De apariencia frágil, de carácter terminante. Así es Ercilia, el personaje que interpreta Marilú Marini en El eslabón podrido, película que estrenó en cines, tras un exitoso derrotero en festivales internacionales.
Enferma con una avanzada demencia senil, Ercilia, madre de Raulo (Luis Ziembrowski), un leñador con un retraso mental y Roberta (Paula Brasca), joven prostituta, habíta en un pueblo de pocos habitantes, enigmático y siniestro. A Marilú, esta interpretación, la encuentra una vez más haciendo gala de su maestría en la composición de seres complejos y deslumbrantes. «Fue un placer hacer y actuar esta película sabiendo que encontré a una persona fantástica en Javier Diment, un excelente director de actores con una pertinencia en lo que dice y una precisión que siempre es bienvenida», dice la actriz sobre su trabajo. El subtítulo del último film del director de La memoria del muerto es «Un cuento algo truculento». La actriz coincide en esta descripción y revela que para ella fue internarse «en un cuento cruel e imaginario donde el humor, el terror, la situación de angustia latente están presente. Lo extraño, lo siniestro», afirma y recuerda el concepto de Sigmund Freud «unheimlich». «Hay mucho de lo que él habla, de lo que no es habitual, lo inquietante, lo ominoso. La película se mete en eso que te descoloca, que te lleva a otro lugar de lo imaginario», afirma sobre esta historia donde la opresión del lugar asfixia a sus pocos habitantes.

–¿Cómo fue la composición de este personaje cuya presencia y ausencia domina la escena?
–Yo pienso que lo construí casi de una manera intuitiva. Por supuesto la construcción psicológica es un poco de arquetipo, como salida de un cuento, pero con Javier no discutimos sobre el cuerpo del personaje. Él me dejó completamente libre para hacerlo y yo pude encararlo de una forma casi como un niño que juega. Había una zona lúdica donde se le podía dar un gran lugar a la imaginación para construir a esta mujer con esta fuerza, con este poder, una bruja buena, digamos,  por que el amor por sus hijos está muy presente.
–Después de años de oficio, ¿sentís mayor vértigo al trabajar con esta libertad que atada a un texto rígido?
–He tenido la suerte de sentirme más libre dirigiendo, por ejemplo, Shakespeare. Ahí hablás de lo humano y para mí lo importante siempre es poder sentir las resonancias de todo.

Copi en el C. C. Kirchner

Hoy y mañana son las últimas chances de ver a Marilú Marini en el C. C.Kirchner interpretando El día de una soñadora (y otros momentos), obra inspirada en dos piezas de Copi. Es una puesta que la actriz representó en Francia, dirigida por Pierre Maillet y acompañada en piano por Lawrence Lehérissey. Se representará en francés con subtítulos.
«Copi, como argentino, como rioplatense exiliado, escribe casi toda su obra en francés. Ese ida y vuelta de la identidad está presente en mi vida, así que es muy emocionante actuar este espectáculo. Copi me interpela profundamente porque hice muchas obras de él, lo conocí, y tengo una cercanía que me es entrañable. No es sola la admiración al artista sino un contacto directo con el humano con quien atravesamos momentos comunes. Creo entenderlo», dice la actriz.