparición de Fútbol para Todos. Diego Capusotto es un reconocido hincha de Racing y otra víctima de la imposibilidad de seguir viendo a su equipo favorito sin pagar el peaje de los sistemas codificados. ¿Qué habrá ganado en la decisión de Capusotto? ¿El fervor por Racing o las convicciones ideológicas?

«No, señor. Soy argentino, me acostumbré a ver el fútbol gratis y no les pago nada (risas). No quise abonar ningún codificado. Siempre me gustó más ir a la cancha que ver los partidos por la tele. Pero ahora hace bastante que no voy. En estos tiempos a veces me entero cómo va el partido por la radio y otras por la web después de terminado. El otro día de casualidad me encontré con esos canales que en lugar de pasar el partido transmiten a las hinchadas cantando. Fue un mensaje contundente: ‘¿Ven, chicos, que con plata y a lo sumo un poco de paciencia siempre hacemos lo que queremos?'».

Espiritualidad y política

Diego Capusotto casi no deja tema sin tocar. Ya sea desde sus opiniones personales o desde las de sus personajes –que siempre incluyen una toma de posición–, diversos asuntos del plano concreto y del más allá pasan por su singular tamiz.  

–¿Cómo te llevás con la religión y con la espiritualidad?

–Veo a la religión como una organización política que coacciona a los seres humanos desde hace miles de años. Lo espiritual ya es una decisión personal, parte de la necesidad de generar una ligazón con algo misterioso que puede estar cerca nuestro o no. Con esa búsqueda y con la fe no tengo ningún tipo de problema. Sí, tengo problemas con los organismos de control. Con otro tipo de Iglesia a los 12 años todos hubiéramos tenido educación sexual, comprenderíamos mejor el erotismo femenino y a lo mejor habría menos abusos y gente frustrada. Más allá de que el capitalismo abusa muy democráticamente de hombres y mujeres (risas). La mujer siempre está en una situación de mayor vulnerabilidad y la falta de educación sexual genera mucho daño.