El quinto largometraje de Gastón Solnicki es una muestra más de su estilo propio y  forma de narrar, que puede incluir trabajar sin guión, casi solamente con la intuición y pocos más recursos que una cámara y un grupo de actores dispuestos a experimentar. Su nuevo film, A Little Love Package, protagonizada por Angeliki Papoulia y Carmen Chaplin (nieta del gran Charles Chaplin) y que se puede ver hasta el 1 de abril todos las sábados en el MALBA, es una continuidad de su particular manera de hacer cine. Luego de un recorrido por festivales en el que tuvo su estreno internacional en la Berlinale y ganó como Mejor Película en el Festival de Porto y a la Mejor Dirección en el último Bafici, el film es un homenaje a la vida y a distintos aspectos que marcan la búsqueda del director.  

Todo surge cuando Solnicki se enteró de que en Viena, una ciudad donde su familia tiene orígenes y que el realizador quiere y conoce bien, ya no se podría fumar dentro de los bares. Era 2019, y la postal de esa mágica metrópoli europea y sus cafés corria el riesgo de cambiar para siempre. “Yo estaba grabando mi anterior película, Introduzione all’oscuro, cuando me enteré de esa medida. Y había algo que está muy presente en mis proyectos: el fin de una era. Comencé a pensar en hacer una película a partir de eso. Como no trabajo con ideas preconcebidas, ni hipótesis ficcionales, sino que trabajo con la intuición de lo que me interesa filmar, en este caso logré organizar un rodaje en muy poco tiempo, para documentar esas últimas horas de humo legal. Son las imágenes que abren y cierran la pelicula”, admite Solnicki, que filmó algunas escenas sin tener idea cómo irían a terminar.

Un año después, ya en plena pandemia, pudo volver a Viena y con amigos, se las ingenió para agregar algo más y que el film vaya tomando forma, dejando que las ideas fluyan. “Todo sin una estructura definida y en un contexto difícil para filmar. A la pandemia se sumó un atentado terrorista en una sinagoga, por lo cual estaba casi prohibido circular por la calle. Pero eso nos ayudó a construir una atmósfera de trabajo íntima, de la cual salió esta película tan rara. De hecho, logramos imágenes apocalípticas, de calles vacías. Las películas que hago, en la escala que me manejo, no tienen recursos para cortar calles, así que aprovechamos el momento. Es el retrato de ese momento.”

La historia comienza cuando una mujer busca comprarse un departamento en la capital austríaca con la ayuda de su amiga diseñadora de interiores. Hay ansiedad, nervios y el diálogo entre ambas sobre temas supuestamente banales se vuelve el foco de atención. Luego, se producen derivas impensadas que incluyen a Museos de la gran capital y hasta un viaje a Andalucía, donde reside parte de la familia de Carmen Chaplin. “Hay quienes encuentran humor en la peli, y hay quienes no encuentran nada. En ese sentido, mis películas tienen esa característica llamativa: hay quienes perciben algo que les llega y quienes no, y se enojan. Tiene un rango amplio de efectos. En el centro de esta película creo que el tema es la hospitalidad, es algo que el film celebra, pero bueno hay quienes no quieren saber nada y no les genera nada”.

Para el cineasta sus películas encuentran sentido mientras se hacen. “No es que tengo que demostrar algo que puse en un guión. Sino que el propio sistema de producción lo crea, no busca demostrar ninguna hipótesis, sino que se genere algo único e irrepetible, al combinar talentos y conocimientos técnicos para hacer una película. Esa es mi forma de trabajar”.

Y agrega: “Este es un momento de transición, bastante particular para hacer cine, entonces  a mí me surgió esta manera de hacerlo, mezclando lo ficcional con documental, sin apoyos con los que se suelen hacer películas. Y fui consolidando maneras alternativas de narrar, de producir, de financiar. En Viena encontré que podía trabajar de esta forma más libre y no guionada, con menos recursos, prestando atención a lo espontáneo. Casi sin eliminar, buscando locaciones potentes en exteriores.  Esto no es una pose, es más bien una forma de vida. Creo mucho en lo espontáneo; alguien dijo alguna vez que la improvisación es el acto más grande de concentración, o algo así. Improvisar es acercarse a la libertad, y no tiene que ser tomado como algo negativo”. 

Solnicki intenta prestarles atención a detalles que en otras producciones se dan por sentada y se enfoca en encontrar lo que es mejor para cada escena. “Por eso en Viena, por ejemplo, dimos con lugares que están igual que hace muchos años, por lo que no tuvimos que hacer una búsqueda de arte o ambientación para hablar de el paso del tiempo o cosas que se van perdiendo, si no que está ahí solo hay que ir a retratarla”.

Para el realizador, las nuevas generaciones tienen voracidad de consumo en distintos tipos de pantalla y plataformas, “por lo cual lo que hacemos no es solo para cinéfilos. No soy un detractor de la tecnología, de hecho, yo grabo todo en digital, pero hay quienes no le sueltan la mano al fílmico, pero mis películas no tendrían la posibilidad de existir si no fuera por las nuevas tecnologías. Creo que hay que aprovecharlas”. Gastón Solnicki tampoco se siente restringido en cuanto temáticas, teniendo plasticidad para encontrar tópicos: “No siento obligación de centrarme en historias locales o de la región, sino que me interesan temas de todo el mundo, universales si se quiere, igual que con lo idiomático, no busco que sea solo en español o solo en inglés o sólo en alemán, sino que sea lo que tenga que ser”.

En estos momentos está tratando de armar un guión sobre una historia que transcurre en Italia y tiene un proyecto de ficción un poco más narrativo, de formato más lineal, que sería hecho acá en la Argentina: “Pero que no sé muy bien cómo encarar, sería algo distinto a lo que vengo haciendo. Pero siempre se termina imponiendo lo de filmar lo que puedo y como pueda. Como una planta que busca la luz, si se tiene que deformar y retorcer, lo hace. Hay un instinto de vida, más allá de lo que intente hacer o de lo que planifique, a la larga me adapto a las posibilidades que se me presentan.”

Para Solnicki todo los que nos emociona y nos permite reflexionar sobre el mundo que nos toca, tiene un aspecto práctico. “Creo mucho en lo político de mis películas porque en el gesto de hacerla expongo una posición y mostrar las emociones que las atraviesan, cumplen una función en la vida que conectan con la película” cree el director del cual el Museo de Arte Moderno de Nueva York  (MoMA) incluyó en su colección toda su filmografía.


A Little Love Package

Una película de Gastón Solnicki. Con Angeliki Papoulia, Carmen Chaplin, Mario Bellatin, Nikolaus Weidinger, Ernst Skarpil, Daniel Margulies, Michael Chaplin, Dolores Chaplin, Pedro Colletta, Alma Sutterlüty y la voz en off del autor mexicano Mario Bellatin. Todos los sábados de marzo a las 18 y hasta el 1 de abril inclusive en el MALBA, Av. Figueroa Alcorta 3415.