Susana Giménez entrevistó a Wanda Nara como corolario del llamado «Wandagate«, inaugurando así una promocionada serie de especiales con los que la exdiva de los teléfonos vuelve a la pantalla de Telefe e incursiona en el streaming. Esta primera entrevista del ciclo Susana, invitada de honor –cuyos próximos entrevistados y fechas de estreno se desconocen–, se emitió el martes pasado a las 21 y se vendió como el evento del año porque incluiría a dos de los tres protagonistas del escándalo más ramplón y viral de los últimos tiempos. La historia es más que conocida: hace algunas semanas, a través de sus redes sociales y del filtrado de información a periodistas, Wanda dio a conocer que se había separado de su marido, Mauro Icardi, por una infidelidad de este con Eugenia “la China” Suárez. A partir de ahí, se generó un tsunami en las redes sociales, con marchas, contramarchas, chismes, dimes y diretes de todo tipo.

En ese marco de cosas, Telefe programó en el horario central del martes a las 21 un programa donde la exdiva de los teléfonos se presentó en París, “el lugar de los hechos” (o, al menos, donde viven lo implicados de esta apasionante trama, juntitos los dos). Es que el guiño de este nuevo formato consiste en que Susana oficie de visitante de personalidades ilustres. Más o menos como los viajes de Marley, pero haciendo turismo en la casa de ricos y famosos.

Si bien la charla con Wanda, que incluyó un brevísimo saludo de Icardi, fue transmitida por Telefe, habrá otra versión ampliada del encuentro en la plataforma Paramount+, propiedad de Viacom, el grupo mediático dueño del canal. Vale aclarar que “la otra” involucrada en el escandelete, la China Suárez, tendrá su propia entrevista exclusiva con Alejandro Fantino y en otra plataforma: Star+.

El programa de Susana con Wanda tuvo una promoción muy importante y generó gran expectativa. Ganó en su horario, con picos 14,8 puntos de rating, pero quedó lejos de los 17,3 de MasterChef Celebrity, lo más visto del canal y del día. La diva, sin embargo, desplegó un moderado talento para preguntar y su remanido tendal de interjecciones para con sus interlocutores, como “mi amor”, “preciosa” o, ante las incógnitas del millón, sus clásicos expiatorios del estilo “no quiero, pero tengo que preguntarte…”. Giménez ha sido una conductora hábil para explotar su perfil de simpática torpe (como mostraba en las recordadas “perlitas”) y conectar con el público. Pero en las entrevistas, siempre generó intercambios poco sustanciosos con megaestrellas a las que trataba de igual a igual. Cuando quiso apostar por algo más periodístico, no le funcionó: ni para obtener grandes revelaciones (al estilo Rial/De Brito) ni reflexiones de profundidad (a la manera de Guinzburg/Rozin). En cuanto a la propia Wanda Nara, le es más conveniente mantener su historia dentro del registro del posteo en las redes sociales y el trascendido. La primera persona en cámara siempre es más difícil de sostener.

Y si hablamos del escándalo en sí, su veloz escalada se justifica, sencillamente, por ceñirse a los roles típicos del melodrama: la víctima (Wanda), la villana (la China) y el poco perspicaz (Icardi); el papel de héroe oscilaba entre la reivindicación de Maxi López y la vacancia, según las versiones. La masificación de la historia habilitó tres fenómenos por lo general recurrentes en esta clase de entuertos: el libre opinionismo sobre la moral ajena, la modalidad filosófica de “hablemos sin saber”, la versión “periodística” del “hablemos sin saber” y la construcción de humor ad hoc: la reducción de todo lo humano y todo lo divino a un meme.

No obstante, el debut de Susana, invitada de honor tuvo gusto a poco. La iniciativa se inscribe en la tendencia a explotar contenidos de no ficción en las plataformas, para aprovechar su llegada global. De hecho, la mencionada Paramount+ ya generó un programa con los jurados de MasterChef Celebrity, aunque sin mucha repercusión.

Es que a diferencia de la ficción, en la que existe una tradición del público de pagar para ver (desde una entrada de cine hasta, en su momento, comprar o alquilar videos, DVD, etcétera), en relación a los contenidos de no ficción prevalece la idea de que son abiertos y gratuitos, si bien lo que los sostiene es la publicidad. Y es precisamente la torta publicitaria la que cada día se achica más e impacta en los contratos y presupuestos de producción en la TV de aire. El operativo retorno de Susana, hasta ahora, dejó más dudas que certezas. Lo que parece claro es que la centralidad de la exdiva de los teléfonos sigue postergada y solo se sabrá si logra recuperarla en 2022, cuando vuelva a Telefe con su tradicional ciclo de entretenimientos.  «