Presión alta, pérdida de tonicidad muscular, artritis reumatoidea, agrandamiento de la próstata, cataratas. El paso de los años suele premiar a los seres humanos con buena parte de estas condecoraciones. Afortunadamente, Iggy Pop (69) trasciende esta categoría. O, para ser más realistas y darle todavía más mérito, quizás padezca de algunas de esas cargas, pero sigue siendo capaz de entregar una hora y media de show donde reina la ilusión de que el tiempo no pasa. En buena parte, de eso de trata el rock & roll.

El enorme Iggy armó un show a la medida exacta de un festival. Los clásicos se fueron sucediendo desde el primer minuto y no dejaron resquicio para que bajara la adrenalina. Sin el supergrupo que le dio vida al reciente “Post Pop Depression” –de la mano de Josh Homme, su mejor disco en mucho tiempo–, el cantante no dio tregua amparado por el oficio de viejos conocidos como Kevin Armstrong (guitarra), Ben Ellis (bajo), Seamus Beaghen (guitarra y teclados) y Mat Hector (batería).

“I wanna be your dog”, “The passenger” y “Lust for life” fue la fórmula ganadora para empezar el show y sacudir a miles de fans y curiosos. Arriba del escenario –y recurrentemente también abajo– el cantante desplegó su personal histrionismo. Paseó su torso desnudo de acá para allá, acometió con sus reconocidas danzas espásticas, arengó al público y cantó con sobriedad –aunque los registros más agudos le costaron un poco–.

El mayor clima de locura e incertidumbre llegó con “Repo man”. A manera de presentación, Pop invitó a un par de fans a subir al escenario. Pero luego fueron cuatro, ocho, doce, hasta redondear unos treinta que saltaron, bailaron, apretujaron e incomodaron a un Iggy que se vio casi superado por la situación. “Take it easy”, “be cool”, “caaaalmate” fueron algunas de las formas en que Pop intentó retomar el control, cosa que finalmente logró no sin la aparición de los grandotes de seguridad.

Las descargas de riffs brutales nunca cesó y fueron pasando “Real wild child” “Search and destroy”, “Raw power”, “Down on the street”, “No fun” y una versión no muy feliz de “Gardenia” –única del último disco–. El final definitivo pudo estar mejor: “Candy» es ideal para la radio, pero para el vivo había unas cuantas opciones mejores. No importó demasiado. La batalla estaba ganada hacía rato.

Antes había sido el turno de The Libertines, la banda de Pete Doherty y Carl Barât. Los británicos ofrecieron entusiasmo y desajustes en partes iguales. Pasearon su espíritu despreocupado con buena aceptación y resultados moderados. El Mató a un Policía Motorizado, Mala Rodríguez y Bomba Estéreo, entre muchos otros, los habían precedido. Hoy será la segunda y última jornada del festival, con Pet Shop Boys, The Flaming Lips y Wilco.

Festival BUE 2016. Viernes 14/10.
Tecnópolis.
Iggy Pop.
Muy bueno.