Este jueves se cumplen cinco años de la muerte del pianista y compositor argentino Horacio Salgán (1916-2016) uno de los más grandes renovadores y referentes del tango, quien a lo largo de sus 100 años de vida compuso y/o arregló unas 400 obras, y estuvo al frente del Quinteto Real y del dúo con Ubaldo de Lío, guitarrista de aquella formación.

Su estilo único, en el que conviven un tango elegante y otro atorrante, lo llevaron a erigirse en un artista de culto que inspiró a varias generaciones y amantes de la música, y también en un faro en la literatura pianística del tango.

Fue uno de los músicos argentinos que despertó mayor admiración en el mundo; compuso piezas como «A fuego lento», «A Don Agustín Bardi» y «Cortada de San Ignacio», entre otras, y alumbró el camino de cantores como Edmundo Rivero y Roberto Goyeneche. También se destacó como «arreglador», aunque rechazaba esa palabra porque según su mirada ésta sugería que había algo roto en las partituras originales.

El joven pianista Pablo Estigarribia, quien recientemente lanzó su disco «Horacio Salgán Piano Transcriptions», armado a partir del único recital que Salgán ofreció como solista y que fue grabado 30 años atrás, opinó que la importancia de su obra reside en cómo se nutre de distintas músicas para aportar algo.


«Si bien nunca se sale del canon del tango tradicional, a la vez está constantemente presionando los límites, ya sea coloreando con armonías que pertenecían a una época del jazz, con ritmos más sincopados que seguramente tomó de su experimentada carrera como pianista de música brasileña, y sumó un virtuosismo pianístico que supongo vendría directamente de su entrenamiento de música clásica», describió el músico.

Salgán nació el 16 de junio de 1916 cerca del Mercado de Abasto, era hijo de un músico intuitivo que tocaba el piano y la guitarra; comenzó a tomar clases a los seis años y luego estudió en el Conservatorio Municipal, donde fue el mejor alumno.

De adolescente tocó como solista y acompañante en cines y diferentes radios: integró los elencos musicales de Radio Belgrano, Excelsior, Prieto, El Mundo y Stentor.

En 1936 se sumó como pianista de las orquesta de tango de Roberto Firpo y como arreglador a la de Miguel Caló, dando sus primeros pasos en las ligas grandes del tango.


Motivado por sus ganas de plasmar su singular modo de tocar y componer, en 1944 fundó su propia orquesta, en la que acompañaba al cantor Edmundo Rivero; una experiencia que duró solo tres años debido a que la propuesta no fue bien recibida en ese entonces (su forma tanguera no respondía a los cánones bailables de un género popular en las décadas del 40 y 50). Lo expulsaron de radio Belgrano y cesaron su contrato con RCA, lo que lo llevó a recluirse en el estudio y la enseñanza.

En1950 volvió a la escena con una nueva orquesta típica y ese mismo año grabó con Ástor Piazzolla un EP titulado «Para fanáticos solamente», que incluía «A fuego lento», pieza de Salgán que luego se convirtió en uno de los más conocidos de su obra.

En 1957 conoció al guitarrista Ubaldo de Lío, junto a quien formó el Quinteto Real, emblemática formación tanguera. También tocó con Dante Amicarelli y el Nuevo Quinteto Real, con De Lío, Leopoldo Federico, Antonio Agri y Omar Murthag.

Escribió un libro, Curso de tango (publicado por primera vez en 1991), el primer trabajo de género escrito con una perspectiva técnica; y su última actuación ante un público masivo fue en 2010 en el marco de la celebración del Bicentenario del 25 de mayo de 1810.

Murió dos meses después de cumplir 100 años, dejando un enorme legado en la música popular argentina.