Volvió. A las 21 de anoche volvió a la televisión Marcelo Tinelli. Showmatch. La academia comenzó a emitirse a continuación de Telenoche, una estrategia para eludir la confrontación directa con Masterchef Celebrity 2. El rating de la primera emisión, que no siempre es representativo de lo que sucederá con el ciclo, fue auspicioso. Promedió 18 puntos de rating, tocó picos de 20 y le permitió –con lo justo– superar a su competidor directo Dr. Milagro y hasta empatar el promedio del líder MasterChef Celebrity 2.

La apertura tomo escenas de las películas El irlandés y Erase una vez en Hollywood, en las que Robert De Niro, Al Pacino, Brad Pitt y Leonardo Di Caprio “comentaban” entusiasmados el regreso de “Marcelo”. El apartado de baile incluyó una serie de presentaciones sin un hilo conductor en el que se destacaron las presencias de Pampita Ardohain, Natalie Pérez y María Becerra. La liturgia autocelebratoria también incluyó, como no podía ser de otra manera, la presentación de su histórico equipo de humoristas –José María Listorti, Diego Pérez, Fredy Villarreal, Pachu Peña, Pichu Straneo, Roberto Peña, Fátima Flórez, Anita Martínez, Iván Ramírez, Milton Re y Juampi González– y el ida y vuelta de ocasión con Adrián Suar.

Uno de los primeros sketches en ganar el aire fue una ficción sobre el día de Tinelli, en la que se pudo ver actores muy populares desarrollar breves pasos de comedia con el conductor, junto con referencias bastante forzadas a series muy vistas como The Crown y Gambito de dama. Luego llegó el turno de los clásicos del ciclo. Los rereestrenos de El insoportable, el show de imitaciones de Martín Bossi y Los taxi boys (nota aparte para la grosera homofobia de un sketch claramente medieval).

Para el cierre, nuevamente la acumulación, aunque en este caso de cantantes: un grupo de músicos que incluyó a César “Banana” Pueyrredón, Fabiana Cantilo y Cucho de los Auténticos Decadentes interpretaron una serie de canciones que se pareció bastante al momento cúlmine de una fiesta de casamiento. En el final de este segmento, todos reunieron sus esfuerzos en un emotivo homenaje al personal de la salud que desde hace más de un año lucha cara a cara contra la pandemia de coronavirus. Es una lástima que lo hayan hecho desde un espacio cerrado en el que durante más de dos horas casi 200 personas saltaron, gritaron y se abrazaron con una efusividad que pulverizó cualquier norma sanitaria y hasta esa categoría abstracta que algunos llaman sentido común. Un mensaje penoso en el peor momento de la pandemia en el país.

A partir de hoy el programa se estabilizará en torno a La Academia, un certamen de habilidades diversas que tendrá al baile como expresión de base pero que también incluirá la actuación, la acrobacia y la destreza física. El motivo del cambio es ahorrarse los dólares que sale la franquicia del Bailando por un sueño (propiedad de empresarios aztecas). En este plano, se verá a famosos de diverso estatus que serán calificados por un jurado que incluirá a Pampita y al todoterreno Ángel De Brito, entre otros. Esta vez no contará con Marcelo Polino, un histórico de los jurados de Tinelli que hoy forma parte del éxito de la competencia: MasterChef Celebrity 2.

Por su parte, los viernes será el día dedicado casi exclusivamente al humor. Una alternativa que Tinelli ya intentó otras veces sin éxito: dedicarle el último día de la semana a una temática particular por fuera del certamen principal. En este caso el elenco de humoristas más o menos habitual interpretará Politichef, una sátira que mezclará una parodia de su principal rival e imitaciones de políticos.

Históricamente el humor político en el programa de Tinelli estuvo organizado en torno a las imitaciones, un reduccionismo que se ampara en el gag fácil en torno a los latiguillos o gestos característicos de los imitados. Funcionan como la expresión más unidimensional de las caricaturas, en el sentido clásico de exagerar un rasgo y suprimir los otros. No hay en ellos una crítica política directa sino una burla a su gestualidad: Tinelli no exagera la ideología de los protagonistas para exhibirla (como hace la revista Barcelona, por ejemplo), ni construye estereotipos de las mismas (como hacía Tato Bores). En más de un  sentido, es humor antipolítica. Sin embargo, algunos imitados son tratados con mucha mayor benevolencia que otros y más de una vez ciertas imitaciones colaboraron con la imagen pública de algún candidato.

El estilo Tinelli desafía al tiempo y se basa en dos ejes centrales: uno es la mirada del conductor como organizador del espectáculo. La cámara que hace el contraplano hacia su cara y la que toma la orientación de su mirada desde atrás muestran qué lo hace reír, qué lo emociona y qué le interesa. Es esa mirada la que nos indica tonos y climas, y es él mismo quién habilita o corta la palabra (por eso insiste con el micrófono de mano, cuando ya nadie en la TV lo usa). El otro eje es la retórica del exceso que puebla sus envíos. Cuando Tinelli encuentra una fórmula rendidora (los bloopers, las mujeres desnudas, las mujeres desnudas bailando, los chistes sobre mujeres desnudas, etcétera) lo repetirá hasta el cansancio sin ponerse colorado.

Mientras tanto, hoy la fórmula es más que nunca la acumulación de elementos: cientos de pantallas, decenas de bailarinas y un género amontonado arriba del otro: pop, tropical, tango, rock, agreste, barroco y todo lo que se les ocurra mientras la chequera de El Trece y el rating lo favorezcan. Exitosa expresión de una amalgama cada vez más inusual (conductor/capocómico/presentador de circo/ empresario/operador político), Tinelli volvió con mucho más de lo mismo y los números –la realidad de la tele– por ahora le dan la razón.

Showmatch. La academia

Conducción: Marcelo Tinelli. Lunes a viernes a las 21. Por El Trece.