Bienvenidos al planeta Lars Von Trier, el más visionario, perverso y original cineasta que haya pisado hasta el momento el 71º Festival de Cannes y que hubiera debido ganar la Palma de Oro por el mejor film si “The House that Jack Built” no hubiese sido proyectado fuera de concurso para hacer pagar al director danés la ofensa de haber elogiado (¿por broma?) a Adolf Hitler hace siete años, en la conferencia de prensa de “Melancholia”, ganándose el ignominioso galardón de “persona non grata”.

Por supuesto, Von Trier no es para todos los paladares y es probable que el jurado presidido por la hermosa y delicada actriz australiana Cate Blanchett no hubiera apreciado la dosis de violencia y misoginia que conlleva siempre un film del director danés.

Se rumorea incluso que la misma Blanchett habría amenazado con retirarse del jurado si hubiese tenido que presenciar (y juzgar o premiar!) la película.

Eso no quita que después de esperar un lustro un nuevo film del realizador que dio al cine una serie de obras más o menos maestras (depende del gusto de cada uno), “The House that Jack Built” satisface plenamente todas las expectativas alimentadas por sus admiradores esparcidos por todo el planeta.

La historia es la de un serial killer (Matt Dillon) casi por equivocación que después de haber matado con un cricket a una mujer que pedía a gritos ser asesinada (Uma Thurman), le toma gusto a la cosa y se entrega de lleno a proyectar el asesinato como una de las bellas artes.

Dividido en cuatro episodios (o accidentes como los califica el film) con otros tantos crímenes con víctimas exclusivamente femeninas y un quinto que no llega a consumarse con uno de seis hombres en fila (pero los muertos en total son más de un centenar, todos refrigerados), Jack encontrará a un enviado del diablo (Bruno Ganz) que lo llevará al borde mismo del infierno.

Von Trier se toma su tiempo (dos horas y 35 minutos) para narrar esta historia al límite de la soportabilidad pero no es tiempo perdido para el espectador gracias a diálogos extremadamente refinados que tocan grandes temas existenciales sin caer nunca en la filosofía barata y a un final visionario que deja anonadado al público, guste o no de la película.