La muerte de Horacio Accavallo dejó desolado al mundo del deporte argentino. Como boxeador fue una leyenda deportiva que trabajó duro para consagrarse campeón mundial en 1966, al mismo tiempo que supo constituirse como una gran figura tanto arriba como abajo del ring. Su muerte acaecida hoy, a los 87 años, producto de pelear durante más de una década contra el mal de Alzheimer, se produjo nada más ni nada menos que en el Día del Boxeador argentino.

Accavallo nació el 14 de octubre de 1934 en Villa Diamante, partido de Lanús, y desde muy pequeño fue alguien que tuvo que pelear duramente contra la pobreza. Botellero y cartonero fueron algunos de los trabajos que realizó para ayudar a su familia, compuesta por su padre italiano, su madre española y tres hermanos. Para cambiar su destino, encontró en el circo una primera vía de escape, y ahí puede decirse que comenzó sus coqueteos con el mundo de la notoriedad y el espectáculo. Payaso, equilibrista y hasta faquir, fueron algunas de las actividades que realizó para ganarse al público de las funciones circenses, siendo en ese espacio donde descubrió que podía ser también boxeador, profesión que desarrolló más que exitosamente entre 1956 y 1967, para retirarse un año más tarde.

Fue luego de su gran consagración como pugilista cuando los medios y el mundo del espectáculo local tomaron en cuenta su personalidad extrovertida, que entendía el juego del mundo del espectáculo tanto como el de los cuadriláteros. Así fue que en 1966, el célebre Pepe Biondi lo invitó para participar de un sketch de Viendo a Biondi, el programa con más audiencia del país, donde Accavallo brilló en pantalla. La trama se desarrollaba en una cantina donde el boxeador se encontraba cenando con unos amigos, hasta que llega el capo cómico al lugar y ambos comienzan a tener fuertes chispazos. En ese contexto, los chistes del campeón del mundo calan hondo en el sensible humor del personaje que encarnaba Biondi, hasta que todo termina de la mejor forma y con muchas risas.

Después siguió el cine: en 1968 se interpretó a sí mismo en Destino para dos, una comedia con algo de drama en la que fue protagonista central. En el film se repasa su vida desde la infancia como lustrabotas y botellero hasta su presente como campeón mundial. En esa producción dirigida por Alberto Du Bois, Accavallo compartió cartel con célebres figuras de finales de la década del sesenta como Nelly Beltran, Maurice Jouvet, Ricardo Bauleo y Chela Ruiz, entre otros.

Tras su retiro en 1968, Accavallo fue un exitoso hombre de negocios que siguió ligado al deporte, y tanto fue así, que en 1980 durante la primera entrega de los Premios Konex recibió el Diploma al Mérito como uno de los mejores cinco boxeadores de nuestro país. Como deportista, su recuerdo fue tan fuerte que en 1995, los punk rockers de 2 Minutos lanzaron una canción para celebrarlo. Se trata de “Piñas van, piñas vienen”, editado en el álbum ¡Volvió la alegría, vieja!. “Gracias por el homenaje a todos los boxeadores campeones del mundo. No me bajes los brazos, pendejo, ¡vamos todavía!”, se escucha decir al expúgil con su típica voz cascada ante el micrófono.