Si en la música intervienen diferentes instrumentos, a un músico –a un autor de canciones, un songwriter, como se definió el Indio Solari– lo iluminan diferentes focos artísticos, como la escritura, el diseño, el dibujo en guión y la fotografía. El Indio ha sabido abrevar en esas fuentes, intervenirlas. Y confiar en otros intérpretes. El viernes salió su autobiografía, Recuerdos que mienten un poco, en la que dialoga con el escritor Marcelo Figueras. En 2017 había sacado Escenas del delito americano, una historieta con dibujos de Pablo Serafín y aporte de guión de Matías Santellán. En 2018 salió El ruiseñor, el amor y la muerte, su quinto disco con los Fundamentalistas del Aire Acondicionado, con diseño gráfico de Adrián Marzano. Y desde hace una década le permite al fotógrafo Edgardo Kevorkian la producción de imágenes en la intimidad. Figueras, Serafín, Santellán, Marzano y Kevorkian hablan acerca de cómo es trabajar con un mito de la cultura rock, el más grande artista popular de la Argentina de hoy.

Escribir

Recuerdos que mienten un poco es, más que una autobiografía, un libro de memorias. En la tapa, debajo de «Indio Solari», se lee: «Memorias en conversaciones con Marcelo Figueras». Solari, que publicó textos en prosa en la revista Cerdos & Peces, tiene además una novela inconclusa, El delito americano. Es un lector salvaje, que va de Truman Capote a Jack Kerouac, de Abelardo Castillo a Clarice Lispector. Figueras cuenta que el trabajo conjunto se extendió durante cuatro años, que se desarrolló en gran parte en Luzbola, el estudio del Indio en Parque Leloir, y que dejó 864 páginas: «Para mí fue un placer absoluto. Se trataba de pasar horas infinitas hablando con un conversador maravilloso que tenía una gran historia que contar. El Indio toca tantas cuerdas como lo ha hecho siempre como músico: puede contar una historia personal ocurrida en tiempos remotos, reflexionar sobre múltiples temas, referirte una anécdota maravillosa protagonizada por alguien admirado, revelarte secretos, emocionarse o cagarse –y hacerte cagar– de risa. Te pueden pasar muchas cosas mientras habla, pero aburrirte no es una de ellas. Espero que eso se vea reflejado en la naturalidad con que el libro te atrapa y fluye».

El único pedido del Indio a Figueras fue que Recuerdos… se estructure como un diálogo, a partir de preguntas y respuestas. «Es el formato en que se sentía más cómodo –cuenta el conductor de Big Bang, por FM La Patriada–. Y creo, además, que jugó ahí algo de su generosidad. De este modo me incorporaba al libro como algo más que un escritor fantasma». ¿Cómo fue ese proceso de pasar la voz al papel, la desgrabación de toneladas de horas? Responde Figueras: «La escritura fue muy fácil, desde que el Indio, y esto es vox populi, habla de manera sumamente articulada y precisa. Aspiro a que, durante la lectura, cualquiera pueda imaginarse el texto sonando en su voz, puntuada por su risa contagiosa».

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Poco antes de un show multitudinario en Tandil, el cantante visitó el Teatro Cervantes de esa ciudad, en 2011.
(Foto: Edgardo Kevorkian)

Poco antes de un show multitudinario en Tandil, visitó el Teatro Cervantes de esa ciudad, en 2011. (Foto: Edgardo Kevorkian)

Diseñar

Adrián Marzano vive en Chivilcoy, provincia de Buenos Aires. En 2008 entrevistó al Indio para la página Redonditos de Abajo, vía que Solari elige para emitir cartas y comunicados. Marzano se recibió de diseñador gráfico en la Universidad de La Plata, donde tuvo como profesor en Dibujo I y II a Rocambole, histórico dibujante que acompañó a los Redondos en viajes y shows, autor del arte de tapa de los discos ricoteros e integrante de la cofradía platense que dio origen a la banda. «En La Plata viví diez años. Con todos los que hablás, conocieron al Indio y tienen alguna anécdota», dice Marzano, que figura en el librito de El ruiseñor… como realizador del arte de tapa. Su anterior participación fue en En concierto (2015), DVD-CD del recital del 21 de diciembre de 2008 en el estadio Ciudad de La Plata, con afiches y packaging. «Trabajo con las ideas que me va pasando –precisa–. Para el último disco, me pasó los personajes que quería poner y trabajé en función de lo que sé que le gusta. Aunque no lo sepa, ya lo conocía. Es una ventaja. Soy fanático de chico y estoy empapado de los Redondos. Lo vi como 20 veces, desde el 93».

