It (Eso) llega a la Argentina este jueves con un bonus track de lujo: un director argentino, Andy Muschietti, al frente de una película mainstream de Hollywood. La producción ya es un éxito internacional y obtuvo el beneplácito del mismísimo Stephen King (autor de la novela original), expresado desde su cuenta personal de Twitter luego de ver la película,  

«Esto es más que una típica película de terror. Es una historia muy conmovedora, y tengo la esperanza de que sorprendamos a la audiencia, que se sientan comprometidos y movidos por estos jóvenes actores, sus personajes y sus experiencias en la historia», dijo en una nota de prensa el actor sueco Bill Skarsgård, el Pennywise de 2017. 

Su esperanza se concretó en esta nueva versión de uno de los más famosos libros de King, que constará de dos partes: la primera estrenada este año y la segunda en principio para 2019, que serían 30 años después de que transcurre la historia de la primera, ubicada en 1989. King había concebido su libro con una estructura similar, aunque en distintos tiempos y diferencia de años: la primera parte sobre fines de los 50 y la segunda 28 años más tarde, a mediados de los ochenta.

Allí están Bill, Ben, Beverly, Richie, Eddie, Mike y Stan: los siete chicos que representan, a la manera de los siete pecados capitales, los estereotipos básicos de los perdedores durante la pubertad y la adolescencia. De la defensa y reivindicación de esos chicos que hace la historia, viene en buena medida su popularidad: It es una historia de lo aterrorizados que muchos ingresan a la adolescencia, y de la posibilidad de redención que representa. El gordito, el asmático, el negro, la chica que encara chicos, el nerd, el judío son los miembros de las extensas minorías que conforman esa patria en la que King crece y que padece la parte pesadillesca del sueño americano: lo que es combatida por distinta. En una sociedad tan pretendidamente monolítica, lo distinto provoca incertidumbre, y la incertidumbre, miedo. A la manera de una unión por espanto antes que por amor, esos siete personajes irán cruzando sus caminos a partir de sus propios fantasmas y temores hasta formar una pandilla. 

Ellos serán acechados por el payaso Pennywise, cuya existencia es tan misteriosa como todas las acechanzas que sufren los protagonistas, y que se espera que en la segunda entrega queden resueltas. Los acechados volverán a unirse ya con sus vidas hechas. Y volverán a intentar el sueño del héroe colectivo. 

Desde lo cinematográfico, esta nueva It tiene un agregado muy peculiar. Muschietti –declarado fan de la novela original y de la obra de King en general– consigue recuperar la imagen de la inocencia de aquellos años, esa ingenuidad de ver y sentir las cosas que la modernidad cinematográfica actual ha perdido. Su It no parece una película que representa los ’80 –a la manera de Stranger Things, por ejemplo–, sino una auténtico film de los ochenta.

It se convierte en una película de doble nostalgia. Por un lado, de aquel terror, tan propio y personal que a su vez de distintivo, resultaba tranquilizador: dependía de uno superarlo. El terror que vendría luego de ese 1986 original (el ineludible a partir de las Torres Gemelas, pero con claros anticipos en la voladura del Oklahoma City, la primera guerra de Irak transmitida cual videojuego y hasta el mismísimo Unabomber) ya no tendría la posibilidad de la respuesta individual: más allá de lo que se hiciera, siempre se estaría expuesto. Por otro, la incapacidad del cine para generar una mirada no viciada de presente: con su imagen tan propia de los ’80, en poco más de dos horas, It pone en actos la fabulosa transformación cultural operada sobre la mirada desde los ’90 a la fecha.  «