La película arranca con una cámara subjetiva al mando de quien protagoniza la lucha contra un ejército de hampones. Ellos van cayendo como soldaditos en juego de niños, la cámara sigue incólume. Recién unos minutos después, al entrar a un gimnasio ante otra parva de hampones, se descubre que se trata de una mujer cuando el aparente luchador de Sumo que comanda el grupo le dice: ¿viniste sola?

El impacto y el entusiasmo es doble: se está ante una película de acción filmada como pocas; se trata de una mujer, de lo que se desprende una señal: el nombre del film indica que se trata de una mujer, pero nada en la primera acción hace sospechar que directamente se trate de la protagonista (“¡¿ah, esta ya es ella?!”); de hecho muchas películas, en especial las provenientes de Occidente, muestran una gran pelea al principio para exponer las virtudes del malo de la película, no del que terminará siendo el héroe. Y eso es un detalle que entusiasma: el film se corre desde el inicio del lugar común, y sin caer en el elitismo, encara un camino diferente.

El entusiasmo crece cuando el registro con cámara subjetiva se detiene cuando a la protagonista le pegan y se golpea la cara en un espejo: ella se mira y cambia el punto de vista, pero la acción no se detiene. Ahora veremos, con sucesivos flashback sin aviso, cómo Sook-hee se conviritió en una asesina que desde chiquita aprendió a matar, se convierte en un agente durmiente de la agencia de inteligencia de Corea del Sur. La agencia la somete a un régimen que de tanto oprobio que consigue la resignación, y a cambio de 10 años de servicio, le promete libertad.

Con oscilaciones establecidas tratando de seguir una lógica del relato antes que una lógica de la necesidad de adrenalina de los espectadores, el film irá dando cuenta de esa agencia que recluta asesinos como Sook-hee para venganzas de distinto tipo, y de cómo se hace a veces imposible escapar de las marcas que dejaron los años de formación: por más que se quiera otro destino, el mundo ya espera de cada uno eso a lo que la vida lo formó, y no hay vuelta.

Como trasfondo, un romance, que en parte y tal vez sólo para cinéfilos, remite a Kill Bill. Pero que en la práctica motoriza y llena de pasión una película sangrienta y sin piedad, en la que sólo el amor, mejor dicho, la esperanza de que suceda, mantiene en pie.

La Villana (The Villainess / Ak-nyeo. Corea del Sur, 2017). Dirección: Jung Byung-gil. Con: Kim Ok-vin, Shin Ha-kyun, Sung June, Kim Seo-hyung y Cho Eun-ji. Guión: Jung Byeong-sik y Jung Byung-gil. 123 minutos. Apta para mayores de 18 años.