Las series web pueden definirse como relatos breves de ficción, documentales o de animación destinados a circular por Internet y telefonía móvil. De modo diferente al cine y la televisión, están explorando el lenguaje audiovisual, aunque teniendo como espejo intertextual a aquellas tradicionales pantallas. Año a año la producción crece y se acomoda a una demanda también en aumento de nuevas formas de consumo cultural. 

Las primeras series web realizadas en la Argentina empezaron de manera experimental. Algunas de las que conquistaron mayor trascendencia fueron producciones independientes como Plan V (2009), Yo soy virgen (2010), Un año sin televisión (2011), 4 ambientes (2011), Doble click (2012). En el rubro apuestas de grandes productoras de televisión ligadas a sponsors se destacaron El Vagoneta (2008), Amanda O (2008), Embarcados (2010), La pareja del Mundial (2010) y El Rastro (2011), entre otras. En esta etapa, la narrativa no ganó mucho más que someterse a la prueba de una nueva pantalla y el comienzo de la construcción de una identidad audiovisual. Estas apuestas sirvieron para ensayar la duración propicia, los colores, el uso del videograph, la escala de planos y la medida justa de los diálogos. En algunos casos, se atrevieron a correr los límites temáticos de la moral televisiva argentina. Al tiempo que, quizás sin proponérselo, construían un espectador ideal.

Una segunda etapa, mucho más prolífica en este corto camino, tiene como escenario páginas web como UN3, la apuesta audiovisual entre universitaria y competitiva de la Universidad Nacional de Tres de Febrero; FWTV, un canal web expresamente dedicado al entretenimiento y Cine.ar Play, la plataforma estatal de video bajo demanda. Estos espacios programan series web de todo tipo, tienen aplicaciones para celulares y se postulan como los repositorios donde buscar lo último en el rubro. Desde ya que en YouTube y Vimeo abundan las series web, inclusive las mismas que se programan en las páginas especializadas, salvo que estas últimas funcionan como curaduría y programadoras, en definitiva, como canales al viejo uso televisivo.

En esta etapa podemos mencionar series como Eléctrica (2013), Simple (2013), Famoso (2013), Tiempo libre (2014), El show de Cúmulo y Nimbo (2014), Un año sin nosotros (2015), Policompañeros motorizados (2015), Romanos (2015), Psicosomática (2016), Noche de paz (2016), La división (2017), Memoria digital (2017) y El maravilloso parque Hoolister (2018), entre otras. De este modo no solamente algunas series ya son conocidas en el ambiente web sino también sus realizadores, que producen, actúan, escriben, participan de premiaciones, son jurados y críticos, al tiempo que también alternan trabajos con la televisión, el cine y la radio. Productoras como Macaco Films, Grande Éxitos, Tangram Cine, Dontask y Mancha, han realizado más de una serie, publicidades, cortos y videoclips.  

Las muy buenas actuaciones, el cuidado en los guiones y en la dirección, ofician como condición de efectividad. Uno de los secretos de esta nueva industria es que sus realizadores son profesionales formados en la contemporaneidad de la digitalización con la creatividad en ebullición, ávidos de dar a conocer su arte. Desde allí, las series web argentinas se presentan en el concierto de producciones multimedia como narraciones creativas y de vanguardia.

La Bienal de Arte Joven de Buenos Aires, Espacio Santafesino y el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) incluyeron la categoría series web a sus convocatorias de financiamiento anuales, de donde surgieron títulos como Estilo Esther (2013), La niña elefante (2015), Emilia Envidia (2017), Minga (2017), Postres (2017), Pasantes (2017), Soy ander (2017), Jingleros (2017) y El galán de Venecia (2017), entre otros. Asimismo, desde 2015 se realiza el Buenos Aires Web Fest (BAWebFest), que se celebra anualmente y otorga premios en las categorías nacional, iberoamericana e internacional –la semana pasada se efectuó su cuarta edición–. Del mismo modo que los museos, el mecenazgo y la crítica, postulan qué es arte qué no lo es, los premios y financiamientos, los reconocimientos y el boca en boca nos dicen que las series web están encontrando su espacio en la industria de la cultura y los medios de comunicación.

¿Qué le podemos pedir a las series web? Como consumidores de la industria cultural contemporánea estamos inmersos en la instantaneidad de Internet, en las maratones de las series, en las experiencias de los megaeventos de fans, en las comunidades lúdicas de los juegos en red, en las tácticas y estrategias de las aplicaciones de citas, en la decodificación irónica y crítica de los memes, en el humor naïf y adolescente de los youtubers. En ese contexto, las series web como identidad audiovisual de Internet debe proponernos una nueva educación de la mirada, debe construir un gusto, afianzar sus lógicas de decodificación y proponer un repertorio temático tan o más amplio que los del cine y la televisión. Las series web tienen todo para crecer, lo principal es un público fan, prosumidor (productor + consumidor), nativo digital, o como quiera llamarse, que está dispuesto a consumir relatos mientras hace otra cosa, viaja en el transporte público, se aburre en salas de espera, responde un correo o chatea. «