Del 1º al 12 de junio hay tiempo de disfrutar las propuestas del 6° Festival Internacional de Cine Ambiental (FINCA), esta vez en formato híbrido, online y presencial. Bajo el lema “Conciencia Biodiversa”, en esos dos tópicos -la hibridez y el lema- se resume el espíritu de este encuentro que, sin intención declarada, marca el inicio de una nueva etapa.

“Con el formato virtual se abrieron nuevas oportunidades que no quisiéramos abandonar”, cuenta la directora del Festival, Flor Santucho. “Por un lado, nos permite llegar a un público diverso y de diferentes localidades del país, y eso es una ventaja, y por el otro nos permite reducir el impacto ambiental de nuestro propio evento: hacer algunos debates online con directores y directoras y profesionales que viven en otros países -que antes no podíamos porque no podíamos pagarles el pasaje-, nos permite evitar el consumo de carbono a través de los vuelos aéreos.”

La programación de la sexta edición del FINCA se divide en 11 secciones (Biodiversidad, Crisis climática, Ecofeminismo, Econciencia y sostenibilidad, Finquita, Horizontes energéticos, Juventud, Madre Tierra, Soberanía Alimentaria, Somos Agua, FICDH-Derechos humanos); y la Ventana del festival invitado: Another Way Film Festival. Más de 60 obras audiovisuales nacionales e internacionales que se proyectarán en las salas y estarán disponibles en la plataforma online.

Por su parte, la competencia oficial se divide en las siguientes categorías: Competencia Oficial de Largometrajes Internacionales, Competencia Oficial de Corto y Mediometrajes Internacionales y Competencia Oficial de Documentales Latinoamericanos. Entre los filmes internacionales, se destacan los documentales Apenas el sol, dirigido por Arami Ullón, una coproducción de 2020 entre Paraguay Suiza acerca de las comunidades desplazadas de la selva en el Chaco paraguayo; Arica, de Lars Edman, y William Johansson Kalén, una coproducción entre Suecia, Bélgica, Chile, Noruega, Reino Unido que revela cómo una minera sueca vierte 20.000 toneladas de sus deshechos tóxicos en el desierto chileno; y La fabrique des pandémies, de la investigadora y realizadora francesaMarie-Monique Robin, en el que la actriz Juliette Binoche entrevista a ecologistas de distintos países que estudiaron la relación entre las modificaciones ambientales y las enfermedades. Entre las propuestas de la región, se podrá ver Hatun Phaqcha, Tierra sana, de la peruana Delia Ackerman, sobre la soberanía alimentaria; La energía de los pueblos, dirigido por el colectivo mexicano La Sandía Digital, Laboratorio de Cultura Audiovisual A.C., acerca de los horizontes energéticos; e Iwianch, el diablo venado, del ecuatoriano José Cardoso, un trabajo sobre la Madre Tierra.

En cuanto al formato híbrido del encuentro, cabe mencionar que se trata de una opción que gana relevancia y espacio en las actividades culturales de todo tipo, pese a que la Argentina aún no participe del debate que pone en cuestión los mega festivales y las grandes giras musicales por el impacto ambiental que significan. “Claro que se necesita volver al encuentro y al intercambio personal, y por eso festejamos el regreso a las salas. Pero el tema del híbrido está en pleno auge porque la pandemia nos mostró, como venían denunciando desde hace mucho tiempo activistas ambientales y científicos, que este sistema de producción de consumo de vida ya no es viable y sostenible. Y vamos a seguir teniendo epidemias y pandemias si no modificamos estructuralmente el sistema de producción. Esto significa: cómo reducir la producción. Por lo tanto, también desde lo cultural necesitamos imaginarnos eventos y proyectos que ya no tengan la misma necesidad que los de antes. Se necesita un abordaje ambiental con abordaje de Derechos Humanos, creemos que es un equilibrio y eso necesariamente requiere como un paso o muchos pasos atrás: para reducir categóricamente el consumo y alcanzar la reducción del impacto ambiental.

-¿En ese sentido los eventos culturales también están en discusión?

-Tenemos que imaginarnos sostener eventos con mucho menor consumo energético. En este caso el avión es lo más contaminante que existe en cuanto al transporte. Y el encuentro entre muchas personas también: el ambiente sonoro, los desechos, el transporte para llegar al lugar (que no esté en la ciudad, pero tenga una distancia que no implique ir en auto), el gasto energético que implica un gran recital, que también podría representar lo de un festival de cine. Tenemos ese desafío, y de hecho este año vamos a intentar medir nuestra huella de carbono mientras intentamos reducir nuestro impacto ambiental. Son pequeñas cosas que se pueden ir haciendo y que en este caso tenemos la responsabilidad de hacerlas.

Eso que para el FINCA es una responsabilidad, en Europa y Canadá, cuenta, ya está protocolizado: “Se necesitan requisitos de certificación ambiental para todos los eventos culturales.” Que incluye, tanto para obtener el permiso de realización como para algún tipo de beneficio impositivo, la sostenibilidad del evento que se propone. “Por ejemplo, el impacto de sonido, cómo se van a desechar los residuos, que estén diferenciados el plástico y el papel de lo orgánico (que tiene mucha más contaminación de gases de efecto invernadero y debería estar compostado adecuadamente), quién los recoge, el uso del agua, y muchas otras cuestiones”, explica Santucho.

Pero la cosa no termina ahí: la cuestión del ambiente no está aislada de las personas y sus derechos, que incluyen los humanos y los laborales. Y ahí es donde el concepto de hibridez se acopla con el de #ConcienciaBiodiversa (así se puede ubicar en redes esta edición de este festival totalmente gratuito). “También hay requisitos para generar condiciones dignas para los que trabajan -explica la directora-, para que no haya explotación laboral. El equilibrio de lo que sería la sostenibilidad tiene que ver con lo económico, lo social y lo ambiental, son tres dimensiones.”

Por eso el FINCA también celebra el reencuentro con dos de sus principales figuras de su tercera edición. “Estamos muy emocionados de volver a revivir algunos de los encuentros que tuvimos en el 2016 con Vandana Shiva y Marie-Monique Robin, con las que hicimos viajes y actividades contra Monsanto, que resultaron históricos para el movimiento social ambiental argentino: la unión de la lucha por los derechos humanos con el movimiento socio ambiental. Eso nos permitió empezar a generar denuncias colectivas contra las grandes empresas trasnacionales y que se reconozca el concepto de ecocidio. La lucha del movimiento social ambiental es hoy un tema de interés prioritario en Latinoamérica, y esta edición tiene como objetivo claro unificar las luchas sociales de derechos humanos y ambientales, porque en este momento el ecocidio es el gran tema que nos abarca y nos une.”



6° Festival Internacional de Cine Ambiental (FINCA)

Del 1º al 12 de junio, en formato online a través de la plataforma imd-stream.org, y presencial gratuito en la Alianza Francesa, cine Gaumont, cine York, la Honorable Cámara de Diputados de la Nación Argentina y la Manzana de las Luces.