El diseñador gráfico, se distancia Marzano, no es un artista. «No sos un artista plástico que te levantás con ganas de pintar muebles y pintás muebles. El diseñador gráfico reproduce ideas de otro. En esa reproducción te agarrás de elementos visuales, culturales y artísticos, y les ponés tu sello. Así que lamentablemente está mi sello…». Marzano intervino por primera vez en el arte del Indio con el diseño de escenografía, remeras y visuales animadas junto a Emmanuel Cappelletti para el recital del 14 de septiembre de 2013 en Mendoza. «Emocionalmente no me pasó nada mejor –cierra–. El Indio me cambió mi vida y la de mis amigos. Cuando iba a la facultad lo veía como un sueño. Pero sabía que nunca iba a poder trabajar con los Redondos porque trabajaba Rocambole. Es de no creer. Cuando veo mi nombre en el disco, parece mentira».

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El Indio, todavía con Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, en el Patinódromo de Mar del Plata, 1999.
(Foto: Edgardo Kevorkian)

El Indio, todavía con Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, en el Patinódromo de Mar del Plata, 1999. (Foto: Edgardo Kevorkian)

Guionar

Matías Santellán es guionista y estudia Psicología en la Universidad de Buenos Aires. Ahora elabora guiones para el mercado de historieta franco-belga. Pero a mitad de 2014, junto al dibujante Serafín, se embarcó en Escenas del delito americano. «Tanto desde el dibujo como desde el guión, el aporte más importante que hicimos fue el de una ardua interpretación de los textos de El delito… a través del lenguaje propio de la historieta», dice Matías, hijo de Eduardo Santellán, ilustrador de las tapas de El valle interior, de Almendra, y de Bajo Belgrano, de Spinetta Jade. Santellán marca «la referencia constante» de los Redondos en su adolescencia, la admiración por la lírica de Solari desde Gulp! (1985), primer disco redondo. «Haber tenido la posibilidad de trabajar con él y nada menos que en un libro como Escenas… significó y significa mucho más que un sueño cumplido: fue un aprendizaje absoluto en todo sentido y una experiencia trascendente, tan única como inolvidable», destaca.

El pedido concreto del Indio, cuenta el guionista Santellán, fue que se dedicase a escribir un script: a ordenar y darle continuidad argumental y visual a los textos de El delito… para que luego se convirtiesen en escenas. «Leí cada escrito varias veces y me aboqué a desarrollar un guión técnico de historieta para cada uno, con planos, encuadres, descripciones. Una vez dibujado por Serafín y en base a las explicaciones, correcciones e indicaciones que nos iba dando en reuniones, definimos, entre los tres, el universo que finalmente quedó plasmado en la novela gráfica: escenarios, objetos, personajes, tramas, subtramas. El concepto general y el tono de la historia fue siempre la psicodelia y la ciencia ficción, con altas dosis de LSD y visiones del futuro».

Dibujar

El dibujante Pablo Serafín vive en General Roca, Río Negro. Es el autor de Reparador de sueños, que ganó el primer Premio Ñ de Historieta en 2012, un trabajo en conjunto con Santellán. Serafín había colaborado con proyecciones animadas en los shows del Indio en Mendoza y Gualeguaychú, entre 2013 y 2014. En 2015, Solari hizo lo propio: expuso sus dibujos y pinturas en El tesoro de los inocentes: Indio en la Biblioteca, una muestra personal en la Biblioteca Nacional. «Se nos naturalizó el poder de decodificarlo con nuestras formas de representarlo –dice Serafín, admirador de los dibujantes Enrique Breccia y Carlos Nine–. Me ha pasado que cuando escucho sus canciones, se recrean imágenes en mi cabeza, ves la situación, los personajes, el entorno, y eso es muy potente. Me fascina ese mundo que proyecta. Todavía se me pone la piel de gallina, no lo puedo asumir como normal trabajar con él. Soy del 76 y en la adolescencia no llegaba mucho a Pipinas, mi pueblo, pero escuchaba ‘La bestia pop’ cuando salió Gulp! y siempre me atraparon las letras. Le veía familiaridad con el lenguaje del cómic, con las onomatopeyas».

