De entre aquellas pequeñas cosas que hacen al folklore de la rutina de estudiante, la tabla periódica se ganó un lugar de privilegio. Por colorida, por huidiza (casi siempre se las arregla para escabullirse entre las hojas de carpetas y libros) y hasta por misteriosa: buscar palabras impensadas en horas libres puede deparar hallazgos casi surrealistas. «Es cierto –coincide Diego Golombek–. Californio o Europio son nombres maravillosos para ponerle a un perro», bromea el investigador en relación a esos elementos químicos poco conocidos que el piberío descubre y festeja.

El también docente, especialista en Ciencias Biológicas y uno de los divulgadores científicos más destacados, explica con entusiasmo por qué ese pequeño compendio de cartón lleno de fórmulas tiene ahora su reivindicación en La casa periódica, el nuevo programa que conduce por Encuentro. «La tabla periódica es un tema extraordinario para contar la ciencia, porque poder ordenar todo lo conocido de acuerdo a un criterio es una de las más grandes aventuras de pensamiento. Parece una pavada, pero es una especie de Señor de los anillos: una tabla que organiza todos los elementos químicos conocidos y desconocidos».

Foto: Canal Encuentro

En efecto, la proeza que impulsó el químico ruso Dimitri Mendeleiev a fines del siglo XIX fue crucial para la ciencia moderna, pero en el caso del flamante ciclo televisivo, además, la idea es mostrar cómo se relaciona con nuestras actividades más nimias. «Los elementos están presentes todo el tiempo en la vida cotidiana», cuenta Golombek. «Podemos hablar de helio, carbono, nitrógeno, oro y plata, que son reconocibles para todos. Pero también están las tierras raras, otros minerales que resultan fundamentales para desarrollar la tecnología que conocemos actualmente. En la tabla está todo, y es una materia pendiente desmitificarla como ese tema medio inentendible que nos tomaban en Química de cuarto año, para contar cómo se llegó a pensarla y por qué es algo tan importante no sólo para la ciencia, sino para la cultura».

Ciencia y John Lennon

El objetivo se plantea desde el mismo nombre del programa. «Se llama La casa periódica porque queríamos relacionar la tabla periódica a lo que pasa en una casa. Remite un poco a la frase de la canción de John Lennon, donde él dice ‘la vida es eso que pasa mientras estás ocupado haciendo otros planes’. Nosotros queremos contar que la ciencia también ocurre cuando no te das cuenta, y la química en particular, sucede cuando estás en tu casa, y sin que te des cuenta tampoco», explica Golombek. Así, se pensó en un formato de cuatro capítulos dedicados a gases, metales, no metales y tierras raras. «Primero se armó un orden químico, luego está la vida cotidiana, y para eso se creó una ficción donde una madre y una hija van viviendo distintas situaciones que se relacionan con la tabla periódica». El humor es el ingrediente secreto de la serie: «Está Atomito, que es un personaje cómico que hace Julián Lucero, pero que también tira información real, lo vemos a través de una lente, como si estuviéramos observando un microscopio que fuera capaz de ver los átomos, y él nos va contando cómo están los electrones, el núcleo del átomo, los protones, todo de una manera muy divertida».

La propuesta se completa con un segmento a cargo de la profesora Florencia Servera, donde se despliegan experimentos «más o menos caseros» –dice el entrevistado– con distintos elementos. Y todo, aclara también Golombek, filmado de una manera cinematográfica que le aporta mucho a una historia de por sí singular. «La tabla periódica es una gran aventura para la química. Mendeleiev dejó asentado un criterio que es un libro, una Biblia donde incluso calculó que, al aparecer nuevos elementos, tengamos un lugar donde ponerlos». El origen del invento tiene su propia leyenda: «Es muy linda, porque incluye sueños. Mendeleiev cuenta en su diario que estaba una tarde muy fría en su casa de San Petersburgo, y se quedó dormido en el sillón frente al fuego. De pronto, las llamas empezaron a bailar y a hablarle, y él vio en ese trance cómo los elementos caían del cielo o del techo y se ordenaban según un cierto método, aunque lo que no cuenta es la cantidad de botellas de vodka que tenía al lado del sillón (risas). En cuanto se despertó de ese sueño, Mendeleiev anotó esa forma de ordenar lo elementos de acuerdo a su número atómico, su valencia, etcétera, tal como caían perfectamente en columnas y filas que compartían ciertas propiedades». 

Cuestiones fácticas

Como docente, Golombek opina que iniciativas como La casa periódica es una de muchas estrategias que deberían aplicarse para mostrarle a los más chicos cómo la ciencia es mucho más que aquello que se suele enseñar. «La curiosidad sigue estando ahí, pero no la fomentamos especialmente desde la educación en ciencias, que en general está más orientada a las cuestiones fácticas y aborda muy poco el pensamiento, la visión científica del mundo que incluye una parte lúdica, consensos, discusiones que están tan presentes en el aula. Si lo pensamos desde los niveles educativos, el jardín de infantes es tremendamente científico: cuando una maestra se tira en el piso a entender el mundo a través de los sentidos, moviendo esto y aquello, está haciendo claramente ciencia. En la primaria eso tiende a desaparecer casi cuantitativamente, porque hay muy pocas horas de enseñanza de ciencias. Y en la secundaria todo se compartimentariza; la hora de química o la de física no tiene nada que ver con la de matemática, lengua o historia».

En suma, se trata de cambiar la mirada desde la cual se imparte el conocimiento. «Estaría bueno ver el mundo de una manera más integral, y en todos los casos, fomentar mucho más la experimentación», dice el investigador. «También está la importancia ineludible de la enseñanza no formal: que haya muchos más clubes de ciencia, tecnotecas (como ahora se están inaugurando en muchos lugares del país) o museos interactivos de ciencias naturales, que son oportunidades únicas para fomentar vocaciones y generar más preguntas». «

Foto: Canal Encuentro

La casa periódica

Serie documental con la conducción de Diego Golombek y las actuaciones de Julián Lucero y Paula Carruega. Martes a las 21, por Encuentro.