Este spin-off cuenta la historia del célebre capitán Buzz Lightyear, salvo que esta vez no es un muñeco, sino un personaje de una película de ciencia ficción. Según sabrá enseguida el espectador, es a partir de ese film que Andy, protagonista de la saga Toy Story, se volverá fanático del astronauta y por eso recibirá con tantas ganas el juguete del hombre del espacio, que luego saldrá de aventuras con el vaquero Woody y compañía. Una verdadera mamushka cinematográfica con el sello de Pixar.

Aquí, la aventura de Buzz (animado por el actor Chris Evans) comienza cuando se encuentra atrapado junto a su equipo en un planeta inhabitable, y como parte de los experimentos para salir de allí, comenzará a viajar en el tiempo sin saberlo. Mientras sus vuelos duran minutos para él, significan años para el resto de quienes viven en ese planeta. Muchos de sus amigos desarrollan una vida en este lugar, pero es tal la convicción del protagonista de sacar a sus compañeros de ese mundo que la misión se vuelve su vida, y él mismo se olvida de tener una. Vale decir que Lightyear le da un lugar destacado en la trama a la intimidad emocional de su protagonista, y que la amistad y el trabajo en conjunto son más que importantes. La elección de la mítica canción «Starman» de David Bowie resulta muy buena para acompañar lo que le ocurre al héroe espacial.

Así, el tiempo transcurre y pasan muchas cosas en la tierra que ya es el hogar de su tripulación, pero no el de Buzz (y vale decir que el concepto de dilatación del tiempo y la terquedad del astronauta resulta muy familiar a otra historia sobre viajes espaciales-temporales: Interestelar). En uno de estos viajes en el tiempo Buzz regresa a un futuro más que lejano aún y encuentra una postal inquietante: el planeta fue invadido por un ejército que quiere destruirlo, comandado por el mismísimo Zurg (un malvado que también se vio en la saga de Toy Story). Este momento es uno de sus puntos más álgidos de la película.

Una de las noticias más sonadas de los últimos días es la prohibición, en 14 países del mundo (entre ellos Malasia, Arabia Saudita y Egipto), de la escena en que la mejor amiga y jefa de Buzz, Alisha Hawthorne (a cargo de la actriz Uzo Aduba), se despide de su esposa con un beso. El tema se instaló en todo el globo, en parte reflotando discusiones intolerantes y argumentos perimidos, pero también afianzando reivindicaciones históricas. Y aunque Disney se negó a cortar la escena -tal como reveló el director del film, Angus MacLane- fueron los empleados de la misma productora Pixar quienes tuvieron un rol determinante para que quedara en el guión. En efecto, Disney no había objetado “contar” la historia de amor entre los dos personajes femeninos pero sí puso reparos en mostrar el beso. Fue desde adentro de le megacompañía que se ejerció presión para que la escena aparezca tal como fue pensada, en el marco de una serie de acciones tendientes a que Disney se haga cargo de su enorme influencia para colaborar con una perspectiva más igualitaria.    

Lightyear es una película infantil, y con ese espíritu le presenta algunas cuestiones de la ciencia ficción a su público: si te movés muy rápido, viajas en el tiempo. Sin muchas explicaciones técnicas y de forma accesible a quien esté delante de la pantalla, el guión es un facilitador para entrar en el mundo de las elucubraciones científicas. Además, no hay que olvidarse que la película se trata de una película que cautivó a Andy, el niño de 7 años que tal como pudimos ver en la primera entrega de Toy Story en 1995, quedará fascinado cuando le regalen al muñeco que repite “Al inifito, y más allá”. Dicho sea de paso, la frase también tiene en este spin-off su propia historia.

Quine entre al cine esperando ver una película con capas y capas de mensajes y una enseñanza al final, quizás se decepcione, pero si sólo se busca entretenimiento se saldrá con la suya y hasta quizás logre emocionarse. Por otro lado, presenta la posibilidad de un cambio de paradigma más que interesante: Lightyear no es ni por asomo la mejor película de Pixar, lo cual se reflejó en la taquilla de su primer fin de semana de estreno. La pregunta que sigue se suele deslizar, todavía, de forma tímida: ¿se pueden rentabilizar producciones tan caras apelando al streaming? Tal vez alguien la conteste en un futuro no tan lejano.