Serafín creció admirando la revista de historieta argentina D’Artagnan. En su página web, serafin-pg.blogspot.com, se pueden observar ilustraciones, como una colaboración para Música por Zanon, documental de estreno próximo acerca de la fábrica ceramista de Neuquén, la primera recuperada por los trabajadores en la crisis de 2001. En ese proyecto, sin querer, coincidió con Rocambole. «Para Escenas… mezclamos un poco el dibujo que yo hacía con el que es un poco más de revista, que me permite trabajar con lápices blanco y negro y darle color digital, y después meter elementos fotográficos para que combinen. Así nació el estilo de los dibujos del libro. Había empezado con Matías (Santellán), cuando hicimos una minisecuencia de dos cuadritos en algunos recitales, con alguna frase u oración de las letras de Indio».

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El tercer show solista de Solari, en el Velódromo de Montevideo, 2005.
(Foto: Edgardo Kevorkian)

Durante el tercer show solista de Solari, en el Velódromo de Montevideo, 2005. (Foto: Edgardo Kevorkian)

Fotografiar

Kevorkian conserva fotos de la época ricotera, mucho antes de que comenzase a trabajar con el Indio. Al show de los Redondos del 20 de junio de 1999 en el Patinódromo de Mar del Plata entró con una cámara pocket de 35 mm escondida. Sacó dos rollos. «Hay seis, siete buenas, porque saqué en el medio del bardo, sin mirar –recuerda–. Aparte, estaba picante, a cinco metros del vallado; hasta tenía otro rollo en las zapatillas. Era otra cosa, no como ahora que hay fotos antes, durante y después. Hoy por cada show del Indio hay 80 fotógrafos, más toda la gente que saca con los celulares». Kevorkian dice que no elegiría una foto. Pero sí dos sesiones: «Una fue en las ruinas de Villa Epecuén y la otra en Tandil, en un teatro abandonado. Ir exclusivamente para eso fue copado. Agarrar el auto e ir charlando tranquilos, poniendo música, él, yo, el productor y el mánager. Irnos dos o tres días a la ciudad de Carhué, al lado de Epecuén, fue una gran experiencia. Más que una foto, es ese viaje. Estar ahí, decidir entre los dos hacer una foto en tal o cual lugar, ese ida y vuelta con alguien que en general no se deja fotografiar».

Figueras, Marzano, Santellán, Serafín y Kevorkian podría ser una mítica delantera de los años 40 del fútbol argentino, de las que salen de memoria, como la de La Máquina de River. Cumplieron el sueño de todo ricotero. Son viejos seguidores de la obra de Patricio Rey a los que el tiempo y la vida llevaron hacia la estampita de los Redondos. Ellos se conectaron con el mito (y con el hombre que el 17 de enero cumplió 70 años). Todos, al final, coinciden en un punto: después de trabajar con el Indio Solari, no se sale igual. Porque, como gritó de pie, «la moda no es vanguardia».

Memorias de alto impacto

Recuerdos que mienten un poco, la autobiografía del Indio Solari, finalmente llegó el viernes a las librerías. El libro recorre aspectos desconocidos de su vida, desde los recuerdos de infancia hasta los días de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota. También, en comentarios que van disco por disco, repasa ideas, inspiraciones e influencias, su proceso creativo, las drogas y la psicodelia, la ciencia ficción, sus lecturas y acercamientos al cine. Las memorias de Solari eran esperadas después de que reconociese en 2016 que padece Mal de Parkinson. «Me va a costar convencer a la gente de que no voy a tocar más. Casi nadie quiere creerlo, ¿no?», dice acerca de su futuro. Editada por Sudamericana, sale 999 pesos.

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(Foto: Editorial Sudamericana)