Siempre, todos los años, como casi una expresión política del sector ( o más bien psoturas marketineras, dicen las malas lenguas), hay un sector que se lleva los laureles y este año fueron los creadores latinos: la película del año para la Academia de las Ciencias y las Artes Cinematográficas fue La forma del Agua, dirigida por un mexicano, Guillermo del Toro, que además se llevó el premio al mejor dirección, es el cuarto para un director mexicano en los últimos cinco años. Del Toro ha conquistado la élite de Hollywood con una fábula con todos los elementos para no haberlo logrado nunca jamás, como bromeó desde el escenario, al ganar como mejor director. Pero lo hizo: “Soy un inmigrante, como mis compadres y como muchos de vosotros”, dijo. La película tiene además cierto simbolismo sobre la aceptación del otro. “Una de las mejores cosas que hace nuestra industria es ayudar a borrar las líneas en la arena, debemos continuar haciéndolo, y más ahora cuando el mundo nos dice que las profundicemos”, dijo el director y se ganó los aplausos.

Tan solo minutos después el director mexicano volvió a subir al escenario para recoger el premio a la mejor película y pudo hilvanar otro breve discurso dedicado a los jóvenes cineastas y a aquellos directores y películas que le influyeron como artista. «Hace unos días me encontré con Spielberg y me dijo: ‘Si recibes el premio, si subes ahí, recuerda por favor que eres parte de un legado, parte de un número muy grande de cineastas, y siéntete orgulloso», aseguró el director, que ha terminado brindando su premio a «todos aquellos que sueñan con utilizar la fantasía para contar cosas del mundo real».

Estaban destinados a ser los Oscar de las reivindicaciones y fueron, sin duda, los más femeninos, y latinos de la historia, pero faltaba el grito de guerra y fue Frances McDormand quien lo protagonizó tras ganar el Oscar a la mejor interpretación femenina. La actriz de 60 años dio un entusiasta discurso.Tras colocar la estatuilla en el suelo, McDormand pidió a las mujeres nominadas en todas las categorías que se pusieran de pie: actrices, productoras, guionistas, diseñadoras… «Miren alrededor, damas y caballeros, porque todas tenemos historias que contar, proyectos que financiar», dijo McDormand entre el aplauso unánime del teatro Dolby. «No nos hablen en las fiestas esta noche. Invítennos a sus oficinas en un par de días, o pueden venir a las nuestras, lo que les funcione mejor, y y les hablaremos de ellas», dijo.

En el escenario, el chileno Sebastián Lelio fue aún más escueto. El reconocimiento a la producción de Lelio no es del todo una sorpresa, ya que venía recorriendo un camino de excelentes críticas y prestigiosos premios, a saber: en diciembre de 2017, tuvo una destacada participación en los Fénix que distinguen a la industria del cine y televisión realizada en Iberoamérica. La cinta se quedó con tres galardones; Mejor Película, Mejor Dirección y Mejor Actuación Femenina. Además, durante la Berlinale de febrero de 2017, obtuvo el Oso de Plata en la categoría Mejor Guión. En la misma instancia, obtuvo el Teddy Award como Mejor Largometraje. A ello se sumo el Goya como Mejor Película Iberoamericana que le fue entregado en Madrid hace un mes. También fue nominada a los Globo de Oro y podría seguir aumentando sus premios incluso después de esta ceremonia, ya que fue pre seleccionada en ocho categorías en los premios Platino, que incluye Mejor Película, Mejor Director, Mejor Guión y Mejor Actriz.

El director de «Una mujer fantástica» charló con la prensa tras obtener el Oscar a la Mejor Película de Lengua Extranjera en Los Ángeles, y allí si se explayó un poco más. En conversación con la agencia EFE, Lelio se mostró alegre y dijo que se sentía como «en Júpiter». Sus palabras llenas de emoción no dejaron de tener el contenido que lo llevo a hacer la película. «Sabía que la película estaba entre las favoritas, pero nunca te lo crees hasta que ocurre. Estoy feliz por todo el equipo», manifestó el realizador. «Han pasado muchos años en Chile para que el Estado reconociera a las personas transgénero. Ahora vamos a afrontar un nuevo gobierno de derechas, muy conservador, y va a ser un paso atrás al respecto, pero espero que este premio amplifique el mensaje y ayude a dar relevancia a un asunto urgente», expresó. «Las personas transgénero no son de clase B, son uno más», agregó el cineasta, quien volará este lunes a Chile para celebrar, seguramente, junto a la presidenta Michelle Bachelet en La Moneda, la casa rosada de los chilenos. Esta es la segunda vez que Chile obtiene la estatuilla dorada —se suma al del cortometraje «Historia de un oso»—, pero es el primero para un largometraje nacional. «Es un honor representar a Chile y a la lengua española. Estamos pasando como sociedad, no solo en Chile, por una crisis con los límites de la empatía. Existen personas ilegítimas y amores ilegítimos cuando no hay daño de por medio. ¿Bajo qué autoridad?», se preguntó el realizador. «Tenemos que hacernos cargo de esa pregunta desde el amor y no desde el miedo», señaló Leilo.