Mike Patton es mucho más que uno de los cantantes más audaces e influyentes que dio la cultura rock. Es un músico con un enorme abanico expresivo y la determinación para desarrollarlo en múltiples proyectos. Desde Mr. Bungle a Tomahawk, pasando por Faith No More, Lovage, Fantômas, Peeping Tom y Moonchild, entre otros, Patton desafió géneros, convenciones y hasta lo imaginable. En esta oportunidad, el cantante llegó por segunda vez a la Argentina con su proyecto Mondo Cane, dedicado a interpretar canciones italianas de los 50 y 60. Tocó el jueves en el Teatro Gran Rex y volvió a romperla.  


A continuación, las tres cartas fundamentales y una conclusión para otro show de Mike Patton imposible de pasar por alto:


Su increíble voz: Patton, como casi todos los humanos, suma años y adiciona kilos. Pero no pierde ni un poco de su acaudalada y versátil voz. Ante el suculento plato de canciones italianas de los 50 y 60, el ex Faith No More –hasta que el quinteto se decida a un nuevo regreso– cantó melódico, exaltado, pícaro, retorcido y más, como sólo él puede hacerlo. Su pronunciación exacta del italiano –dicho por los propios italianos– le da una verosimilitud extra a su personaje de crooner napolitano enamoradizo, fervoroso y bastante psicótico. El cantante desplegó buena parte de sus registros –graves, agudos, limpios, guturales, tiernos y perversos– en la medida y el momento justos.


Las particularidades del repertorio: La mayoría de las canciones que forman parte del disco «Mondo Cane» (2010) articulan líneas melódicas y orquestaciones esmeradas con letras sobrecargadas y dramáticas. Un suculento plato para que la riqueza técnica de Patton y su voluntad irónica les dé una dimensión extra. Resultaron explosivas las versiones de los ya clásicos «Il Cielo In Una Stanza», «Ore D’ Amore», «20 km al Giorno», «Urlo negro», «Deep Down», L’Uomo Che Non Sapeva Amare» y “Scalinatella”. También las nuevas incorporaciones al repertorio, «Con Le Pinne Fucile»  y “Legata Ad Un Granello Di Sabbia”, entre otras, la cuales seguramente formarán parte del demorado segundo disco del proyecto.


Su carisma: Patton no es de hablar demasiado. No felicita al público en forma recurrente ni despliega las típicas muletillas del frontman encantador de multitudes. Pero las veces que habla entre tema y tema lo hace en castellano –con acento mexicano, chicano y/o esforzadamente porteño– porque le interesa comunicarse. Es uno de los escasos músicos que parece saber –e interesarle– en qué país está parado. En los bises se despachó con una versión de dudosos resultados artísticos de «Vuelvo al sur» (Piazzolla/Solanas), pero expresó su voluntad de empatizar con el público y demostró que se tomó su tiempo para hacerlo.


Conclusión: Patton continúa ensanchando su leyenda y es sólo cuestión de tiempo para que vuelva con cualquiera de sus proyectos. ¿Será el turno de la primera visita con Fantômas?