Los conflictos siempre fueron el eje del teatro, casi como una piedra fundamental para todo comienzo dramatúrgico. Esa instancia siempre de características sensibles es el elemento que domina la trama de una obra que primero pasó por la pantalla grande, pero que después de una década llegó a uno de los escenarios teatrales de la calle Corrientes para demostrar una cotidianidad que lejos parece llegar a su fin.

Concretamente hablamos de El hombre de al lado, la película que en 2009 los directores Gastón Duprat y Mariano Cohn llevaron al cine donde una disputa por la utilización de una medianera desata consecuencias por lo menos problemáticas para cada uno de sus protagonistas. Esa instancia, aunque aggiornada para nuestro aquí y ahora, es desde hace días una nueva puesta teatral bajo el título de La mujer de al lado, que tiene como protagonistas a Griselda Siciliani y Germán Palacios. “Siempre estrenar es algo como un alivio, especialmente luego de la primera semana. Estamos en la calle Corrientes y hay muchas, muchas obras en cartel que te compiten. Nosotros vamos de miércoles a domingo y el sábado hacemos dos funciones, y eso no es fácil. Después está la felicidad de haber llegado al proceso de ensayo y al estreno que es gratificante. Esta obra me parece que es muy interesante porque exhibe dentro de todas las ofertas que hay en la cartelera a una instancia de conflicto simple pero que a la vez es muy compleja”, dice Griselda Siciliani algunas horas antes de otra nueva función de La mujer de al lado.

–¿Qué pesó más para formar parte de esta propuesta? Seguramente tenías varias propuestas pero te inclinaste por esta.

–Es verdad que yo estaba leyendo varias opciones antes de que me llegase este guión. Pero la verdad es que cuando lo tuve en mis manos lo leí en dos horas. Te digo la verdad: lo leí rapidísimo. Eso fue como una señal porque no siempre te pasa lo mismo. Hay guiones que no terminás de leer nunca por una u otra cosa, entonces es como que no te ves haciendo lo que te proponen.  Imaginate que este no fue uno de esos casos. Si no puedo leer algo siento que ese es como el primer termómetro de advertencia, y tal vez sea algo buenísimo pero no es algo para mí.

–Entonces dijiste que sí de inmediato…

–Sí, porque enseguida nos juntamos y comenzamos con el proyecto. Ahí tanto Gastón (Duprat) como Mariano (Cohn) me contaron cómo decidieron adaptar la película al formato de teatro, que fuera una mujer la que iniciase el conflicto y todo el resto.

–La obra te interesó de movida. ¿Cuán difícil es encontrar propuestas de ese tipo?

–Y, no es algo fácil. En general me llegan muchas cosas porque soy una privilegiada y en mis manos tengo cosas de interés. Pero en realidad no es algo habitual lo excepcional, pero este personaje en particular no me dejó dudas. Es algo de mucha fuerza animal, muy power, que también me daba miedo porque hay que buscarse a una en lugares muy oscuritos. Hay mucha potencia actoral que me atrajo, más allá de lo complejo del conjunto.

–¿Habías trabajado con Germán Palacios alguna vez?

–No, nunca. Pero la química que tuvimos fue instantánea. Eso es algo agradezco mucho porque puede ser algo que puede no ocurrir. Y porque el vínculo en la obra necesita de eso para poder construir algo tan guarro y heavy hacia el final de la obra. Es un placer trabajar con él.

–En el sentido de lo problemático que expone la trama, ¿cómo reacciona la gente ante tanta hostilidad entre los protagonistas?

–Hay muchos momentos interesantes en relación a eso que mencionás. En ocasiones se hace hasta muy visible, y se siente arriba del escenario, se escucha. Esta es una obra muy ácida que se muestra tal cual es y se sostiene por el humor, pero lo que pasa es que es una clase de humor que te sorprende con otros colores. Así que podemos hablar de una comedia dramática que tiene cosas de ambas situaciones.

–En la obra encarnás al controvertido personaje de Victoria. ¿Griselda Siciliani tiene algo de ella?

–La verdad es que no tengo mucho. Es un personaje muy desastroso, es psicopatona, pesada. Utiliza cuestiones de nobleza para el mal, es muy incorrecta. Lo más lindo que tiene la obra es que no tiene héroes ni heroínas porque todos los personajes son de una gran incorrección con la que incluso te identificás. Yo creo que todos, en alguna medida mayor o menor, tenemos a todas esas cosas. Como actriz voy a buscar en eso que uno reconoce y trabaja para ser una mejor persona. Son cosas que están pero que se van puliendo, pero lo que pasa es que en Victoria está todo exageradísimo. Algo que probamos en estas primeras funciones es que ella es muy querible para la gente, sobre todo por su humor ya que justamente genera eso, risa y humor. Eso es lo que me gusta mucho de esta obra, me refiero a hacer reír.

