El modus operandi era sencillo y estaba al alcance de la mano. Mediante su celular utilizando la aplicación de citas Tinder, un hombre seducía mujeres haciéndoles creer que era el heredero de un imperio de joyas. Las engañaba con una imagen ficticia y poco tiempo más tarde les pedía una suma de dinero que nunca devolvería. Ese es el núcleo de El estafador de Tinder, el documental llegó a la pantalla de Netflix en calidad de estreno pocas horas atrás, pero el caso tomó relevancia pública y mundial en 2019.

Este notorio caso de fraude es un largometraje que se extiende por casi por dos horas siendo  dirigido por la realizadora Felicity Morris. Pero el centro de esta propuesta no se basa en el perfil del estafador Simon Leviev (el nombre ficticio que utilizaba Shimon Hayut), sino más bien en las experiencias que sufrieron Cecilie Fjellhøy, Pernilla Sjöholm y Ayleen Charlotte, tres mujeres que no dudan en mirar a cámara y relatar con detalle todo lo que sufrieron y vivieron poco tiempo atrás.

Lo cierto es que estas tres mujeres no sabían nada de la otra y sólo las unió la experiencia que tuvieron con el amante estafador que pasó por sus vidas. En ese contexto, la importancia de Tinder fue fundamental: por esa aplicación todas ellas rápidamente conseguían una cita con el hombre que se hacía pasar por multimillonario, y como no podía ser de otra manera en tiempos donde los vínculos se basan en las apariencias exhibidas en redes sociales, también era el protagonista de fotos tomadas en un lujoso jet privado donde se mostraba como exitoso y con un carísimo estilo de vida. Pero para que el engaño fuese más creíble todavía, Simon Leviev contaba con miles de seguidores (llegó a tener más de 100 mil) en la red social Instagram, con lo cual toda la historia encajaba como una gran novela para otras miles de mujeres.

Pero esa era la estrategia digital que luego le daría paso a los encuentros personales. Repitiendo patrones como un modus operandi infalible. Primero sucedería una cita, luego una cena en un restaurante de una ciudad como Londres, Belgrado o Tel Aviv que le daría más verosimilitud a la historia, y más tarde cuando el embaucador estaba con las mujeres luego de una situación íntima, enseguida les decía que había sufrido un ataque personal junto a sus guardaespaldas y les pedía dinero, siempre aduciendo que no podía usar sus tarjetas de crédito debido a sus enemigos en el mundo financiero que quería verlo muerto. Una vez que conseguía el monto que pretendía (cantidad que podía ir desde los 20 mil hasta 150 mil dólares, según el perfil de su víctima), enseguida utilizaba el dinero para engañar a otra mujer, y siempre utilizando Tinder y a su imagen exitosa de hombre de negocios como efectiva carnada.

Se desconoce en realidad a cuantas mujeres el estafador de Tinder logró engañar con sus acciones, pero lo cierto es que la Justicia logró atraparlo en 2019 siendo declarado culpable de robo, fraudes varios y falsificación de documentos, pero todos sucedidos en Israel. Las autoridades de ese país lo condenaron a 15 meses de prisión que más tarde se achicaron a sólo cinco por buena conducta. Lo notorio del documental es que deja en evidencia que todas las estafas ocurridas en Europa no fueron juzgadas, por lo cual Shimon Hayut está libre de culpa y cargo a sus 31 años de edad.

Más allá de su extensión de casi dos horas, lo cierto es que en ningún momento se percibe en pantalla una duración innecesaria para dar a conocer la historia. La dinámica de las imágenes hace que los comentarios de las mujeres perjudicadas, las fotografías y los documentos revelados hacen que la película no se sienta como algo difícil de sostener. La investigación exhibida y las diferentes estrategias utilizadas para dar a conocer este caso también representan uno de los grandes puntos a favor en la trama de El estafador de Tinder.


El estafador de Tinder

Dirección: Felicity Morris. Disponible en Netflix.