Entre las varias definiciones que existen de artistas populares, una sostiene que es aquel que sabe por donde pasan las coordenadas de sentido de su tiempo y es capaz de revelarlas en una obra; no importa su soporte, tampoco mucho su extensión: lo fundamental es su capacidad de explicar, de hacer comprensible para quien accede a ella, una verdad. Frenkeltronic, el último disco de Diego Frenkel que vio la luz (y la arrojó sobre la realidad para iluminarla) sobre fin del 2019, es un gran ejemplo.

“Ya me dijeron que el disco tiene un carácter anticipatoria; obviamente no había ningún tipo de especulación -ríe fuerte desde su aislamiento hogareño Frenkel-. Desde el primer momento sentí que necesitaba hacer un disco dialogara con la contemporaneidad. Después de 35 años sobre el escenario -que cumplo este año-, extrañamente siento que se traza como un puente, como si hubiera saltado casi de manera cuántica de aquel inicio con Clap a hoy. Es un juego, claro, pero tiene algo de verdad: salté directamente de Clap hasta ahora, no haciendo un recorrido temporal evolutivo, sino de modo cuántico. Ese es un presente, éste es otro, y están conectados.”

Escuchar Frenkeltronic en medio del aislamiento pandémico es una experiencia muy singular. Sale una música que suena a un hoy total, pero que no puede dejar de llevar a los ’80 y ’90; mientras, referencias y hasta historias de sus letras parecen haber sido escritas un minuto antes de ser escuchadas. “Me di cuenta de ese salto mientras hacía el material. Dije qué loco: a los 19 años estaba con Christian Basso (bajo), Fernando Samalea (batería) y Adi Azicri (guitarra) en Clap y era futurista. Había mucha tecnología y tenía una teatralidad y una búsqueda performática en escena. Y sobre todo no hablaba desde mi yo personal, en una poesía desde lo cotidiano o el tránsito en mi persona, que fue ese realismo de Escenas de la vida amorosa con La Portuaria, por ejemplo. Hablaba desde un lugar como de médium, encarnaba una voz, y eso se conecta con este disco.”

Cuenta que le llevó tres años de estudio de música electrónica lanzarse a los diez temas del disco: “Fue mucho tiempo de investigar, porque si bien trabajé mucho con la electrónica, lo hice para componer y después aplicarla al sonido de la banda, nunca me había metido de lleno a hacer un disco electrónico completo; después de componer mucho con la guitarra era la posibilidad de reconstruir la música que hacía y encontrar un lenguaje que me hiciera sentir que me renuevo”.

Una renovación que derivó, como en aquel Clap, a la construcción de que el sonido también fuera imagen. Con la ayuda de Mayra Bonard, Robert Bonomo y Pablo Bordenave, “se terminó constituyendo un espectáculo en el que necesitaba sentir que tocaba con otros en vivo pero no con una banda de rock”. Entonces su sumaron al trabajo bailarinas y junto con “Josefina Gorostiza y Matías Sendón armamos este show que sólo pudimos presentar cuatro veces”, ríe.

-¿Se puede decir que pusiste la oreja en el asfalto y escuchaste algo que estaba vibrando?

-Estuve leyendo un poco que nuestra construcción como personas, como sociedad, que está muy basada en los mitos de manera no consciente. Está un poco planteada en (el tema) «Politeístas». Sentí que necesitaba hablar de lo que se estaba haciendo ominoso y percibía que estaba sin decirse. Sin dudas este virus le está planteando un límite a la humanidad, por lo menos a gran parte de ella. Que no sabemos entre qué y qué es, pero sí que va haber un antes y después. Hay mucha gente que está sufriendo mucho y hay que considerarla cuando se habla filosóficamente de esta situación. Los que podemos estar en un campo de reflexión es porque tenemos para comer, o estar en una situación bastante privilegiada como en mi caso: tengo un estudio en mi casa, puedo trabajar online, tengo mis ahorros y estoy acompañado. Pero consideremos que esta situación es extremadamente crítica para muchísima gente; extremadamente. Me pongo en la posición de poder comprender a esa gente y también poder entrarle a los que ingresan en un espacio de reflexión. Y creo que se cristaliza algo de la brutalidad, la injusticia y el absurdo de un sistema cibercapitalista en el que estamos viviendo. Veníamos en una aceleración tan fuerte que, inevitablemente, como en la física, tanta aceleración hace que en algún momento entres en una quietud; como alcanzar la velocidad de la luz, al final se aquieta todo. Realmente siento que es una respuesta del Cosmos y la naturaleza a esto, y espero que nos sirva a la humanidad para poder tener otra óptica.

-Diego Frenkel presentará en vivo Frenkeltronic este martes 7 de abril a las 20 horas por su Instagram: https://instagram.com/diegofre…