–El conflicto de La mujer de al lado pasa por el avasallamiento de un vecino por sobre el otro. ¿Tuviste algún conflicto similar alguna vez?

–No, por suerte. Pero lo más interesante que tiene esta obra es que existe una ley que estipula este tipo de relaciones pero que en definitiva son mediadas por las relaciones entre pares, entre vecinos, y que tienen que ver con cómo uno se maneja con ellos, al menos en esta parte del mundo (risas)… con el otro que es tu semejante. La obra tiene algo muy argentino que tiene que ver con ciertas costumbres del hacer y por eso genera tanta gracia. Tiene que ver con una cuestión nuestra: para los de afuera los argentinos somos incomprensibles.

–La información previa de la obra menciona  la existencia de tópicos vinculados con la discriminación o la perspectiva de género. ¿Qué aspectos específicos resaltan o cómo emerge esa instancia en la obra?

–Más que nada lo que surge es el prejuicio. Los protagonistas tienen un prejuicio sobre el otro muy notable que hace que no se puedan comunicar. Los dos tienen una manera de comunicarse con múltiples estrategias, pero no hay manera por más que los separe una medianera. No son un chino y un ruso que no tienen nada culturalmente afín. Sólo son dos personas que viven casi juntas pero que nada, no se entienden. Eso es lo que atraviesa toda la obra, el miedo hacia el otro que no es otra cosa más que el miedo hacia el distinto. Y con respecto a la mirada de género, a mí me gusta por cómo está todo contado porque las cosas vienen de parte de ella. Desde luego que está contado el machismo, pero todo está contado desde que existe una machismo desde las mujeres que atraviesa también a toda la sociedad. Que seas mujer no significa que no seas machista. Me inspiré en mujeres muy machistas para armar a mi personaje, que no es fácil y que también tiene algo de todo los que vivimos en esta parte del mundo. En definitiva y más allá de eso, todos los personajes de la obra son un desastre, pero nos identificamos con ellos. «




La mujer de al lado. Dirección: Gastón Duprat y Mariano Cohn. Elenco: Germán Palacios, Griselda Siciliani, María Ucedo, Alejandro Viola e Isidoro Tolcachir, entre otros. Miércoles, jueves y viernes a las 20.30; sábados a las 20 y 22; y domingos a las 20. En el Multiteatro, Av. Corrientes 1283.



El telar, la estafa y sus víctimas

El telar de la abundancia, el sistema que prometía multiplicar ahorros de manera sistemática con una única inversión, terminó siendo un espacio en que muchas famosas participaron, inclusive reclutando a sus pares, pero también significó una trampa en la que varias de ellas cayeron estafadas en su buena fe. «Antes que nada, siento particularmente que hay una exigencia para que se opine de todo, pero si tengo que decir algo sobre el telar te diría que son preguntas que yo no me hago. Sin embargo, creo que más allá de ser un tema ajeno a mí, si me obligás a pensarlo te diría que me parece una timba. Cuando escuché en qué consistía no creía que haya gente que pudiese verlo como algo verdadero, pero no soy quien para juzgar al que lo creyó. La mayoría de los que cayeron son víctimas y no podría señalar negativamente a nadie que haya pisado ese palito. De los nombres que escuché y que estuvieron involucrados no creo que sea gente con mala intención. Me parece que ellos son víctimas», concluye Siciliani.



El baile, otra de sus pasiones

Más allá de su participación en La mujer de al lado, la obra que dirigen Gastón Duprat y Mariano Cohn en la calle Corrientes, el día a día de Griselda Siciliani mucho se vincula con su participación en Bailando por un sueño, el programa conducido por Marcelo Tinelli. Sabido es que para muchos concursantes el marco que les brinda ese programa significa una exposición que va mucho más allá de la destreza que pueda exhibirse con el baile. ¿Cuánto le sirve entonces a Siciliani tener más exposición de la que naturalmente ya tiene? Ella se encarga de aclararlo y dejar bien explícito que lo suyo pasa por otro lado en relación al programa: «Siempre me preguntan por el Bailando, algo que es normal por estar ahí, pero lo mío no pasa por el lado de la repercusión mediática. En mi caso soy bailarina, inclusive antes de ser actriz, con lo cual es un espacio fantástico para mí. Siento el programa e ir a ensayar como espacios de disfrute total porque me vínculo con el baile de manera sincera. No me cuesta repasar las coreografías, me gusta mucho estar con los bailarines haciendo nuestras rutinas, pensarlas para que queden bien hechas y sorprendan, que gusten. Puedo entender que haya otros que están en el programa y que todo les rinda de otra forma, pero no es mi caso. Mi pasión es el baile y el teatro, de manera que estar en el Bailando es algo que disfruto enormemente porque se ajusta a mí como pocas otras actividades de mi trabajo».