Habiendo editado un total de ocho discos, Iván Camaño sabe dos cosas: que aún tiene mucho camino por recorrer en la música y que la marcha que iniciara hace ya unos cuantos años en pos de ser y no solo parecer solidario, es mucho más larga aún que su sendero musical. Por eso estar en Luna Park no es  para él solo para presentar un nuevo espectáculo folklórico, sino también un lugar para transmitir su pensar y su sentir sobre la realidad social del país.

“Mi compromiso social con la Argentina profunda y con los sectores más desprotegidos de nuestra sociedad es muy grande porque yo viví en situación de calle cuando me vine a Buenos Aires, y trabajo desde los 12 años. La verdad que lo hago porque no quiero que nadie pase por los que tuve  pasar”, afirma el artista nacido en Quimilí, un humilde pueblo de Santiago del Estero.

Camaño sintió desde muy niño un profundo amor por la música folklórica. Era muy común que en el patio de su modesta casa se reunieran los amigos de su padre, guitarra, bombo, violín en mano para canturrear todo tipo de canciones, ya sea zambas, vidalas, chacareras o chamamés.

“Son Lindos los recuerdos de esa época a pesar de las carencias, siento que las dificultades me hicieron fuerte y siempre busque ayudar a los otros, porque de alguna manera es mi manera de sobrevivir”, destaca.

En su show en el Luna Park habrá en escena más de 800 bombos y unos 1300 bailarines, que irán subiendo por etapas, para dar colorido al show. Espera armar una gran fiesta patriótica el próximo jueves en la esquina de Bouchard y Corrientes. Iván siempre destina un porcentaje de lo recaudado en sus espectáculos para tareas de acción social. Esas tareas, desde hace un tiempo, se canalizan a través de Cultura en mi Tierra, el movimiento socio cultural que Camaño creó y lidera, y que por estos días destina su principal esfuerzo a brindarle un plato de comida caliente a varios de los muchos argentinos que, sin más remedio, pasan las frías noches en la calle.

“Estamos en un momento muy malo. Siento que canto para llamar a la reflexión ya que el país está totalmente devastado, arruinado, desesperanzado, debemos reconstruir el tejido social. Hay que trabajar en construir el nosotros como pueblo. Alejándonos de enfrentamientos, dejando de lado el paradigma River-Boca”, comenta  el guitarrista.

Encolumnado detrás de la idolología del Papa Francisco, Camaño considera que en su cantar hay una misión evangelizadora de alguna manera, pero sobre todo política y social: “Hay que dar mensajes desde la canción pero más desde la acción, es más importante. No sólo hay que cantarle al amor. Las canciones deben darle voz a quienes no son escuchados. Si no mostramos lo que les pasa a otros, el canto no sirve de nada. Creo  que la música debe liberar las penas de los que la pasan mal en la tierra, debe ser expresión de esos que nadie escucha. Yo no canto para que me aplaudan sino para que todos se animen a ayudar a los que lo necesitan. Esa es mi manera y lo que me gusta hacer.”

Su propia historia le hace conocer que quizás la manera de llegar a otros no es tan importante como si lo es modificar la mirada de todos sobre el problema de la desigualdad. “No tener techo y no tener una comida caliente, rodeado de posibilidades para  hacer macanas para evadirse aunque sea un rato, son situaciones que te tienen que encontrar fuerte espiritualmente para no caer en tentaciones que te dañan o dañan a los demás. Hay que ofrecer manos para que no se caigan  los que están al lado nuestro aunque no los miremos. Es importante que en cada cosa que hacemos tomemos en cuenta que lo que nos pasa a nosotros no es lo más importante, me gusta cantar para poner en vista la mirada generalista de la realidad.”

La canción que da título a este espectáculo la escribió cuando vio a un chico comiendo de la basura con la remera de la selección argentina de fútbol. “Me movilizó esa extraña paradoja de ver la mixtura de gloria y miseria en una persona, y como él estaba orgulloso de ser argentino pero su patria no parecía pensar en el. Él enarbolaba la bandera del país que lo margina, aunque no tenga para comer él gritaba ‘¡vamos Argentina!’, entonces me dio a pensar en lo que somos como país. Así nació este espectáculo en el que hablo de la importancia de la cultura para hablar de lo que nos duele. De las injusticias que vemos a diario y no debemos dar como algo que es así, sino debemos cambiarlas”.

Camaño fue parte de la banda de la recordada Tamara Castro, siendo uno de los sobrevivientes del trágico accidente que se llevó la vida de la famosa cantante. En aquellos tiempos fue cuando conoció al prestigioso autor y compositor bonaerense Jorge Milikota, con quien finalmente formó un dúo autoral, componiendo temas que han sido grabados por Facundo Toro, Raúl Palma y el Chaqueño Palavecino entre muchos.

“Pudimos encontrar la manera hablar de los que nos interesa y no sólo de lo pasatista o de lo que vende. Siempre digo, folklore al margen, a mí siempre lo que me preocupó fue la cuestión social” dice. No en vano, desde sus primeras giras por el interior, cada vez que llega a una ciudad o a un pueblo elige un hospital público, un orfanato, un asilo o un hogar de ancianos y allí va a cantar, a dar una charla o una clínica de canto y música. Por decisión propia, sin que nadie se lo pida, ad honórem, por el sólo hecho de estar cerca de los que más necesitan. Iván va y lo hace.  

“Hay que dar esperanzas, ahora es el momento. Creo que la Argentina va a florecer a partir de diciembre si se puede mantener el resultado de las Paso. Creo que hay que  sensibilizar al pueblo para bajar los niveles de confrontación y violencia propiciado en estos años”, concluye.


¿Cuándo?

Paradojas. El nuevo show de Iván Camaño. Jueves 29 de agosto a la 20 en El Luna Park (Bouchard y Corrientes).